
Durante su visita reciente al BCN Film Fest, Richard Gere demostró que sigue siendo mucho más que una gran figura de Hollywood. El veterano actor acudió al festival para presentar el documental ‘Sabiduría y felicidad’, un proyecto que gira en torno a las enseñanzas del Dalai Lama y que sirve como punto de partida para una profunda reflexión sobre espiritualidad, budismo y su propio recorrido vital tanto dentro como fuera del cine.
Aunque en el documental Gere figura únicamente como productor ejecutivo, su papel simbólico es indiscutible. Desde hace décadas, el actor ha mantenido una estrecha relación con el budismo y el Dalai Lama, convirtiéndose en uno de los rostros más reconocibles de la difusión de estos valores en Occidente. Durante la rueda de prensa celebrada en el marco del festival, Gere compartió su perspectiva sobre la impermanencia en la vida, una de las ideas clave del pensamiento budista: “Un día eres rico y al día siguiente pobre. Un día famoso y el siguiente ya no. Y cuando tienes todo lo que quieres, al día siguiente puede que ya no lo tengas. Así son las cosas”, expresó con serenidad. Para Gere, lo que realmente perdura a lo largo de una existencia es la amabilidad, la capacidad básica de conectar con otros seres a través de gestos sencillos, como una sonrisa o el simple reconocimiento del otro. Según sus palabras, incluso los niños y los animales responden a la amabilidad, y este principio puede transformar cualquier situación o entorno.
El diálogo acerca del documental pronto derivó hacia una de las cuestiones más recurrentes en la carrera de Richard Gere: la visión que el público tiene de Hollywood. En opinión del actor, existe una tendencia a mitificar la industria cinematográfica, como si se tratara de un universo aparte, ajeno a las preocupaciones y rutinas del resto de la sociedad. “La gente habla de Hollywood como si fuera un lugar especial. Hollywood es simplemente gente trabajando”, afirmó con rotundidad. Para Gere, hacer cine es un oficio que, aunque apasionante y lleno de momentos divertidos, también implica mucha presión, largas jornadas y una enorme responsabilidad. No duda en compararlo con cualquier otro trabajo, donde existen las mismas realidades cotidianas: hipotecas, familias que mantener, compromisos y obligaciones. Esta visión desmitificadora rompe con la imagen idealizada que muchas veces se proyecta desde el exterior: “En fin, somos iguales. Aunque ahora casi siempre soy el más viejo de la habitación”.

La conversación no tardó en transitar hacia las aparentes contradicciones entre la fama y los principios del budismo, especialmente el desafío de conciliar el culto a la imagen con la búsqueda de disolución del ego. Lejos de ver en ello un conflicto irresoluble, Gere asume que la notoriedad puede ser puesta al servicio de causas superiores, en este caso, servir de portavoz de las enseñanzas del Dalai Lama. “¿Preferiría pasear solo por el bosque? Pues sí, la verdad. Pero, como dice el Dalai Lama, su trabajo es ser el Dalai Lama. Mi trabajo es ser actor. Ese es mi trabajo. Es un muy buen trabajo, uno que me gusta. Pero también es ser su alumno y representante, utilizando esa fama que tengo para ser un portavoz de lo que dice su Santidad”. Para el actor, la fama no es necesariamente un obstáculo espiritual, sino, debidamente encauzada, una herramienta de utilidad en la transmisión de valores y enseñanzas.
La trayectoria de Richard Gere en el cine abarca más de cinco décadas y supera los sesenta largometrajes. Al ser consultado sobre cuál ha sido su película favorita, el actor respondió con una mezcla de humor y evasiva: “Llevo dando entrevistas cincuenta años, ¿eh? Y aún no tengo respuesta”. No obstante, reconoció que el rodaje de ‘Chicago’ fue especialmente divertido, una experiencia en la cual, más allá del éxito, disfrutó plenamente del proceso creativo y del trabajo en equipo. Gere destacó que han sido contadas las ocasiones en que no ha disfrutado haciendo una película, atribuyendo mucha de su satisfacción a la fortuna de haber trabajado con profesionales excelentes en su entorno.
En paralelo a su papel como actor, Gere ha desarrollado una importante carrera como productor ejecutivo, labor que inició en 1992 con ‘Análisis final’. Desde entonces ha participado en la producción de títulos como ‘Sommersby’, ‘Siempre a tu lado, Hachiko’ y ‘Una vida en secreto’. Pese a valorar esta vertiente de su carrera, reconoce que la experiencia más satisfactoria sigue estando delante de la cámara: “Aunque producir no es tan divertido como actuar”. En cuanto a la posibilidad de dirigir, confiesa admirar a los cineastas por la dedicación y el compromiso que implica embarcarse en un proyecto de uno o dos años, aunque duda de si él sería capaz de asumir esa exigencia personal. Prefiere, en sus palabras, “danzar en tantas direcciones distintas”.
Por último, Richard Gere destaca la importancia de la colaboración en el proceso cinematográfico. Frente a la imagen de un director autoritario, el actor defiende el modelo colaborativo donde las ideas de todos los integrantes del equipo se escuchan y valoran. “Cuando hacemos una película, tengo la suerte de que no se me trata nunca solo como a un actor. Eso es que el director te diga: ‘Tú te pones aquí, tú haces esto’. Como un dictador. Así no se hacen las películas. Y yo creo en el cine como una experiencia colaborativa. Claro, un director toma decisiones, pero los mejores directores son los que escuchan. Escuchan a las ideas e incorporan a las personas en la toma de decisiones”.
La visión de Gere resume el espíritu que ha definido tanto su vida profesional como personal: sencillez, amabilidad, apertura al trabajo conjunto y una clara vocación de tender puentes entre culturas, creencias y experiencias humanas. Su paso por el BCN Film Fest no solo dejó constancia de un compromiso inquebrantable con el cine y la espiritualidad, sino también de la voluntad de compartir aprendizajes y replantear los clichés asociados a la industria y la fama.