La secuencia del final, con el Huevo Acuña corriendo a un rival para pelear, lo delata. River se fue del Mundial de Clubes con impotencia, con una imagen fea. En el planteo inicial Gallardo buscó jugar con su venerada cultura, sin refugiarse atrás. De hecho el primer tiempo fue bueno contra un finalista de la Champions. Pero en los segundos 45′ se desdibujó, no logró mantener el ritmo del rival europeo y chocó de frente con la jerarquía del Inter de Italia. Ellos deciden un tiempo antes y tienen otro tranco. Lautaro Martínez dio un concierto en vivo y ratificó por qué es uno de los mejores 9 del mundo. Barella manejó la pelota con la inteligencia de toda esta primera fase. Dimarco atacó incansablemente por el carril izquierdo con poca persecución. Los centrales se devoraron a Borja... Allí hubo tanta diferencia que River pudo ser goleado si no fuera por un tiro en el palo, una atajada de Armani o algún desajuste en la definición. Había que estar muy fino en los duelos. Aunque justo en ese tramo del partido Martínez Quarta controló mal y se marchó perfectamente expulsado. Si era difícil ocupar los espacios con 11 jugadores, pasó a ser imposible hacerlo con uno menos. Aunque River no perdió por la roja. Había empezado antes a caer: desde el entretiempo en adelante ya nada resultó igual. Como la eliminación no fue contra Inter, tampoco, si no frente a Rayados de Monterrey. Sin goles no hay paraíso: pagó carísimo la falta de contundencia contra los mexicanos. Por eso se despidió rápido en un grupo para pasar...
Gallardo hizo bien en pedirle disculpas a la gran cantidad de gente que los acompañó en Estados Unidos. No sonó demagógico: entendió que el equipo decepcionó. River viene de un par de mercados de pases con muchos millones, tiene campeones del mundo en el plantel, el mejor entrenador de su historia, un chico que vino a buscar el Real Madrid... Aun así, River hace tiempo que dejó de ser el River voraz del Muñeco. Salvo partidos puntuales, como el clásico con Boca y alguno de Libertadores, no tuvo un gran semestre. En algún momento lo rescató Mastantuono, como el día que metió el gol de tiro libre a lo Beto Alonso. En el Mundial de Clubes jugó lejos de la montaña de millones que pagaron por él. Sólo arañó los 6 puntos contra Rayados de Monterrey. No opaca su talento, su potencial. Aunque es un toque de atención para él mismo, fundamentalmente la dificultad que le generó gambetear a los defensores italianos. No siempre un chico podrá salvar a River. Aunque en el momento más caliente de un partido definitorio apareció en el mediocampo Giorgio Constantini, uno que tenía solo unas fotos en Primera. Difícil de comprender, aun cuando tuviera que reemplazar a un desbordado Kranevitter. Queda expuesto algo más que las suspensiones de Enzo Pérez, Castaño y Galoppo. O que Aliendro no logra la regularidad que supo tener en Colón. El plantel de River tiene algunos jugadores repetidos en su rol, que alguna vez ilusionaron mucho y hace tiempo que rinden poco. Como si firmaran contrato por un par de partidos buenos.
El problema del 9, puntualmente, es más profundo que si presiona la salida del rival o hace sombra con desgano. Driussi, con sus características y sus números se hizo irremplazable porque a Colidio le cuesta jugar de espaldas. Y porque Borja a veces hasta interrumpe el circuito de pases de sus compañeros. Pareció que Gallardo no lo sacó porque confiaba más en un gol porque sí que producto del juego. El colombiano era cambio cantado: para Acerbi y Bastoni se lo devoraron con extrema facilidad... Por esa carencia, el Muñeco no tiene problema en romper relaciones con Racing y robarle a Salas, aunque hoy pareciera necesitar a un Maravilla Martínez. Atrás también tiene problemas. Acuña fue el que mejor rindió en la competencia, pese a que en los últimos minutos pensara en boxear. Montiel no atacó tanto como en el torneo local pero es indiscutible. Paulo Díaz no deja de ser el más confiable aunque haya pasado de largo ante el engaño de Francesco Espósito. El problema se repitió en Martínez Quarta. Había empezado con rigor el uno contra uno con Lautaro, hasta que con el correr de los minutos empezó a perder y cometió un error impropio de su técnica. La roja que dejó al equipo en inferioridad numérica es toda culpa suya. Pezzella ahí entró para rearmar el fondo y repitió su tibia imagen desde la vuelta a la Argentina. Era difícil ganar para River, aunque tuviera una jugada aislada por un centro de Lanzini que apenas rozó Colidio de cabeza. El Muñeco deberá revisar bien dónde pone parte de los dólares de Mastantuono.
Es una pena que las mejores muestras de la competitividad de los sudamericanos con los europeos no hayan sido propias. Pasaron a la próxima fase los cuatro equipos brasileños y se quedaron afuera los dos argentinos. Aun cuando conceptualmente no se pueden empatar las eliminaciones de River y de Boca. Uno sacó cuatro puntos y se fue contra una potencia de Italia. El otro sólo sumó dos y la imagen final fue un empate con un equipo semi profesional de Nueva Zelanda... De todos modos, tienen que dejar de festejar derrotas ajenas y levantar su propia vara. Aun cuando nadie le iba a pedir que fuera campeón del Mundial de Clubes, la eliminación de River en primera ronda es la sumatoria de un segundo ciclo de Gallardo que acumula la caída en una Copa Libertadores que se jugaba la final en el Monumental. Y un equipo terrenal, más allá de los nombres, que quedó afuera en el último torneo argentino de local contra Platense. Fue por penales, aunque ya había perdido antes claramente en el juego. Son fotos de un River de otros tiempos, que falla en la cancha en partidos importantes y se va con tumultos. Habrá que ver si lo resuelve con un mercado de pases que le haga ganar algún título, o si el entrenador por fin potencia a futbolistas que hoy parecen apagados. Vivir y jugar con grandeza debe volver a ser una característica del equipo, más que un slogan del club.