Casi la mitad de los jóvenes de la Generación Z admite mentir en sus solicitudes de empleo, según encuesta

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La presión por destacar enLa presión por destacar en un mercado laboral competitivo impulsa a algunos jóvenes a modificar su historial profesional. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Una reciente encuesta reveló que el 47% de los trabajadores de la Generación Z, nacidos entre 1997 y 2012, reconoció haber mentido o exagerado información en sus solicitudes de empleo, una proporción considerablemente más alta que la de generaciones anteriores. El informe, publicado por career.io y replicado por Newsweek, detalla cómo esta práctica se ha convertido en una tendencia entre los más jóvenes del mercado laboral estadounidense.

La Generación Z es, por amplio margen, el grupo que más admite haber exagerado o mentido en sus solicitudes de empleo: un 47% lo reconoció, en comparación al 38% de los millennials, el 20% de la Generación X y solo el 9% de los baby boomers. Dentro del grupo total de la Gen Z que reconoció haber proporcionado información falsa o imprecisa—sin importar su edad—el 23% dijo haber exagerado las responsabilidades de un empleo anterior, mientras que el 22% aseguró haber declarado haber trabajado en un lugar donde en realidad nunca estuvo.

El fenómeno ha avivado un debate sobre la preparación profesional de esta generación y los desafíos que enfrenta para insertarse laboralmente. Según un informe de Intelligent.com citado por Newsweek, uno de cada seis empleadores manifestó reticencias para contratar recién graduados por dudas sobre su nivel de preparación, sus habilidades de comunicación y su profesionalismo. Además, seis de cada diez empresas dijeron haber despedido a jóvenes contratados en 2024, y uno de cada siete evaluaba abstenerse de contratar recién egresados en el próximo año.

Más allá de la ética personal, algunos expertos consultados por Newsweek señalaron que estas prácticas podrían ser el reflejo de un sistema laboral que promueve la exageración desde ambas partes. Bryan Driscoll, consultor de Recursos Humanos, argumentó que “mentir en un currículum no es ilegal. Prometer un salario competitivo y ofrecer 17 dólares la hora debería serlo”. Según Driscoll, el problema no es la Generación Z sino un mercado laboral que “recompensa el esfuerzo performativo, castiga la honestidad y desaparece luego de entrevistas interminables”.

Desde esta perspectiva, la exageración en los currículums sería una respuesta adaptativa a una estructura que exige un perfil ideal muchas veces imposible de cumplir desde la honestidad. Driscoll también criticó la hipocresía de ciertas ofertas laborales: “Ambiente acelerado” suele significar “falta de personal”; “cultura familiar”, “falta de límites”; “oportunidad de crecimiento”, “ninguna oportunidad real”.

El uso estratégico del currículumEl uso estratégico del currículum como herramienta de marketing personal genera debate entre expertos en reclutamiento. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Alex Beene, instructor de alfabetización financiera en la Universidad de Tennessee en Martin, ofreció otra lectura al fenómeno: “Algunos se preguntan ‘¿por qué la Generación Z mentiría en solicitudes de empleo?’, pero la mejor pregunta es: ‘¿cree realmente la Generación Z que está mintiendo en contextos profesionales?’”. Beene señaló que esta generación, la primera completamente criada en la era de las redes sociales, está acostumbrada a moldear su imagen pública. Esa práctica de “realidad curada” podría haber traspasado los límites de lo personal hacia el mundo profesional.

Para Beene, no se trata de una intención maliciosa sino de una consecuencia cultural. La percepción digital de éxito, proyectada en plataformas como Instagram o LinkedIn, condiciona la manera en que los jóvenes representan sus competencias. Sin embargo, advirtió que esta práctica puede ser contraproducente: si los candidatos no tienen las habilidades que afirman poseer, pueden sentirse rápidamente abrumados en el entorno laboral o perder su empleo.

El informe también alerta sobre las consecuencias económicas de estas exageraciones para las compañías. Business.com calcula que una mala contratación puede costar hasta el 30% del salario anual del empleado. En ese sentido, un proceso de selección fallido que derive de un currículum falso no solo afecta al trabajador sino que impacta en la productividad y en el presupuesto de la empresa.

Los datos revelan además una diferencia de género: el 33% de los hombres admitieron haber mentido en sus solicitudes, frente al 21% de las mujeres. Este dato puede sugerir diferencias en el nivel de presión percibida o en la confianza para “venderse” mejor en el mercado laboral.

La Generación Z enfrenta altosLa Generación Z enfrenta altos niveles de escrutinio sobre su preparación profesional y habilidades interpersonales. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Drew Powers, fundador del grupo financiero Powers Financial Group, ofreció una mirada más indulgente: “La exageración en un currículum es común en todas las generaciones. La Generación Z tiene la menor cantidad de años en la fuerza laboral, y por tanto, la experiencia más básica”. Según explicó a Newsweek, es natural que un joven con un pasado como camarero opte por describir su rol como “especialista en hospitalidad”. Para Powers, “no podemos culpar a la Generación Z por su juventud, y un poco de hipérbole artística me parece aceptable. Al menos demuestra cierto nivel de creatividad”.

Amanda Augustine, coach profesional certificada, se pronunció en contra de las mentiras, aunque ofreció alternativas: “Si te preocupa que tu experiencia no encaje perfectamente en una oferta, enfócate en reestructurar la información en lugar de falsificarla”. Augustine recordó que el currículum no es un documento legal, pero tampoco debe ser una obra de ficción: “Su propósito es presentar tus habilidades y experiencia —tu historia laboral— de la mejor manera posible, sin tergiversar tus cualificaciones”.

Finalmente, Kevin Thompson, CEO de 9i Capital Group y conductor del pódcast 9innings, sugirió que la proporción de jóvenes que mienten puede no ser muy distinta a la de generaciones anteriores: “Probablemente nunca tuvimos datos reales de cuántos mentían en los años 50, 60 o 70, pero apostaría a que no fue una práctica ausente en aquel entonces”.

A pesar del debate ético, la mayoría de los expertos coinciden en que cierta exageración es esperable, sobre todo en empleos de nivel inicial. La línea entre marketing personal y falsedad deliberada sigue difusa, en un entorno donde los candidatos tratan de adaptarse a un sistema que, en palabras de Driscoll, “es disfuncional desde la raíz”.

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