
El San Antonio Aquarium se encuentra en el centro de una controversia después de que un niño de seis años resultara con el brazo cubierto de hematomas tras un incidente con Cthulhu, un pulpo gigante del Pacífico durante una visita el 14 de julio. La madre del menor, Britney Taryn, denunció el hecho a través de una publicación en la red social TikTok, donde explicó que el pulpo envolvió el brazo de su hijo Leo y se negó a soltarlo, lo que asustó tanto a ella como a los acompañantes, quienes no pudieron captar imágenes del suceso debido a la conmoción.
En respuesta al incidente, el San Antonio Aquarium emitió un comunicado en el que defendió al animal y destacó que “el pulpo mostró un comportamiento típico y curioso al tocar y sujetar el brazo del niño”. Según el acuario, “la madre inclinó a su hijo sobre la barrera de la exhibición, permitiendo que alcanzara el hábitat sin supervisión del personal”, y detalló que la exhibición está contenida en un hábitat de más de 3.780 litros (1.000 galones) con una barrera alta, diseñada para la seguridad tanto de los visitantes como del animal.
El acuario aclaró que la interacción “en ningún momento fue agresiva ni buscó hacer daño al menor” y aseguró que el personal reaccionó “de inmediato para asistir y retirar al niño de la interacción”. La institución remarcó que el pulpo gigante del Pacífico es un animal sano y bien cuidado, que no ha mostrado conductas dañinas hacia visitantes o empleados. Además, señaló que se cuenta con protocolos para evitar riesgos durante cualquier encuentro con animales, indicando que la especie es inteligente y curiosa, lo que a veces da lugar a interacciones exploratorias con humanos.

Britney Taryn negó de manera firme las declaraciones del acuario respecto a la falta de supervisión. Taryn afirmó que “no responsabiliza al pulpo”, pues considera que su reacción fue natural, pero cuestionó las condiciones y la supervisión en la exhibición, precisando que “el acuario nunca ofreció atención médica a mi hijo ni se me pidió firmar un informe del incidente”. Taryn añadió que varios adultos presentes pueden dar fe de que el protocolo indicado por el acuario no se aplicó, y subrayó que “el tanque rara vez está supervisado y el público suele interactuar con los animales sin vigilancia del personal”.
La madre resaltó también que es posible tocar al animal solo si un adulto levanta al niño por encima de la barrera de cristal, y explicó que en ocasiones anteriores dicho contacto había sido bajo instrucciones del propio personal del acuario. Taryn cuestionó la señalización y los controles en la exhibición, argumentando que la única señal visible ofrece instrucciones para alimentar a los animales, pero no advierte sobre los riesgos ni prohíbe expresamente tocar el pulpo.
En su comunicado, Taryn denunció que la versión del acuario “es falsa y difamatoria”, y consideró que el acuario intenta desviar la atención del incidente y de problemas estructurales, tales como la falta de respuesta a su denuncia formal, que fue enviada a través de un correo electrónico al establecimiento sin obtener contestación.

A raíz del hecho, la organización People for the Ethical Treatment of Animals (PETA), se pronunció en un comunicado del 1 de agosto solicitando la liberación del pulpo a su hábitat natural o al traslado a una institución acreditada que garantice el bienestar del animal. PETA calificó de “riesgoso” el modelo de ofrecer contactos directos con animales como los pulpos, advirtiendo que estas interacciones pueden derivar en daños tanto para los visitantes como para las criaturas, que son “privadas de aquello que les es natural e importante y expuestas a continuos contactos físicos”.
El acuario mantuvo su postura en defensa de la seguridad de su exhibición y expresó que la conducta del animal fue el resultado de su naturaleza exploratoria. Insistió en que toda interacción con animales implica riesgos y subrayó el diseño específico de la exhibición para minimizar estos peligros mientras se prioriza la seguridad de todas las partes.