
Los fiscales federales de Estados Unidos acusaron formalmente a siete hombres por estar presuntamente involucrados en el robo de más de 100 millones de dólares en joyas, cometido en julio de 2022 contra un camión de seguridad de la empresa Brinks. El atraco, ejecutado sin un solo disparo ni heridos, es considerado por la Oficina del Fiscal Federal como “el mayor robo de joyas en la historia de Estados Unidos”.
Los acusados enfrentan cargos federales tras una investigación que se extendió durante casi tres años. Las autoridades creen que el grupo siguió durante 300 millas (más de 400 km) al vehículo blindado, desde una feria internacional de joyería en San Mateo, California, hasta una parada en la localidad de Lebec, a unos 110 kilómetros al norte de Los Ángeles. Allí, en cuestión de minutos y sin levantar sospechas, se llevaron 24 bolsas repletas de piedras preciosas, relojes de alta gama y metales preciosos.
El operativo se realizó de madrugada, mientras el conductor y el guardia del camión habían entrado a una estación de servicio Flying J. Según relató la fiscal adjunta Jena MacCabe en entrevista con USA TODAY, “eran profesionales, estaban organizados y preparados. Tenían un sistema muy efectivo y lograron realizar carga tras carga”.

La banda habría comenzado su vigilancia el 10 de julio de 2022 en San Mateo, durante el embalaje de mercancías provenientes de la exposición de joyas, pero no actuaron de inmediato. En cambio, siguieron el camión hacia el sur por 300 millas hasta esperar el momento adecuado para intervenir.
Según el expediente judicial, mientras parte del grupo hacía de vigilantes, otros aprovecharon el descuido del personal del vehículo para romper el cierre del compartimento de carga y extraer selectivamente 24 de las 73 bolsas almacenadas. Entre los artículos robados había relojes Rolex, anillos de esmeralda, aretes de diamantes, collares de oro y una piedra de jade lavanda del tamaño de una cigarra.
Tras el golpe, los sospechosos desactivaron sus líneas telefónicas y cortaron cualquier canal de rastreo digital, desapareciendo por completo durante meses. La fiscal MacCabe afirmó que esta maniobra fue parte de su intento de borrar huellas: “Intentaron cubrir su rastro lo mejor posible”.

Los fiscales federales creen que el asalto al camión de Brinks no fue el único perpetrado por este grupo. El primer robo atribuido se remonta al 2 de marzo de 2022, cuando interceptaron un camión cargado con productos Samsung en Ontario, California, y se llevaron mercancía por valor de 240,000 dólares tras distraer al conductor dentro de una tienda.
Días después, el 11 de marzo, repitieron la fórmula con otro camión que transportaba dispositivos Apple AirTags desde China a un almacén en Fontana. Uno de los implicados incluso llegó a amenazar al conductor con un cuchillo, aunque sin causarle daño, antes de huir con 57,000 dólares en productos.
El tercer robo confirmado tuvo lugar el 25 de mayo, cuando irrumpieron con una barreta en un semirremolque cargado nuevamente con equipos Samsung, sustrayendo unos 14,000 dólares en mercancía.

La clave para resolver el caso, a pesar de la ausencia de testigos y evidencia directa, fue una combinación de tecnologías y trabajo de campo. “Realmente fue la diligencia de los investigadores, entrevistando a las víctimas, revisando todas las grabaciones, analizando los vehículos involucrados, y rastreando los registros telefónicos”, explicó MacCabe a USA TODAY.
Las autoridades analizaron grabaciones de la estación Flying J, donde ocurrió el robo de joyas, y cotejaron imágenes de vehículos y movimientos de teléfonos móviles, incluso después de que los números originales fueron desactivados. Esto les permitió identificar y localizar a los siete presuntos responsables.
Durante los allanamientos realizados el 16 de junio, los fiscales reportaron el hallazgo de parte de las joyas robadas, aunque no precisaron la cantidad exacta. Según MacCabe, “es menos de la mitad del total, y los investigadores siguen intentando recuperar el resto”. Tampoco hay evidencia clara de que los sospechosos hayan gastado grandes sumas: “No tenemos información sobre gastos lujosos”, añadió la fiscal.

Los imputados fueron identificados como:
- Carlos Víctor Mestanza Cercado, 31 años, residente en Pasadena, California.
- Jazael Padilla Resto, alias “Ricardo Noel Moya”, “Ricardo Barbosa” y “Alberto Javier Loza Chamorro”, 36 años, actualmente preso en Arizona.
- Pablo Raúl Lugo Larroig, alias “Walter Loza”, 41 años, residente en Rialto, California.
- Víctor Hugo Valencia Solorzano, 60 años, de Los Ángeles.
- Jorge Enrique Albán, 33 años, también de Los Ángeles.
- Jeson Nelon Presilla Flores, 42 años, de Upland, California.
- Eduardo Macias Ibarra, 36 años, de Los Ángeles.
Todos enfrentan cargos por conspiración y robo de cargamentos interestatales y extranjeros. Además, cinco de ellos —Mestanza, Padilla, Lugo, Valencia y Albán— también enfrentan cargos por conspiración para interferir con el comercio mediante robo, un delito federal.
Según el Departamento de Justicia, las penas máximas son de 20 años de prisión para los cinco principales implicados y de 15 años para Flores e Ibarra. La situación migratoria de los acusados varía: algunos son ciudadanos estadounidenses, otros estaban en el país sin autorización, aunque las autoridades no han precisado quiénes pertenecen a cada categoría.
Las fuentes citadas en este informe provienen exclusivamente de USA TODAY, con declaraciones directas de la fiscal adjunta Jena MacCabe y detalles obtenidos del acta de acusación federal revelada el 17 de junio de 2025.