La serie Vikingos, emitida entre 2013 y 2020, transformó la manera en que millones de espectadores en todo el mundo imaginan la historia nórdica. Inspirada en relatos de conquistas, exploraciones y conflictos del siglo IX, la producción se convirtió en un fenómeno cultural al combinar acción, drama y mitología.
Según National Geographic, su popularidad contribuyó a difundir una visión estilizada de la era vikinga, en la que hechos históricos y leyendas se entrelazan sin distinción clara.

La serie sigue a Ragnar Lothbrok, un guerrero escandinavo que desafía reinos cristianos y lidera incursiones en territorios desconocidos. Esta figura, eje narrativo de la trama, encarna el espíritu épico que caracteriza a la producción, aunque su origen se encuentra más en la literatura medieval que en fuentes históricas confiables.
De acuerdo con National Geographic, textos como el Gesta Danorum, del cronista danés Saxo Grammaticus, agrupan bajo el nombre de Ragnar a diversos personajes históricos y míticos, entre ellos Horik el Viejo, Harald “Klak” Halfdansson y Ragnall ua Ímair.
La académica H. R. Ellis Davidson, citada por el medio, sostiene que el personaje es un producto literario compuesto por episodios y hazañas de distintos líderes escandinavos. En este sentido, la serie consolida un retrato unificado de un héroe que probablemente nunca existió como tal.

Uno de los recursos más notorios en Vikingos es la superposición de figuras históricas de diferentes épocas, lo que permite construir enfrentamientos y alianzas que jamás ocurrieron.
National Geographic indica que personajes como Rollo —basado en Hrolf Ganger, fundador de la dinastía normanda en el año 911— aparecen junto a Alfredo el Grande, rey de Wessex, nacido en 849, después de la supuesta muerte de Ragnar.
La serie adapta la línea temporal a las necesidades dramáticas, lo que refuerza la tensión narrativa pero genera una imagen distorsionada del pasado escandinavo. Esta manipulación llevó a que muchos espectadores interpreten como verídicas situaciones que carecen de respaldo documental.

Las hazañas marítimas son otro eje clave de la narrativa. En la ficción, los drakkar, emblemáticas embarcaciones vikingas con cabezas de dragón, realizan travesías oceánicas hacia Inglaterra o el Mediterráneo.
No obstante, National Geographic aclara que estos barcos fueron diseñados principalmente para incursiones costeras y navegación fluvial.
Para cruzar grandes distancias, los vikingos empleaban naves más robustas, como los knarr, que facilitaron los viajes hacia Islandia, Groenlandia y América. Al exagerar la versatilidad de los drakkar, la serie transmite una imagen simplificada de la sofisticación naval vikinga.

Más allá de los errores históricos puntuales, Vikingos presenta a la sociedad nórdica como un mundo regido por la libertad, el coraje y la aventura.
Esta representación, aunque atractiva, omite aspectos fundamentales de la vida escandinava, como las jerarquías sociales, los conflictos internos y la diversidad de roles dentro de las comunidades.
National Geographic advierte que la producción deja en segundo plano la riqueza cultural, económica y política de los pueblos vikingos, al centrar la atención en la épica del combate. La historia real muestra una sociedad compleja, marcada por tensiones y estructuras que la serie elude en favor del espectáculo.

Aunque inexacta en múltiples aspectos, la serie Vikingos despertó un renovado interés por el pasado escandinavo.
National Geographic concluye que esta ficción consolidó una imagen poderosa pero parcial de la era vikinga, al superponer mitos, reinterpretar cronologías y exaltar figuras legendarias.
El resultado es un universo visualmente impactante que, si bien acerca al gran público a una cultura fascinante, relega la historia documentada a un segundo plano.