Entrar a la casa de Mariana Pussacq es adentrarse en un universo nuevo, y una filosofía particular atraviesa cada rincón de su vivienda.
Desde el color se busca reflejar la esencia de quienes habitan esos espacios, junto con una notable selección de materiales nobles y duraderos, capaces de resistir el paso del tiempo y aportar a cada ambiente una energía especial.

En diálogo con Infobae Deco, Pussacq revela que la elección de cada elemento, desde el mobiliario hasta los textiles y objetos decorativos, responde a una visión integral del diseño, donde la autenticidad y la conexión sensorial prevalecen sobre las tendencias pasajeras.

La propuesta de interiorismo se distingue por una impronta personal y una coherencia conceptual muy particular.

La diseñadora explica que casi todos los muebles de su casa la acompañan desde 2005, aunque han experimentado transformaciones cromáticas y la incorporación de nuevas piezas.

La disposición del living, que desafía las convenciones, surge de la necesidad de resolver un espacio amplio sin fragmentarlo artificialmente. “O hacía dos livings, pero con algo que iba a cortar en el medio, que iba a ser raro, o unía con esta especie de sillón/cama”, detalla Pussacq, aludiendo a una pieza central que permite alternar entre sentarse y recostarse, y que contribuye a un ambiente relajado y versátil.
El color ocupa un lugar central en la narrativa espacial de la casa. La paleta elegida para el living combina azul, verde, amarillo, dorado y rosa, evocando la diversidad cromática de la selva, un entorno con el que la diseñadora siente una afinidad profunda.

“La casa tiene mucha selva. Para mí la selva es el lugar geográfico que más me siento cómoda, me siento totalmente de la selva”, confiesa. Esta inspiración se traduce en la presencia de múltiples tonalidades de verde, desde los más intensos hasta los más oscuros y sombríos, que se replican tanto en las plantas del interior como en las del exterior. El resultado es un living que, en palabras de Pussacq, invita a “estar tirado en una selva”, donde la vegetación y los colores generan una atmósfera de descanso y conexión con la naturaleza.

El comedor y la cocina continúan esta lógica sensorial, aunque con una impronta diferente. Ambos espacios están revestidos con telas turquesa, un color que la diseñadora asocia con los cielos de Uruguay y que, en su visión, transforma el techo en un “cielo geométrico”.

Las sillas fucsias, vinculadas al chakra raíz, aportan un contraste vibrante y una sensación de enraizamiento. “Cuando estás sentado, estás como enraizado, pero estás con el cielo. Entonces, te da una armonía en el contraste de color, que por ahí es impensado porque es un fucsia con un turquesa y un celeste”, explica. Las cortinas, confeccionadas en organza de lino y terciopelo, permiten separar ambientes y modular la intimidad, mientras que los textiles y productos son todos de autoría propia, reforzando la idea de un diseño holístico y personalizado.
La materialidad de la casa responde a la misma lógica de permanencia y autenticidad. La madera maciza, como el lapacho utilizado en algunos muebles, el mármol, los terciopelos, los linos y las piezas pintadas a mano conforman un repertorio de materiales nobles, seleccionados por su durabilidad y su capacidad para envejecer con dignidad. “Todas cosas que te van a durar años”, enfatiza Pussacq. Los objetos decorativos provienen de viajes, mercados vintage y colecciones personales, e incluyen desde vasos de Milán hasta amuletos y piedras como cuarzos que la diseñadora distribuye por toda la casa.

Más allá de la estética, Pussacq sostiene que el interiorismo tiene un impacto directo en el bienestar de quienes habitan los espacios. porque los ambientes poseen una energía medible, capaz de influir en el estado anímico y físico de las personas. “No solamente nosotros tenemos energía, los ambientes donde vivimos también tienen energía, también vibran. Vos lo podés medir en cuánto vibra cada ambiente”, afirma, y recuerda que en la antigüedad, civilizaciones como la egipcia consideraban fundamental la vibración de los espacios habitados.

La diseñadora cuestiona la hegemonía del blanco y la neutralidad en la decoración contemporánea, fenómeno que atribuye a una combinación de factores económicos, modas importadas y temores sociales. “El color y la pintura es casi como el nudismo, que se armó socialmente una cuestión de que el blanco está bien, y si es color, no”, reflexiona. Para Pussacq, el color es una frecuencia interna que debe alinearse con la identidad de cada persona, y su elección requiere un proceso de introspección y autoconocimiento.

En su trabajo con clientes, Pussacq evita el uso de referencias visuales y prefiere iniciar el proceso con una meditación de enraizamiento y un ejercicio sensorial de conexión con el color. “Primero elijo el color y después armo la forma. Primero color y después forma”, resume, subrayando que la paleta cromática elegida por el cliente se convierte en el punto de partida para el desarrollo del proyecto. La materialidad y la morfología se definen en función de esa elección, lo que garantiza que el resultado final refleje la autenticidad y las necesidades de quien va a habitar el espacio.

La visión de Mariana Pussacq desafía los paradigmas convencionales del diseño de interiores y reivindica el valor de la introspección, la autenticidad y la conexión sensorial como motores de la creatividad y el bienestar en el hogar.
Foto y Video: Ceci Longar