
Lo que comenzó como una búsqueda de consuelo tras la pérdida de un hijo terminó convirtiéndose en una de las historias más insólitas de los últimos años.
Amanda Large Teague, una mujer de Irlanda del Norte, asegura que en 2014 se encontró por primera vez con el espíritu de un pirata haitiano de 300 años mientras meditaba.
Al principio lo rechazó, pero después de varios encuentros decidió entablar comunicación con él. Con el tiempo, dijo convencerse de que se trataba de Jack Teague, quien, según ella, habría inspirado al personaje del Capitán Jack Sparrow en la cinta Piratas del Caribe.
La relación espiritual creció hasta convertirse en un vínculo romántico que derivó en matrimonio en julio de 2016. La ceremonia se realizó en aguas internacionales del Atlántico y fue oficiada por un autodenominado chamán celta.

Como Jack no podía pronunciar votos ni portar un anillo, un médium intervino para que diera su consentimiento, mientras Amanda colocaba la sortija en una vela en representación del novio.
Meses después, la pareja celebró también una ceremonia pagana inspirada en tradiciones wiccanas y Amanda tomó el apellido de Jack.
La incursión de Amanda en el mundo espiritual comenzó tras la muerte de su hijo Thomas, de apenas tres meses, víctima del síndrome de muerte súbita del lactante en 2010.
Hasta entonces se consideraba agnóstica, pero esa tragedia la impulsó a buscar respuestas en distintas religiones y prácticas. Ninguna terminó de convencerla, salvo la Wicca, corriente pagana que sostiene la unidad de todos los seres vivos con lo divino.

La mujer de 46 años adoptó creencias asociadas a la espiritualidad de la Nueva Era, como la reencarnación, la astrología y la comunicación con los muertos. Su relación con Jack parecía encajar en esa lógica.
“Si crees en Dios o en los ángeles, si crees en algo que no sea de este mundo, entonces crees en el espíritu. ¿Por qué considerar lo que me pasó como inimaginable?”, declaró al Washington Post.
La historia no pasó desapercibida para los medios internacionales. Titulares como “La mujer que se casó con un pirata fantasma” circularon en periódicos de Reino Unido y Estados Unidos, convirtiendo a Amanda Large en una figura mediática.
Sus cuatro hijos vivos y sus amigos en círculos espirituales apoyaron su decisión, aunque sus padres mostraron más reservas.
Sin embargo, lo que parecía un matrimonio peculiar pronto se tornó en pesadilla. Ella relató que, dos semanas después de la boda, comenzó a sufrir problemas de salud que atribuyó a Jack.

Según su testimonio, el fantasma se volvió posesivo y amenazante, al punto de advertirle que la mataría si intentaba dejarlo.
Finalmente, en diciembre de ese mismo año, se sometió a una “extracción del alma”, un ritual chamánico de desposesión, tras el cual aseguró que Jack desapareció y su salud mejoró.
Expertos en espiritualidad y antropología señalan que, aunque inusual, la experiencia de Amanda Large no es del todo ajena a prácticas de la Nueva Era.
TM Luhrmann, profesora de antropología en Stanford, apuntó que el trauma por la muerte de su hijo pudo llevarla a un estado disociativo, similar al trance, donde las experiencias se perciben como reales y se repiten en la memoria.

Actualmente, Amanda Large se identifica como pagana y continúa ligada a ciertas prácticas espirituales, aunque con un tono más cauteloso. Su experiencia, dice, es también una advertencia.
“Les diría a quienes estén pensando en meterse en esto: tengan muchísimo cuidado. Y si alguien no les advierte sobre los peligros, lárguense”, dijo en una entrevista.