
El calentamiento global está dejando una huella profunda e inconfundible en los océanos del planeta, donde se almacena gran parte del calor excedente.
En ese sentido, un estudio realizado por investigadores de Nueva Zelanda, China, Estados Unidos y Austria reveló que la energía térmica se está distribuyendo de manera desigual en los océanos.
Encontraron que cerca de la latitud entre 40 y 45 grados al sur los océanos están calentándose a un ritmo sin precedentes, con efectos especialmente marcados en los alrededores de Nueva Zelanda, Tasmania y en aguas del Atlántico que se encuentran al este de Argentina.
Infobae entrevistó al primer autor de la investigación, el científico Kevin Trenberth, quien trabaja en el Centro Nacional de Investigación Atmosférica en Boulder, Estados Unidos, y en la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda.

En el caso del hemisferio norte, las mayores subas de temperatura se registran en aguas al este de Estados Unidos, en el Atlántico Norte, y al este de Japón, en el Pacífico Norte. El estudio fue publicado en Journal of Climate, la revista especializada de la Sociedad Meteorológica Estadounidense
El doctor Trenberth reconoció que fue “muy sorprendente” el descubrimiento de un patrón tan distintivo en los océanos a partir de los datos climáticos. Al consultarlo por cuáles son las implicancias para los países cercanos en el hemisferio sur, el investigador contestó: “La tendencia al calentamiento no es un proceso lento sino que presenta considerables altibajos”.
A medida que el océano se calienta, explicó, “los sistemas meteorológicos se ven afectados por un aumento de la evaporación y de la humedad que, en primer lugar, alimenta las tormentas y las hace más vigorosas y, en segundo lugar, incrementa las precipitaciones y el riesgo de inundaciones en tierra, así como la erosión. Esto hace retroceder un poco la temperatura del mar y luego se repite”.

En ese tono, advirtió: “Este aumento de la variabilidad y de los fenómenos extremos puede ser muy perjudicial. La gente puede prepararse un poco y, sobre todo, planificar la gestión del agua y el drenaje”.
En el océano, “lo mejor que se puede hacer es evitar la contaminación por escorrentía, que aumenta el estrés”.
En cuanto al potencial impacto sobre la biodiversidad marina, Trenberth, quien es autor principal de los informes de evaluación del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), afirmó que: “Algunas especies pueden perderse o desplazarse hacia los polos. También podría haber más especies de aguas cálidas en la zona con la temperatura más alta”.

El análisis de los investigadores se basó en datos sobre el contenido de calor oceánico, que se centraron en profundidades de hasta 2000 metros.
También utilizaron productos clave como el sistema CERES de la agencia espacial NASA para observar la radiación en la cima de la atmósfera, junto con análisis atmosféricos de otras fuentes. Se identificaron patrones claros de aumento de la temperatura en los océanos entre 2000 y 2023.
Durante este período, la mayor acumulación de calor se detectó en los océanos del hemisferio sur. De esta manera, descubrieron el calentamiento desigual en las aguas, con un aumento significativo de temperaturas en los trópicos profundos y máximos cerca de los 40 grados de latitud en ambos hemisferios.

Las tendencias robustas emergieron al observar el contenido de calor promedio en bandas zonales. La primera banda, entre 40 y 45 grados sur, es la que se calienta a mayor velocidad del mundo, con efectos especialmente pronunciados en torno a Nueva Zelanda, Tasmania y las aguas al este de Argentina.
A partir de los resultados, los investigadores alertaron sobre los efectos climáticos locales debido a esas redistribuciones de calor. “El clima está cambiando por la acumulación de gases de efecto invernadero, y la mayor parte del calor extra termina en los océanos”, indicó el científico. “Sin embargo, los resultados no son en absoluto uniformes, como demuestra nuestro trabajo. Es probable que también intervenga la variabilidad natural”, añadió.
“El estudio del doctor Trenberth y colaboradores explica algunos mecanismos que podrían causar el mayor calentamiento en dos bandas de latitud. El calentamiento propiamente dicho ya había sido descripto en varios trabajos anteriores”, dijo a Infobae el doctor Alberto Piola, investigador superior del Conicet en oceanografía física.
“Hay varios impactos posibles -acotó Piola-. El inmediato es la tendencia de las especies marinas a migrar hacia latitudes más altas, lo que ya se observa en algunas regiones”.
Esto incluye “una especie de interés comercial, lo que tiene a su vez un impacto socioeconómico y, en algunos casos, geopolítico. El desplazamiento hacia el polo de las aguas más cálidas tiene también potenciales impactos en el clima regional”, de acuerdo al experto.

Por su parte, en diálogo con Infobae, el doctor Martín Saraceno, del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera del Conicet y la Universidad de Buenos Aires (UBA), consideró que los resultados del estudio sobre el calentamiento a mayor velocidad de las aguas atlánticas al este de Argentina, entre otras zonas, son válidos.
“Hay también investigaciones anteriores que demuestran que la pesca en Brasil disminuyó mucho, mientras que en la Argentina aumentó. Probablemente, ese cambio se debe al mayor calentamiento que ocurre en latitudes medias”, subrayó.
El equipo de científicos liderado por Trenberth instó a mejorar el monitoreo conjunto de energía en la atmósfera y los océanos para detectar rápidamente las tendencias emergentes.
Sugirieron también se sigan enfoques interdisciplinarios para identificar con precisión las influencias humanas y naturales, especialmente en un contexto de calentamiento intensificado desde 2020.

Al considerar que el mayor aumento del contenido de calor oceánico se da en el hemisferio sur, los especialistas expresaron que se deberían priorizar los esfuerzos por comprender las dinámicas del calentamiento en esta región.
Esto abarca los efectos de las corrientes circumpolares antárticas y el transporte relacionado hacia latitudes medias. “Los cambios generales forman parte de la crisis climática provocada por las actividades humanas y, en especial, por la quema de combustibles fósiles. Por eso es útil descarbonizar la economía: esto significa que se debería hacer más uso de las energías renovables y debería reducirse la conducción de vehículos”, resaltó Trenberth en el diálogo con Infobae.
También consideró que se debería “aumentar la resiliencia de múltiples maneras”. Esto significa no solo hacer frente a los impactos del cambio climático, sino también evitar que esos efectos empeoren.
Esto puede incluir la gestión adecuada de recursos hídricos, el fortalecimiento de barreras contra inundaciones, el diseño de infraestructuras más robustas y la restauración de ecosistemas naturales que actúan como amortiguadores climáticos.