
El dolor crónico afecta a alrededor de una de cada cinco personas adultas y provoca un fuerte impacto negativo en la calidad de vida. Es la principal causa de discapacidad en el mundo.
Un grupo internacional de científicos descubrió que el gen llamado SLC45A4 tiene un rol clave en el dolor crónico. El trabajo apareció en la revista Nature.
Fue realizado por investigadores de las universidades de Oxford, del Reino Unido, Lund, de Suecia, y del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.

El gen SLC45A4 produce una proteína que transporta poliaminas en las neuronas. Las poliaminas son moléculas pequeñas que ayudan a las neuronas a enviar señales.
El estudio probó la relación del gen con el dolor usando datos de más de 130.000 personas del Biobanco del Reino Unido, una de las bases de datos más grandes del mundo.
El equipo estudió el ADN de los participantes y buscó cambios que se relacionan con la intensidad del dolor.
Usó una técnica específica para detectar asociaciones entre variantes genéticas y el dolor crónico. Encontró que el gen SLC45A4 influye en el dolor persistente.
Los hallazgos se confirmaron en otros dos grupos, uno en Estados Unidos y otro en Finlandia. Esto aporta solidez a la conexión genética entre SLC45A4 y el dolor crónico.

Los resultados ayudan a entender mejor por qué algunas personas sienten dolor durante mucho tiempo. Además, ofrecen una línea de investigación para reducir el dolor sin los efectos secundarios de muchas terapias actuales.
La búsqueda de nuevos tratamientos y el mayor conocimiento sobre cómo las variantes genéticas influyen en la percepción del dolor podrían transformar la calidad de vida de millones de pacientes en el futuro.
Con estos avances, se abren expectativas renovadas para un abordaje más personalizado, preciso y efectivo del dolor crónico.

SLC45A4 se ubica en las neuronas sensoriales, que son células del sistema nervioso encargadas de detectar estímulos como calor y dolor.
El transporte de poliaminas por esta proteína ayuda a regular la señal que envían estas neuronas. Si las poliaminas no llegan bien a estas células, la percepción del dolor puede cambiar.
El equipo de investigadores usó técnicas avanzadas para observar cómo el transportador SLC45A4 reconoce y mueve las poliaminas.
También crearon ratones sin el gen SLC45A4. Estos animales mostraron menos sensibilidad al calor y a dolores prolongados, pero mantuvieron la reacción a estímulos mecánicos como presión o pinchazos.
Las poliaminas incluyen sustancias como la putrescina, la espermidina y la espermina. Estas moléculas participan en varias funciones del cuerpo, como la regulación del estrés y la transmisión de información entre células. En el sistema nervioso ayudan a controlar la respuesta al dolor.

Los científicos observaron que las variantes genéticas encontradas tienen efectos modestos. La mayoría de los experimentos se realizó en animales de laboratorio y en células. Aún faltan estudios para saber exactamente cómo estas variantes afectan el dolor en las personas.
El estudio también notó conexiones entre variantes de SLC45A4 y enfermedades musculoesqueléticas, inmunológicas y mentales.
El papel más claro del gen está en el dolor crónico. “SLC45A4 puede ser un objetivo molecular prometedor para modular la percepción del dolor en humanos”, escribieron los investigadores.

El hallazgo abre la puerta a nuevos tratamientos para el dolor crónico. Los científicos buscan ahora medicamentos que puedan modificar la actividad del transportador SLC45A4.
También planean analizar su función en otros trastornos del sistema nervioso, como epilepsia y neurodegeneración.
En los próximos años, los científicos quieren descubrir si modificar la acción de SLC45A4 podría servir para crear nuevos medicamentos y aliviar el dolor crónico de forma más segura.
Además, planean investigar si este gen influye en otras enfermedades del sistema nervioso. Sin dudas, el futuro de la investigación promete soluciones innovadoras para quienes conviven con el dolor cada día.