La película Warfare: Tiempo de guerra irrumpe en el panorama cinematográfico con una propuesta única: narra, desde la perspectiva directa de un exsoldado, la brutalidad y el sinsentido de la guerra en Irak en 2006, y ya está disponible en Amazon Prime Video desde el 15 de junio.
En el año 2006, en pleno conflicto armado en Irak, un grupo de Navy SEALs estadounidenses se adentra en una misión de vigilancia en la ciudad de Ramadi. Lo que comienza como una operación rutinaria se transforma en una pesadilla cuando una explosión improvisada impacta el apartamento donde los soldados se refugian. La película Warfare: Tiempo de guerra reconstruye este episodio real, inspirado en las vivencias del exmarine Ray Mendoza, quien no solo participó en la misión original, sino que también dirige y coescribe la cinta junto al cineasta Alex Garland.

La historia de Warfare se distingue por su autenticidad. Ray Mendoza, con más de 16 años de servicio en los Navy SEALs, decidió dar un giro a su vida tras dejar la milicia y convertirse en asesor técnico de producciones cinematográficas. Su experiencia en el terreno y su conocimiento de las armas lo convirtieron en una figura clave en Hollywood, colaborando en películas centradas en conflictos bélicos. Durante el rodaje de Civil War, Mendoza conoció a Alex Garland y compartió con él su experiencia en Ramadi, no como un relato heroico, sino como un ejercicio de catarsis personal. Garland, conmovido por la crudeza de la historia, propuso llevarla al cine. Juntos, entrevistaron a veteranos, reconstruyeron locaciones y cuidaron cada detalle para lograr una recreación fiel de los hechos.
El reparto de la película reúne a jóvenes promesas y actores de trayectoria emergente. Will Poulter, Joseph Quinn, Charles Melton, Kit Connor, Cosmo Jarvis y Michael Gandolfini encarnan a los soldados y generales que participaron en la misión. D’Pharaoh Woon‑A‑Tai interpreta a Mendoza, mientras que Cosmo Jarvis da vida a Elliott Miller, el médico y francotirador que sufrió la amputación de sus piernas tras la explosión. El elenco se sometió a un entrenamiento militar real, cargó equipo auténtico y aprendió el lenguaje de combate, grabando las escenas en orden cronológico para mantener la intensidad emocional. Al final de la película, durante los créditos, aparecen los verdaderos soldados y generales, reforzando el vínculo entre la ficción y la realidad.

La producción, a cargo de A24, marca la primera incursión de la compañía en el cine bélico. El estreno en cines estadounidenses tuvo lugar el 11 de abril de 2025, aunque la película no pasó por las salas argentinas antes de su llegada a plataformas digitales. La decisión de filmar en tiempo real, con cámara fija, planos largos y ausencia de banda sonora, busca sumergir al espectador en la confusión, el miedo y el cansancio propios del combate. “La película no ofrece respiro. No hay banda sonora que suavice la crudeza, ni montaje emotivo que alivie el impacto”, destaca uno de los testimonios recogidos durante la producción.
El episodio central de la película se basa en una emboscada sufrida por el batallón de Mendoza durante una ronda de vigilancia. Sorprendidos por guerrilleros iraquíes, los soldados se ven obligados a replegarse y permanecer recluidos en una casa, a la espera de refuerzos. La evacuación resulta imposible tras un grave accidente, y la tensión se incrementa con cada minuto que pasa. Elliott Miller, el SEAL herido, perdió las piernas y la memoria en la explosión. Durante años, intentó reconstruir el episodio a través de correos enviados a sus compañeros, buscando respuestas en medio de la niebla del trauma. Mendoza consideró que el cine podía ser el puente necesario para ayudar a su amigo y a otros veteranos a procesar lo vivido.

La película evita los discursos grandilocuentes y las glorificaciones habituales del género. “No hay héroes ni un triunfo del cual vanagloriarse. Todo se siente tan vacío de sentido como los argumentos que iniciaron aquel conflicto en Oriente Medio”, señala la producción. El enfoque antibelicista se refuerza con la representación de la incertidumbre y la fragilidad de los soldados, quienes, en palabras de los creadores, “ni siquiera tienen claro por qué están enfrentando a otros hombres”. El resultado es un retrato descarnado de la guerra, donde la supervivencia no garantiza el regreso a la normalidad.
El impacto de Warfare trasciende la pantalla. Joe Hildebrand, uno de los heridos reales, afirmó: “Muchos no empezaron a sanar hasta que hicimos esta película”. El proceso de rodaje, la reconstrucción de los hechos y la participación directa de los protagonistas originales han servido como un acto de liberación colectiva para quienes vivieron el horror en primera persona.
La película dialoga con la actualidad, en un contexto internacional marcado por nuevos conflictos y cuestionamientos sobre la intervención militar de Estados Unidos en Oriente Medio. La producción de A24 se convierte así en un manifiesto visual contra la guerra, invitando a la reflexión sobre las consecuencias humanas de los enfrentamientos armados y el precio que pagan quienes los protagonizan.