
Cuando Stewie llegó al refugio de Servicios para Animales del Condado de Orange en California, a principios de agosto, no era simplemente un perro más, estaba aterrado, desorientado, y mostraba signos de no haber tenido ninguna socialización previa. Con apenas un año de edad, este cachorro ya tenía un historial de miedo tan arraigado que cada estímulo nuevo, desde los ruidos del refugio hasta una simple correa, lo dejaba paralizado o lo hacía entrar en pánico.
De acuerdo con The Dodo For Animal People, una plataforma con enfoque emocional hacia el cuidado y la defensa de los animales, Stewie fue encontrado tras un reporte sobre un perro enfermo que deambulaba por una carretera, sin embargo, no estaba enfermo, sino muerto de miedo. Los oficiales que respondieron al llamado tardaron en atraparlo, ya que el animal evitaba todo contacto. Finalmente, lograron atraerlo con comida hacia una trampa humanitaria.
Desde su llegada al refugio, el equipo notó que Stewie era un riesgo constante de fuga. Intentaba esconderse contra la pared de su perrera y, si alguien se le acercaba, extendía su pata delantera como si buscara evitar el contacto directo, pero esta reacción, en un principio interpretada como miedo, pronto se transformó en una clave para conectar con él.
Un día, mientras un miembro del personal se le acercaba, Stewie estiró su extremidad y sujetó suavemente el brazo de la persona. Fue un momento inesperado que cambió todo. “Si el miembro del personal bajaba las patas, Stewie volvía a entrar en pánico y corcovear”, explicó Savanna Palmer, especialista en comportamiento animal principal del refugio, en declaraciones a The Dodo. “En cuanto lo sujetaban de la mano a la pata, Stewie se sentía más cómodo al caminar”.
A partir de ese momento, el personal comprendió que la única forma de ayudarlo a salir de su jaula era tomando sus patas delanteras y guiándolo con cuidado, paso a paso. “Es adorable”, escribió el Servicio de Animales del Condado de Orange en una publicación de Facebook. “Y realmente una primera vez para nosotros”.
Aunque usar una correa o un arnés fue inicialmente imposible, pues Stewie se revolcaba en el suelo o intentaba autolesionarse para escapar, la confianza ganada a través de este peculiar contacto físico marcó el inicio de su transformación.

El caso de Stewie no es común, pero tampoco es único, desafortunadamente, muchos perros que han sufrido traumas o falta de socialización en su etapa temprana desarrollan conductas defensivas o de miedo que requieren mucho tiempo, paciencia y comprensión para superar.
Palmer explicó que, como especialista en comportamiento, su trabajo es entender a cada animal de forma individual y descubrir qué herramientas les permiten adaptarse a un entorno tan caótico como el de un refugio. En el caso de Stewie, fue él quien mostró el camino, pues necesitaba literalmente ser guiado de la mano.
Desde entonces, y gracias al refuerzo positivo y ejercicios para aumentar su confianza, Stewie ha mostrado un progreso significativo. Así, a pesar de sus miedos iniciales, ahora es capaz de salir a pasear acompañado del personal, siempre con su ritual característico, tomado de las patas delanteras.
“Ha progresado muchísimo”, dijo Palmer. “Confía más en la gente y consigue salir a pasear, de la mano, por supuesto”.
Pero aún queda un largo camino por recorrer. “Amamos y adoramos a todos nuestros animales, [y] queremos asegurarnos de que una vez que se vayan, no tengamos que verlos entrar nuevamente por las puertas del refugio”, agregó Palmer.
Actualmente, Stewie se encuentra en un hogar de acogida, lo cual es un gran paso hacia su recuperación emocional. “Sabemos que tiene el potencial de ser un perro increíble”, declaró en una publicación en su cuenta de Facebook el Servicio de Animales del Condado de Orange.

El caso de Stewie es un ejemplo de cómo el miedo puede paralizar por completo a un perro víctima de maltrato o abandono. Según el portal especializado Experto Animal, existen diversos síntomas que pueden indicar que un perro ha sufrido experiencias traumáticas. Reconocer estos signos es el primer paso para poder ayudarlos, y entre más comunes se encuentran:
- Desconfianza excesiva hacia las personas: cuando alguien se le acerca, el perro puede huir a esconderse o mostrar los dientes en señal de alerta.
- Cola constantemente entre las patas.
- Problemas de socialización con otros perros.
- Apatía generalizada: no juega ni realiza actividad física.
- Permanecer acostado la mayor parte del día, sin motivación.
- Miedo a objetos cotidianos como escobas, periódicos o botellas, lo cual puede indicar que ha sido golpeado con estos elementos.
- Tendencia a esconderse frecuentemente.
- Ansiedad severa al quedarse solo.
Para ayudar a un perro que ha sido maltratado, es fundamental actuar con mucha paciencia y cariño. Algunas recomendaciones incluyen:
- Utilizar siempre un tono de voz suave y calmado.
- Evitar movimientos bruscos o gestos amenazantes.
- No gritarle ni castigarlo, ya que eso refuerza sus miedos.
- Sonreírle y transmitirle tranquilidad con el lenguaje corporal.
- Acercarse con movimientos lentos y seguros.
- Nunca forzarlo a hacer algo que no quiera.
- Dejarlo retirarse a su espacio si está asustado.
Lo más importante es no abandonarlo nunca, pues aunque el proceso de rehabilitación puede ser largo, con comprensión, paciencia y mucho amor, un perro maltratado puede recuperar la confianza y vivir una vida feliz. Stewie es prueba viviente de ello, encontrando un nuevo comienzo.