La incursión de drones rusos en Polonia durante la noche, que obligó a los aviones de combate de la OTAN a despegar y derribar algunos de los drones, supuso una enorme escalada por parte del presidente Vladimir Putin de Rusia. Y para nosotros, en Occidente, fue una prueba.
En primer lugar, fue una prueba para ver si nos tomaríamos en serio esta violación del territorio de la OTAN o si investigaríamos, nos retorceríamos las manos y debatiríamos entre nosotros si la incursión de los drones fue real. Aún se están aclarando muchos aspectos del suceso, pero esta incursión parece intencionada. Un dron podría desviarse, pero se trata de más de una docena de drones que entraron en territorio polaco, aunque no parece que se haya informado de ninguno en Eslovaquia, Hungría u otros países vecinos.
Así es como opera Putin: pone a prueba y mide la reacción. Si este desafío a la OTAN solo recibe como respuesta tuits indignados, él irá más allá. Está tratando de intimidar a los países de la OTAN para que se retiren de Ucrania, como ha intimidado a tantos otros.
Esto no es inesperado. Los oficiales militares llevan mucho tiempo preocupados por la posibilidad de que Putin intensifique la guerra de Rusia en Ucrania atacando las líneas de suministro ucranianas en Polonia, pero hasta ahora aparentemente ha calculado que los riesgos no valen la pena. Me pregunto si cree que la negativa del presidente Trump a responsabilizar a Moscú hasta ahora hace que este sea un buen momento para ver si puede salirse con la suya con los ataques al territorio de la OTAN.
“Putin está poniendo a prueba nuestra determinación de proteger a Polonia y a los países bálticos”, señaló el senador Dick Durbin, de Illinois. “Estas incursiones no pueden ignorarse”.
De hecho, Occidente debería responder de forma proporcionada, aumentando los costos de esta incursión para Rusia y disuadiéndola de nuevos ataques. Eso significa infligir dolor a Moscú, no discursos, incluso aunque nos resistamos a caer en una guerra más amplia que conlleve riesgos de escalada nuclear.
Una opción sería ofrecer a Ucrania más inteligencia y armamento para atacar las bases rusas desde las que se lanzan los drones. Otra sería asignar más activos rusos congelados para apoyar la defensa de Ucrania. Una tercera sería que los funcionarios europeos o de la OTAN iniciaran conversaciones sobre cómo “defender el espacio aéreo de manera coordinada, reflexiva y conjunta”, como ha propuesto ahora el presidente Volodimir Zelensky.
Y recuerden, si en Occidente nos horroriza que estos drones entren en el espacio aéreo polaco, piensen en los ucranianos, que esa misma noche tuvieron que hacer frente a ataques con unos 415 drones y 43 misiles, según funcionarios militares ucranianos. Y esto ocurre en Ucrania noche tras noche tras noche.
Esto también fue una prueba para el presidente Trump: ¿Se enfrentará alguna vez a Putin e impondrá las sanciones más duras de las que no deja de hablar?
Trump advirtió por primera vez el 22 de enero que podría “no tener más remedio que imponer altos niveles de impuestos, aranceles y sanciones” a Rusia. En mayo, amenazó con sanciones que serían “devastadoras para Rusia”. Más tarde, fijó el 8 de agosto como fecha límite para que Putin aceptara un alto el fuego, tras lo cual impondría sanciones a Rusia. Esa fecha llegó y pasó sin que se oyera ni un solo ruido. Así que, tras esta sucesión de bravuconadas, es lógico que Putin no se tome en serio las advertencias de Trump.

Trump criticó en su día al presidente Barack Obama por hacer “amenazas en vano” y, en su primer mandato, declaró: “Estados Unidos ya no hace amenazas en vano. Cuando hago promesas, las cumplo”. Si es así, señor presidente, es hora de dar un paso al frente.
La tercera prueba que representa el ataque con drones rusos es la de la capacidad militar occidental. Tenemos portaaviones, tanques y bombarderos increíbles, pero no contamos con contramedidas rentables contra los drones baratos rusos, chinos o iraníes. Rusia y Ucrania han mejorado rápidamente sus capacidades en materia de drones, tanto ofensivas como defensivas, mientras que Estados Unidos y otros países de la OTAN se han quedado rezagados.
En lugar de enviar aviones de combate o disparar misiles de un millón de dólares para derribar los drones que se aproximan, la OTAN necesita reforzar las contramedidas baratas que ya están en marcha.
No veo ningún indicio de que Putin esté interesado en un acuerdo de paz con Ucrania. Más bien, cree que puede ganar, en parte haciendo que Estados Unidos se retire del campo de batalla y luego intimidando a Europa y masacrando a los ucranianos en una guerra de desgaste. Putin cree que tiene más paciencia que los estadounidenses y los europeos, una mayor tolerancia a las bajas y un cálculo a largo plazo más astuto.
No hay buenas opciones aquí, pero limitarse a quejarse y conceder a Putin una impunidad efectiva sería la peor opción.
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