El Clásico Mundial de Béisbol fue una asignatura pendiente para Estados Unidos. Una paradoja: el país que inventó el deporte y tiene la mejor liga del mundo no siempre trató al torneo global con la seriedad que merecía. Pero eso cambió en 2017, cuando por fin levantaron el trofeo, y quedó aún más claro en 2023, pese a la derrota en la final frente a Japón. Ahora, rumbo al Clásico 2026, todo indica que EEUU está más comprometido que nunca.
La designación de Aaron Judge como capitán y la confirmación de Paul Skenes como abridor principal no son solo noticias espectaculares: son símbolos. Hablan de una federación, una gerencia y, sobre todo, un grupo de jugadores que entienden que representar a su país es un honor, no una carga ni una actividad secundaria.
Michael Hill, el nuevo gerente general del equipo, lo resume con claridad: el objetivo es traer de vuelta el oro, porque “este es el pasatiempo nacional” y Estados Unidos debe demostrarlo.
El experimentado ejecutivo con paso por los Marlins y con una Serie Mundial en su hoja de vida, habló con una mezcla de ambición y responsabilidad en una entrevista con MLB. No hay palabras vacías. Hay planificación, estrategia y una clara lección aprendida tras la caída ante Japón en la última edición.
Mark DeRosa regresa como mánager tras su bautizo en 2023, y lo hace con una experiencia invaluable.
El plan para el cuerpo de lanzadores —la parte más complicada de todo equipo en este torneo— también está en buenas manos. Con Andy Pettitte como coach de pitcheo, la selección contará con otra figura con experiencia de sobra en escenarios de presión. Y con una agenda clara: cuidar a los jugadores, respetar los límites y, al mismo tiempo, armar un grupo capaz de ganar.
Pero quizás lo más llamativo de esta nueva era de EEUU en el Clásico es el cambio de mentalidad. Durante años, los jugadores japoneses, dominicanos o venezolanos no dudaban al ser convocados. Era una obligación moral, una manifestación de identidad. Para los estadounidenses, en cambio, no siempre fue prioridad. Hill lo admite con crudeza: “Nosotros no siempre hemos tenido a nuestros mejores. Pero espero que eso haya terminado”.
Y si bien falta casi un año para que se escuche la voz de “play ball” en el Clásico Mundial 2026, lo que EEUU ha hecho desde ya es marcar el paso. No quieren volver a quedarse cortos. No buscan solo competir. Quieren dominar.
El béisbol, como el resto de los deportes, se decide en el campo. Pero si algo está claro, es que Estados Unidos ya dio el primer paso esencial para aspirar a lo más alto: tomarse en serio el torneo. Y eso, para sus rivales, es una señal de alerta.