
La crisis de personas sin hogar en Estados Unidos alcanzó una nueva magnitud en 2024. Según datos del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD, por sus siglas en inglés), un total de 771.480 personas experimentaron la falta de vivienda en una sola noche del año, la cifra más alta jamás registrada por la agencia federal.
Este número representa un incremento del 18% respecto al año anterior y un aumento acumulado del 33% desde 2020. El fenómeno afecta a diversos grupos de población, incluyendo familias con hijos, jóvenes no acompañados, adultos solos y personas con antecedentes de desplazamiento crónico. Los únicos que experimentaron una mejora fueron los veteranos, cuya cifra total descendió en comparación con el año anterior.
Aunque el problema se extiende a nivel nacional, el impacto no es homogéneo entre los estados. Los datos muestran diferencias marcadas tanto en términos absolutos como per cápita, con ciertos territorios como California, Nueva York y Hawái concentrando las tasas más elevadas.
En términos de proporción poblacional, los lugares con mayores tasas de personas sin hogar fueron Washington D.C., Hawái y Nueva York. Cada uno de estos territorios reportó una tasa de desplazamiento de 8.1 personas sin hogar por cada 1.000 habitantes, según el análisis del American Enterprise Institute’s (AEI) Housing Center. En contraste, los niveles más bajos se registraron en Mississippi (0.4 por 1.000), Luisiana y Virginia (ambos con 0.8 por 1.000).
Sin embargo, al observar los números absolutos, el estado con mayor cantidad de personas sin hogar fue California, que concentró 187.084 individuos sin vivienda. Le siguió Nueva York con 158.019. A pesar de que la tasa per cápita de California es menor que la de Nueva York, el tamaño de su población total lo convierte en el epicentro del fenómeno en cifras brutas.
El fenómeno ha crecido en casi todo el país desde el inicio de la pandemia. Solo cinco estados —Washington D.C., Maryland, Wyoming, Mississippi e Iowa— no registraron aumentos desde 2020. Esto sugiere, según los investigadores, un patrón nacional que trasciende condiciones locales específicas.

Expertos del AEI analizaron 54 variables distintas para entender las causas estructurales detrás del incremento. Según Sissi Li, gerente senior de Datos y Análisis en el AEI Housing Center, solo una variable mostró la mayor capacidad explicativa del fenómeno: la relación entre el precio medio de la vivienda y el ingreso medio por hogar.
“Cuando la razón entre el precio medio de la vivienda y el ingreso supera el 5.0, la tasa de personas sin hogar aumenta de forma exponencial”, explicó Li. Este índice, conocido como price-to-income ratio (relación precio-ingreso), permite comparar la accesibilidad de vivienda entre regiones.
En ese contexto, California tiene una de las relaciones más altas del país, con un índice de 7.7. Texas, por su parte, mantiene una proporción de 4.0. El contraste es notorio: California presenta una tasa de desplazamiento más de cinco veces mayor que la de Texas, a pesar de tener poblaciones similares en tamaño y diversidad.
La falta de vivienda, según los datos recopilados por el AEI, está directamente relacionada con la escasez de nuevas construcciones residenciales. “Durante décadas, las leyes de zonificación y el uso restrictivo del suelo han creado una escasez artificial de viviendas”, advirtió Li.
Estas regulaciones limitan el desarrollo de nuevas unidades habitacionales y elevan el costo del suelo urbano. Según el AEI, actualmente existe un déficit de alrededor de seis millones de viviendas en todo el país. Aun así, los investigadores insisten en que se trata de un problema solucionable si se flexibilizan las normativas urbanas.

Una comparación directa entre dos grandes ciudades —Los Ángeles y Houston— ilustra cómo las políticas de vivienda pueden tener un impacto significativo en las tasas de desplazamiento. Ambas urbes tienen poblaciones similares y enfrentan retos de urbanización, pero adoptaron enfoques distintos para abordar el problema.
Según el estudio del AEI Housing Center, Houston aplicó normativas más flexibles, como la reducción del tamaño mínimo de los lotes y la eliminación de trabas regulatorias para nuevas construcciones. Estas políticas contribuyeron a una mayor oferta de viviendas, lo que se tradujo en una tasa de personas sin hogar de solo 0.5 por 1.000 habitantes.
En cambio, Los Ángeles mantiene restricciones más estrictas en su planificación urbana, con normativas que limitan la densidad y encarecen el desarrollo de nuevas propiedades residenciales. Su tasa de personas sin hogar alcanzó 7.8 por 1.000, lo que representa una diferencia de quince veces con respecto a Houston.
Durante los últimos años, tanto el gobierno federal como las autoridades estatales han destinado miles de millones de dólares a combatir la falta de vivienda. Sin embargo, el crecimiento continuo del fenómeno pone en duda la eficacia de estas inversiones si no se atacan las causas estructurales.
“El aumento de los recursos sin cambios en la estructura del mercado de la vivienda no ha logrado frenar el desplazamiento”, concluyó Sissi Li en entrevista con Newsweek. A su juicio, la única forma sostenible de revertir la tendencia es aumentar la oferta habitacional mediante reformas en las políticas urbanas.