
El condado de Maricopa, en el estado de Arizona, enfrenta una emergencia por altas temperaturas tras superar las 400 muertes sospechosas vinculadas al calor extremo durante el verano actual, según cifras oficiales citadas por The Guardian. El fenómeno ocurre en medio de una histórica ola de calor que mantiene temperaturas mínimas de 43°C (110°F) la mayor parte de agosto y ha impuesto varios récords, según informó el Servicio Meteorológico Nacional (NWS) de Phoenix.
La última actualización oficial contabiliza 35 fallecimientos confirmados por el calor, de los cuales 17 corresponden a exposición directa y 18 a situaciones donde las altas temperaturas agravaron otros factores, como enfermedades crónicas o consumo de sustancias, conforme a los datos del Departamento Forense del condado. Otro grupo de 369 muertes está todavía bajo investigación como posibles casos por calor extremo, en una estadística dinámica que se publica semanalmente en la plataforma de vigilancia sanitaria local.
The Guardian detalló que las autoridades consideran esta cifra cerca de un 30% menor, en comparación con el registro del mismo periodo del año anterior, considerado el segundo más letal. Sin embargo, la tendencia preocupa porque agosto podría finalizar como el mes más caluroso desde que existen registros en la zona.
El NWS sostuvo que durante agosto únicamente un día se mantuvo por debajo de los 43°C (110°F), mientras que la temperatura máxima mensual alcanzó los 48°C (118°F) y se registraron picos nocturnos inusuales. La actual advertencia federal por calor, la cuarta y más extensa de la temporada, continuará al menos hasta el miércoles, donde se prevé que la temperatura vuelva a situarse en el umbral de los 43°C (110°F). El pronóstico de los próximos días anticipa cierta tregua momentánea por la llegada de nubes y tormentas, aunque se espera un nuevo repunte de calor al inicio de la semana siguiente.
De acuerdo con The Guardian, esta región alberga las ciudades de Phoenix, Scottsdale, Tempe y Mesa, áreas densamente urbanizadas e insertas en el desierto de Sonora, que han experimentado una urbanización acelerada y quedan expuestas a los efectos de la crisis climática global.
La medicalización de las cifras revela otras capas de vulnerabilidad. El acceso a centros de enfriamiento con horarios expandidos, junto con una mejoría en los métodos de tratamiento de emergencias asociadas al calor, aparecen como factores que limitan el impacto, según la valoración del jefe médico del condado, Nick Staab, citado por The Guardian. Además, junio y julio resultaron apenas menos calurosos que los últimos años, lo que explica parte del descenso en la mortalidad frente a 2023.

A pesar de la reducción relativa de los decesos confirmados, Maricopa conserva el rango de ser una de las zonas con mayor cantidad de muertes por calor en Estados Unidos, superada únicamente por Nueva York en cifras anuales, tal como reseñó The Guardian. El informe precisa que la crisis crece asociada a fenómenos como el encarecimiento de la vivienda, la proliferación de población sin techo y la insuficiencia de redes de atención mental y de adicciones.
El informe destaca que tres cuartas partes de las muertes por calor ocurrieron en espacios abiertos, donde la temperatura en superficies urbanas puede superar por 11 a 17°C (20 a 30°F) los datos oficiales anotados en estaciones meteorológicas. La población en situación de calle representa el 40% de las víctimas, mientras que en dos tercios de los casos el consumo de sustancias se identificó como factor concurrente o decisivo.
La mortalidad por calor ha escalado de modo sostenido durante la última década, con un salto de 61 víctimas en 2014 a 645 casos confirmados en 2023. El reporte de The Guardian subraya que, aunque el año pasado se registró una baja a 608 muertes, han surgido críticas por presuntos subregistros. Una investigación del canal local ABC15 relevó episodios donde el calor habría sido descartado como causa, pese a evidencias de fallecimiento por exposición a temperaturas extremas.
Las administraciones de la ciudad, el condado y el estado han impulsado diversas acciones para mitigar los impactos del calor severo. Entre estas, sobresalen los programas para expandir el arbolado urbano, instalar tecnologías de enfriamiento y aumentar los horarios de los centros de atención climática, en parte financiados con fondos provenientes de proyectos federales en el periodo de Joe Biden.
Las perspectivas cambian frente a posibles recortes de recursos y políticas bajo la administración del gobierno federal, que ha revertido iniciativas ambientales, recortado financiamiento a la investigación climática y restringido el acceso a programas de contención social y sanitaria. La proyección de incremento en los costos de la energía se suma como otro factor de riesgo, ya que uno de cada cuatro decesos por calor ocurre al interior de las viviendas sin capacidad de refrigeración suficiente.
Además del impacto humano, el calor persistente alimenta crisis ambientales adicionales. Bomberos y servicios de emergencia mantienen labores para controlar al menos cinco incendios forestales de gran magnitud, que han devastado cerca de 73,000 hectáreas (180,000 acres) en el estado y cuyas condiciones se agravan por la sequedad y el viento. The Guardian indica que los efectos se expanden también a California, Utah, Colorado y vastos territorios de Canadá.

Organizaciones y activistas comunitarios de Arizona exigen mejores estándares y transparencia en el registro de fallecimientos ligados al calor extremo. Stacey Champion, referente local, advirtió a The Guardian: “Las personas están muriendo con muertes terribles y evitables que no se registran adecuadamente en las estadísticas oficiales. Se requiere mayor consistencia y visibilidad si se busca abordar esta crisis de salud pública”.
De acuerdo con estimaciones tomadas por The Guardian, el calor constituye la mayor amenaza meteorológica para la vida humana, aunque en la mayoría de los casos la mortalidad se atribuye a precariedad social, falta de refugio y carencia de servicios sanitarios y de soporte ante adicciones.