La sombra de los huracanes Milton, Helene y Debby, que dejaron una estela de destrucción a su paso por Florida el año pasado, se cierne sobre las proyecciones de una actividad ciclónica que se anticipa más intensa.
Proyecciones alarmantes
La temporada de huracanes 2025, que oficialmente se extenderá del 1 de junio al 30 de noviembre, ya genera una considerable preocupación entre los expertos.
La Universidad Estatal de Colorado (CSU), pionera en estas predicciones, proyecta una temporada significativamente activa. Sus estimaciones apuntan a 17 tormentas con nombre, nueve huracanes, y, de estos, cuatro alcanzarían la categoría 3 o superior (huracanes mayores).
Esta previsión supone aproximadamente un 25 % más de actividad ciclónica en comparación con el promedio del período 1991-2020.
En una línea similar, la Secretaría de Marina de México (Semar) prevé para la cuenca del Atlántico, Mar Caribe y Golfo de América un total de dos depresiones tropicales, siete tormentas tropicales, cuatro huracanes fuertes y cuatro huracanes intensos.
Otras instituciones, como The Weather Company (TWC), incluso anticipan hasta 19 ciclones con nombre para la temporada.
Estos pronósticos se sustentan en una combinación de factores climáticos. Según los meteorólogos, “La Niña va perdiendo intensidad y volveremos a condiciones neutras en el Pacífico para el arranque de la temporada, un escenario que, junto con otros ingredientes, suele potenciar la actividad tropical en el Atlántico”.
A esto se suma que las temperaturas de la superficie del mar en el Atlántico continúan registrando valores históricamente cálidos en vastas áreas de los trópicos, especialmente en el sector occidental y a través del mar Caribe.
La lista oficial de nombres designada por el Centro Nacional de Huracanes para 2025 comenzará con Andrea, seguida por Barry, Chantal y Dexter, este último en reemplazo de “Dorian”, nombre retirado tras su devastador paso en 2019.
Devastador legado
La temporada 2024 fue catalogada como “hiperactiva, extremadamente mortal y catastrófica”, convirtiéndose en la segunda más costosa de la historia, con daños estimados en al menos 190,29 mil millones de dólares y más de 399 muertes.
Florida soportó el embate directo de tres meteoros. El huracán Debby, a principios de agosto, tocó tierra cerca de Steinhatchee como categoría 1, pero su impacto fue letal, causando al menos cuatro muertes en Florida, incluidos dos niños.
Posteriormente, el huracán Helene, en septiembre, se erigió como uno de los ciclones más destructivos en décadas para Florida. Impactó la región de Big Bend como un sistema categoría 4.
La marejada ciclónica fue devastadora, con niveles de agua que superaron aproximadamente los 14.8 pies (4.5 metros), sumergiendo comunidades enteras durante días y dejando a más de 3 millones de floridanos sin electricidad.
Para cerrar un año trágico, el huracán Milton tocó tierra en octubre cerca de Siesta Key como un potente ciclón categoría 3, con vientos de aproximadamente 120 millas por hora (193 km/h).
Tampa sufrió precipitaciones torrenciales de hasta unas 9 pulgadas (23 centímetros) en apenas tres horas, mientras que en Fort Myers, los vientos derribaron árboles, postes eléctricos y arrancaron techos.
Milton también desató al menos 19 tornados, dejó a más de 3 millones de residentes sin electricidad y causó al menos 11 muertes reportadas inicialmente.
Destrucción - huracán - Florida / AFP
La imagen aérea muestra una casa destruida tras el huracán Milton en Port St Lucie, Florida.
AFP
Impacto potencial en Florida y otros estados
Una temporada activa como la que se perfila para 2025 incrementa significativamente el riesgo no solo para Florida, sino para toda la costa este de Estados Unidos, los estados ribereños del Golfo de América y las naciones del Caribe.
Las comunidades que aún se encuentran en el arduo proceso de reconstrucción tras los embates de 2024 enfrentan la preocupante perspectiva de sufrir nuevos impactos antes de haber podido recuperarse por completo.
La infraestructura que quedó debilitada, los recursos financieros ya mermados y el persistente trauma psicológico en la población podrían exacerbar las consecuencias de futuros ciclones tropicales.
La problemática de la falta de seguro contra inundaciones, que quedó evidenciada tras el paso del huracán Helene, sigue siendo una vulnerabilidad crítica para innumerables familias y negocios.
Con el aumento progresivo del nivel del mar y la tendencia observada hacia una intensificación de las lluvias asociadas a los huracanes, el riesgo de inundaciones catastróficas se extiende cada vez más tierra adentro, amenazando áreas que tradicionalmente no se consideraban de alto riesgo.
Preparación
Ante este panorama potencialmente adverso, las autoridades y expertos en manejo de emergencias no cesan de enfatizar la urgencia de una preparación exhaustiva y temprana.
Es fundamental conocer los riesgos específicos a los que cada comunidad está expuesta. Los huracanes no son solamente un problema costero, y es vital informarse sobre cómo la lluvia intensa, los vientos huracanados, las marejadas ciclónicas e incluso los tornados pueden afectar áreas tierra adentro, lejos del punto de impacto inicial.
También es crucial elaborar un plan de emergencia detallado. Este plan debe ser conocido y comprendido por todos los miembros del hogar, e incluir consideraciones para lugares de trabajo, guarderías y cualquier otro sitio que se frecuente con regularidad. Para aquellos que residen en zonas de evacuación designadas, es imprescindible identificar las rutas de evacuación y los refugios disponibles. Se recomienda practicar estas rutas, incluir a las mascotas en los simulacros e identificar de antemano dónde se alojarán en caso de una orden de evacuación.
La recolección de suministros esenciales es otro pilar de la preparación. Se debe contar con insumos suficientes para el hogar durante varios días, incluyendo medicamentos recetados, suministros desinfectantes y artículos necesarios para las mascotas, ya que después de un huracán el acceso a estos productos podría ser limitado o nulo durante días o incluso semanas.
La temporada de huracanes 2025 se perfila como un nuevo y significativo desafío, especialmente para una Florida que aún no se ha recuperado completamente de las profundas y dolorosas heridas infligidas por la temporada de 2024.