
Los caballos Brumby forman parte del paisaje australiano desde hace más de dos siglos. Aunque no constituyen una raza definida, se les considera un conjunto de caballos salvajes descendientes de ejemplares domésticos que fueron abandonados o liberados con el paso del tiempo. Su presencia ha marcado tanto la historia del país como su entorno natural.
De tamaño reducido y temperamento indómito, este tipo de equinos han desarrollado características físicas adaptadas a las condiciones extremas de los montes australianos. Estos animales, sin embargo, también han generado controversia por su impacto en los ecosistemas locales, al competir por alimento con el ganado y otras especies nativas.
En la actualidad, la supervivencia de los también conocidos como Brumbies enfrentan un dilema. Por un lado, son vistos como parte del patrimonio cultural australiano, pero al mismo tiempo las autoridades los consideran una amenaza ambiental debido a la sobrepoblación. Esta situación ha derivado en políticas de control que ponen en riesgo su permanencia.

Los caballos llegaron a Australia con los primeros colonos europeos en el siglo XVIII. Durante la fiebre del oro de 1851 se importaron más ejemplares para labores de carga y transporte, pero al agotarse el mineral muchos mineros liberaron a sus animales. Con el tiempo, estos caballos se adaptaron a la vida salvaje.
Su número creció de manera sostenida y, pese a no provenir de una crianza planificada, los descendientes mostraron resistencia y fortaleza. De acuerdo con registros históricos, durante la guerra de los Bóers y la Primera Guerra Mundial se capturaron caballos Brumby en distintas regiones de Australia para integrarlos a los regimientos de caballería. Al concluir los conflictos, muchos fueron nuevamente liberados.
El sitio de la Oklahoma State University señala que “los caballos Brumbies rara vez presentan un tamaño, conformación o color uniformes. Esto se debe a que las yeguas domésticas pueden escaparse y unirse a manadas de caballos salvajes. Además, originalmente eran de raza mixta, incluyendo caballos de tiro australianos y pura sangre”.
Este tipo de ejemplares suelen medir entre 145 y 155 centímetros. Por las condiciones de escasez de alimento y el clima, desarrollan cuerpos pequeños y delgados, con poca musculatura. Su pelaje suele ser negro o marrón, y se les describe como animales desconfiados frente a los humanos, lo que los hace poco aptos para la equitación tradicional.
En cuanto a su reproducción, las yeguas alcanzan la pubertad entre los 15 y 24 meses, mientras que los machos lo hacen entre los 14 y 18 meses. El ciclo estral dura 21 días y el celo se extiende por un promedio de cinco. La gestación puede prolongarse de 335 a 350 días, según información de estudios veterinarios.
La expansión de las manadas en áreas rurales ha generado tensiones con la ganadería y la fauna autóctona. Debido a que compiten por los recursos, las autoridades australianas han implementado planes de control que incluyen la caza y eliminación de ejemplares. Estas prácticas, de acuerdo con expertos, representan un riesgo de que la especie desaparezca en estado salvaje, pese a que para muchos habitantes sigue siendo un símbolo de la historia del país.