
Probablemente abrumado por la culpa, el médico ecuatoriano Christian Alexander González Morales (31) se presentó el martes pasado ante la Fiscalía de Ñuñoa en Santiago junto a su abogado para entregar antecedentes sobre el paradero de Francisco Albornoz (21), técnico farmacéutico que llevaba 12 días desaparecido, y cuyo cuerpo fue finalmente hallado al día siguiente a más de 150 kms de donde fue visto por última vez, entre matorrales y a la vera del camino en la ribera del río Tinguiririca, cerca de la comuna de San Fernando.
González confesó además la ubicación de un segundo involucrado, un chef chileno de 41 años identificado como José Miguel Baeza, quien fue detenido ese miércoles en Codegua (75 kms al sur de Santiago). Al interior de su casa la policía halló una estufa y algunas prendas de ropa a medio quemar que pertenecían al malogrado farmacéutico.
Según trascendió en varios medios locales, en su declaración el médico ecuatoriano aseguró que los tres se habían conocido mediante una aplicación de citas y se reunieron en el departamento del médico en la Villa Frei, en la comuna santiaguina de Ñuñoa, a practicar el llamado “chemsex”, a saber, largas sesiones de sexo y drogas duras.
También dio detalles de qué tipo de prácticas sexuales llevaron a cabo esa noche y aseguró que todos consumieron cocaína y popper, un solvente de efecto estimulante y vasodilatador con sensación de euforia y aumento del deseo sexual. Producto de esta mezcla con alcohol y al calor de la noche, Albornoz habría fallecido de un ataque cardíaco.
Aterrados, drogados y sin saber qué hacer, los dos detenidos envolvieron su cuerpo en una frazada y manejaron 155 kms hasta el sector rural y de difícil acceso donde finalmente lo abandonaron.
De hecho, el último mensaje de Albornoz vía WhatsApp a un cercano rezaba: “Estoy en Ñuñoa en el depa con unos amigos”.

Dicha versión calzaba con las pericias preliminares de la policía, las que arrojaron que el cuerpo de Albornoz no presentaba señales de intervención de terceros, y fue refrendada por el abogado defensor del médico ecuatoriano, Gabriel Solorzano, quien en conversación con Chilevisión sostuvo que todo se trató de “una noche en que tres personas adultas se juntaron y las cosas salieron mal, se salieron de control”.
Según Albornoz -también ecuatoriano y además médico-, los tres se habían conocido el día anterior a la reunión, no eran amigos y “siempre estuvieron en el departamento (...) fueron varias horas que estuvieron allí”.
De paso, aseguró que su cliente “no cometió ningún homicidio”, aunque está “completamente” arrepentido.
“Tomemos en cuenta que hubo consumo de sustancias: trató de ayudar”, remató.
Sin embargo, las sospechas se encendieron en la familia y amigos de Albornoz, pues varios de ellos aseguraron que el malogrado joven no consumía drogas.
“Yo veo que Pancho fue inducido a hacer algún tipo de estupidez, típico de cabros (...) Fue muy raro que nos digan que él estuvo drogándose“, sostuvo uno de sus primos en el velorio.

Y el jueves, sus dudas se vieron confirmadas cuando el medio The Clinic tuvo acceso al certificado de defunción emitido por el forense del Servicio Médico Legal de San Fernando, Nicolás Villagra, el que consigna que Albornoz murió producto de un “traumatismo encéfalo craneano“, descartando de momento una posible sobredosis como la causa de muerte.
Para peor, y de acuerdo a las lesiones en su cuerpo, Albornoz habría sido arrojado aún con vida a la quebrada donde fue hallado.
Rodrigo Pinilla, tío de Francisco, expuso su propia tesis en conversación con el matinal de TVN Buenos Días a Todos.
“Para mí a Pancho lo drogaron arriba en el departamento, donde estaba el doctor y el chef. Y si lo bajaron, alguien tuvo que haber visto algo, el mismo conserje. Si lo bajaron vivo, medio drogado, en el camino le pudieron haber hecho miles de cosas más”, señaló taxativo.
“Lo tiraron 20 o 30 metros al vacío y lo más seguro es que en eso se pudo haber fracturado su cabeza y estuvo agonizando”, agregó.
“Si fue así, a Pancho lo tuvieron que haber tirado vivo y quizás cuánto estuvo sufriendo (...) Al pensar eso, me duele todo”, cerró acongojado.
El viernes, más de 100 personas asistieron al funeral de Francisco Albornoz en el Cementerio Metropolitano de Santiago, y la familia anunció que interpondrá una querella criminal contra los dos implicados en el hecho que conmocionó a todo el país.
En un emotivo discurso, su compañero de casa, Gonzalo Ortiz, manifestó que “Francisco, como cualquier otra persona, salió un viernes a divertirse, quizás sí, como todos sabemos, pudo haber usado una aplicación, como toda persona que puede estar acá (...) Hablo por mi y por todos nuestros amigos que tuvieron que salir desde el día cero a buscarlo. No permitamos que esto vuelva a suceder".

Este sábado, finalmente, se llevó a cabo la formalización del facultativo ecuatoriano y el chef chileno, y ambos quedaron en prisión preventiva imputados por el delito de homicidio simple, a pesar de que el Ministerio Público buscó establecer la figura de un homicidio calificado.
Según argumentó la fiscal Rossana Folli, la muerte de Albornoz se habría producido al interior del departamento en Ñuñoa por un traumatismo encefalocraneano, descartando de plano la tesis de la intoxicación por drogas.
“Se procuró que la víctima no tuviera posibilidad alguna de defensa, con la finalidad de asegurar el desenlace fatal”, sostuvo la persecutora.
Por ahora, solo queda esperar los 90 días que dio el tribunal para la investigación, a fin de determinar qué fue lo que realmente sucedió la noche de ese fatídico 23 de mayo.