En medio de la persistente eliminación de campamentos urbanos en Los Ángeles, el caso de un hombre sin hogar destaca un fenómeno constante: la resiliencia de algunas personas ante la falta de vivienda tradicional.
Erick, de 34 años, ya ha comenzado la construcción de una nueva casa en un árbol, tras el reciente desmantelamiento —por parte de las autoridades— de su elaborado refugio de tres pisos que se viralizó en TikTok con decenas de miles de “me gusta”.
Su historia refleja que estas colonias frecuentemente resurgirán aunque sean desalojadas, sobre todo cuando los habitantes no desean aceptar una vivienda convencional.

El desalojo se produjo apenas una semana atrás, cuando la ciudad desechó el improvisado ático construido con materiales recuperados cerca de un campamento en el sur del centro de Los Ángeles.
Erick comenta desde lo que queda de su anterior vivienda —una choza de lona sin techo— que su “Tree Mansion 2.0” ya está en marcha.
La versión anterior contaba con un dormitorio cerrado, entrepiso y hasta una tirolesa, y su peculiaridad atrajo a turistas que visitaban el sitio después de ver los populares videos en redes sociales, según reveló el New York Post.
Erick sostiene: “Era algo que iba a pasar. Sabía que lo iban a tomar”, al tiempo que asegura que su labor no busca generar conflictos con la ciudad; simplemente prefiere este estilo de vida. “No hago esto para complicarle las cosas a la ciudad. Voy a ser una carga pase lo que pase. Esto simplemente me funciona. Tienes que hacer lo que hagas porque te funciona”, enfatiza.
Vecinos como María Alvarado, madre de dos hijos, admiten que los campamentos pueden generar basura y problemas de seguridad con agujas para drogas en la vía pública. Sin embargo, diferencia el caso de Erick del resto del asentamiento: “No molesta a nadie. Simplemente está ahí, en su árbol. Pasas y nunca te ha faltado al respeto. Siempre está en su pequeño mundo”, expresó.
La percepción no es igual para todos. Un comerciante local responsabiliza al propio Erick de robos en la zona: “Me robaron dos abridores de portones que valían $8,000 cada uno. Vi las imágenes y ese es el culpable”, comentó señalando el árbol. El indigente rechaza estas acusaciones; asegura que subsiste recolectando y vendiendo materiales reciclables y no comete hurtos.
Resguardarse en las alturas le sirve para minimizar riesgos, ya que los lofts lo protegen de los robos nocturnos, asaltos y violencia aleatoria que amenazan a las personas que viven en barrios marginales en expansión y campamentos callejeros en toda el área de Los Ángeles.
Además, desde que vive en las calles, hace cerca de una década, esta es la cuarta casa en el árbol que construye. La próxima planea adaptarla con red de trampolín, poste de bomberos y paredes camufladas, y hasta un asiento eyectable para escapar.
“Quiero hacer un asiento eyectable, ya sabes, una silla que se desliza hacia atrás a través de la pared así”, explicó al tabloide mientras mostraba cómo funcionaría la maniobra de escape.
La alcaldesa Karen Bass aseguró recientemente que las tasas de indigencia en Los Ángeles disminuyeron en 2024 por primera vez en años, mientras persisten barrios de tiendas de campaña y refugios improvisados.
Para Erick, la construcción de hogares en las alturas es tanto una pasión como necesidad. “Esta no es la primera casa en el árbol que se ha construido. Tarzán construyó una casa en el árbol cuando su avión se estrelló. Simplemente la estoy recuperando”, afirma, decidido a mantener su vida entre las ramas, independiente de las redadas y desalojos oficiales.