
El Mundo Boca existe. Tampoco es un slogan el fenómeno popular. La camiseta moviliza a su gente, que se luce ruidosamente. Los hinchas ahora lo dejaron ver en Miami. En la playa, en la calle, en el outlet. O en el Hard Rock, que por un día se transformó en una sucursal de la Bombonera. No viajaron por la motivación que le generó el equipo en el primer semestre del año sino para bancar al escudo. Hace tiempo que piden ser campeón, volver a la Libertadores y que el espectáculo sea dentro de la cancha. Ponderar más a los que juegan que a los que cantan. La primera foto del equipo de Russo les devolvió ese orgullo que parecía olvidado. Boca jugó con la tensión competitiva de un Mundial; Benfica, salvo por el espíritu de los argentinos, un torneo de verano. Fue el debut de un equipo serio, inteligente, que achicó bien los espacios con dos líneas de 4 aun con ofensivos como Zenón y Palacios por las bandas, que pegó cuando olfateó la duda rival. Recompuso su autoestima. Entendió que a lo Boca se juega mejor. Algunas caras largas del final delatan que sintieron cerca los tres puntos, pero en la previa se miraba con cariño un empate. Aun cuando se sepa que es Sportivo Ganar Siempre, como patentó el Toto Lorenzo, el Bianchi antes de la llegada del Virrey, Boca mereció el aplauso. En el Mundial de Clubes sí aparece en su diccionario el verbo competir. Y esta vez estuvo a la altura.
El espíritu del barrio salió a escena contra el glamour europeo. Son otros tiempos. La gente ahora no espera las pisadas del mejor Riquelme contra Makelele ni el optimismo goleador de Palermo. Ni siquiera la marca heroica de Matellán al Galáctico Figo. Ese fue el mejor equipo de la historia del club y con el entrenador estatua. Hoy hay que apretar los dientes, reconocerse en algún aspecto inferior, agudizar el ingenio y lustrar el carácter. Es un valor, entonces, puntualizar que Boca se impuso en el vigor físico. El roce ponía incómodo al Benfica. El abanderado resultó Ayrton Costa, el mejor defensor del equipo ganando literalmente los duelos. Los enfrentó al límite, llevándose casi siempre la pelota. Si podía raspar rivales con su movimiento natural, mejor todavía. Hasta hizo expulsar a un rival con un buen anticipo de arriba. Al igual que Russo con sus declaraciones ambiguas, Ayrton Costa apagó un potencial incendio mediático. No era un partido cualquiera para reemplazar a Marcos Rojo. Y respondió con virtudes futbolísticas para darle argumentos a una decisión que se tomó fuera de la cancha y es el principio del fin del sub capitán en el club. Más del DT fue la jugada de atacar por izquierda, de ir a la segunda pelota con Lautaro Blanco lanzado. Por ahí el lateral pasó a su marcador de caño y después asistió al genial desmarque de Merentiel. El uruguayo, por precio y cantidad de goles, es el hallazgo de los mercados de Riquelme: no sólo llevó la cinta de Cavani. Hasta hizo que no se añore al que debe ser el jugador franquicia.

Battaglia jugó un buen partido de 5 y llegó al gol. Belmonte entró bien. Velasco en el primer tiempo trató de enderezar su nivel. Los volantes fueron generosos en las coberturas para ayudar a los defensores. Boca en realidad dio una imagen sólida de equipo. Eso sí, le costó ordenarse mejor desde la posesión cuando Benfica quedó con 10. Tal vez no estaba esa parte en el plan de partido, porque jugó más como lo suelen enfrentar en el fútbol argentino. Y fundamentalmente padeció la pelota parada por errores individuales. Palacios le hizo penal a Otamendi cuando fue a buscar un córner al primer palo, una infracción bien avisada por el VAR. Y el empate llegó cuando el mismo Otamendi se le despegó varios metros a Ayrton Costa para cabecear al 2-2. Ese gen competitivo del argentino lo llevó a ser capitán. El central de la Selección empujó hasta el final, aún por encima de jugar un partido especial por ser confeso hincha de River. De hecho el gol lo gritó tipo Enzo Pérez en los tiempos que era rival. Adelante, Angelito Di María no se lució como el crack que es, no hubo tanta conexión en ataque. Aunque el penal lo pateó con pasito maradoniano... El otro error individual de Boca se dio por responsabilidad de Figal. Ya había zafado de que le cobraran un penal porque había offside en la jugada. A minutos del final, sobre un lateral, fue a una disputa de un modo destemplado y lo echaron. A veces se le va la cabeza y toma decisiones que conspiran contra él mismo. El otro foco de atención es la fragilidad física de Ander Herrera. El español duró apenas 19 minutos en la cancha... Su llegada jerarquiza a Boca. Es un futbolista que inspira a los jóvenes. Pero su cantidad de lesiones delatan...
Russo por todo eso fue moderado en su discurso. Tiene el ego educado. Las pasó todas en su carrera. Es un equilibrista político acorde a las tensiones de estos tiempos de Boca. Igual sabe que esta presentación es auspiciosa para él. A Riquelme lo tiene feliz porque sus prácticas son “normales”, porque hay más fútbol que antes. Como si Miguel fuera otra vez el último campeón de América, el del 2007, y no el entrenador despedido como cualquier otro en el 2021. Aunque después los que realmente cambian el humor de los hinchas son los jugadores. Ellos saben que deben volver a jugar bien y ganar urgente. En los últimos tiempos fueron apuntados hasta los que parecían intocables... Para cumplir ese anhelo es súper necesario contar por fin con Leandro Paredes. Competir a este nivel puede seducir, si es que falta algo. En realidad hay fotos que confirman que a la vuelta del Mundial de Clubes, el volante a punto de cumplir 31 años será el 5 del equipo y el líder del proyecto futbolístico. Román ahora sí deja ver su ilusión en los micrófonos que se le acercan en Miami, diferente a la negociación casi muda de hace seis meses. Y Paredes no sólo repite que está cerca: va de vacaciones a un lugar invadido por hinchas de Boca y aparece en la cancha para ver al equipo. Es el otro jugador número 12 en Miami. Uno más famoso, pero con las mismas ganas de vivir otra vez en ese Mundo.