
Renato Ortuño tenía una vida estable, una carrera como abogado corporativo en Quito y planes concretos para el futuro. Pero todo cambió el 23 de junio de 2023. Ese día, mientras llegaba a su oficina en el edificio de la Bolsa de Valores de Quito, dos hombres armados descendieron de un vehículo gris y le dispararon directamente. El ataque fue brutal, su ropa se tiñó de sangre en segundos. Contra todo pronóstico, sobrevivió. Pero las balas alteraron para siempre su destino: le causaron daños severos en la cabeza, el cuello y las vértebras, dejándolo con una cuadriplejía irreversible.
Las investigaciones determinaron que los sicarios lo confundieron. El ataque no iba dirigido a Renato sino a otro hombre. Los dos gatilleros fugaron de Ecuador y fueron detenidos en Estados Unidos donde se tramita la extradición, según reportó Primicias. Ortuño tiene 98% de discapacidad.

Tras la tragedia y luego de una intensa búsqueda por mejorar su calidad de vida, Renato ha solicitado convertirse en la segunda persona en Ecuador en acceder a la eutanasia, luego de que la Corte Constitucional la despenalizara en febrero de 2024. Su pedido ya fue entregado al IESS, que lo derivó al comité interdisciplinario encargado de evaluar estos casos.
“No puedo hacer absolutamente nada por mí mismo”, dijo Renato en un video que publicó en TikTok. Su diagnóstico es definitivo: el daño medular causado por la munición que explotó dentro de su cuerpo no tiene cura.

Durante los últimos dos años, Renato y su esposa, Daniela, han recorrido un camino desgarrador. Lo intentaron todo: desde terapias intensivas en Cali hasta tratamientos experimentales en Cuenca y México. Gastaron sus ahorros, recibieron ayuda de amigos, familiares y de quienes los acompañaron en campañas de recaudación. Viajaron con la esperanza de revertir lo irreversible, de aferrarse a cualquier promesa de movilidad. Pero cada intento terminó en frustración. La última sesión a la que asistieron costó USD 3.000 y no provocó ninguna reacción en su cuerpo. “Nos tiró dos semanas al suelo con una depresión terrible”, confesó.

En medio del dolor, Renato ha tomado una decisión que describe como profundamente racional: pedir la eutanasia. Su formación académica le permite abordar este debate con claridad. Incluso antes del caso de Paola Roldán —la mujer con ELA que impulsó el fallo de la Corte—, ya había planteado en su tesis doctoral la necesidad de incorporar el derecho a morir dignamente en la legislación ecuatoriana. Lo hizo antes de saber que algún día él mismo necesitaría ese derecho.
“Tal vez apresuradamente, desde un principio yo dije: no voy a vivir así, me aplico la eutanasia. Luego tuve algo de esperanza… pero ha pasado un año y medio (sin evolución) seguimos igual”, dijo. El video, grabado desde su silla, no solo explica su decisión. Es un pedido de respeto, de comprensión y de respaldo a Daniela, su esposa, su compañera incansable: “No le dejen sola”, pide con una voz serena, casi resignada, pero firme.

Daniela también ha hecho pública su posición. En un mensaje dirigido a su esposo, expresó: “Te respeto y acompaño siempre. Solo tú y yo conocemos lo duro que ha sido esto… eres un verdadero ejemplo y muy valiente, porque tomar esta decisión es de machos”. Daniela concluyó su mensaje confirmando su amor: “Aquí estoy para ti hasta el último segundo amor de mi vida, como siempre, trataré de protegerte de todo y todos los que puedan lastimarte y tratando de hacer tus días más ligeros y esta agonía menos dolorosa, siempre buscaré la forma de hacerte sonreír en medio de este dolor. Te amo con el alma”.
Renato no busca convencer a nadie. En sus palabras hay un llamado a la reflexión, no a la imposición. Sabe que hay quienes discreparán, pero pide respeto. No solo para su decisión, sino para la experiencia desgarradora que ha vivido. “Tenemos derecho a discrepar, pero también a decidir sobre nuestra vida”.
De concretarse, su caso marcaría un nuevo precedente en Ecuador, pues en mayo de este año una mujer con cáncer terminal recibió la primera eutanasia legal en el país.