
El vehículo conducido por Chris Raschke, recorrió aproximadamente tres kilómetros en las legendarias Salinas de Bonneville antes de que el piloto perdiera el control, en un intento por batir un récord de velocidad terrestre.
Raschke, de 60 años, murió a consecuencia de las heridas sufridas, lo que ha generado conmoción en la comunidad del automovilismo internacional y ha motivado una investigación conjunta de la Southern California Timing Association y la Oficina del Sheriff del Condado de Tooele (TCSO).
Según informó la Southern California Timing Association —organizadora del evento “Speed Week” desde fines de la década de 1940—, Raschke fue atendido por profesionales médicos en el lugar, pero no pudieron salvarle la vida.

La asociación detalló que el accidente ocurrió a unos dos kilómetros y medio del inicio de la prueba, mientras el vehículo, un cohete llamado “Speed Demon”, avanzaba a aproximadamente 455 km/h, según reportó The Associated Press (AP).
La velocidad exacta que Raschke intentaba alcanzar no se ha precisado. El incidente, de acuerdo con la entidad, vuelve a poner en foco los riesgos de un deporte que históricamente ha combinado la búsqueda de límites con desafíos considerables para la seguridad.
“El automovilismo es inherentemente un deporte peligroso”, afirmó Dennis Sullivan, presidente de la Asociación de Carreras de Utah Salt Flats. Según Sullivan, las medidas de seguridad en estos eventos incluyen barras antivuelco reforzadas, neumáticos especiales y una mayor cantidad de extintores de incendios, elementos diseñados para proteger la vida de los competidores. Aunque, según el constructor, “hay heridos. Hay muertos. Es la naturaleza misma del deporte. No es algo que suceda con frecuencia”.
El último accidente mortal registrado en este icónico salar se había producido en 2016, cuando Sam Wheeler, figura emblemática del motociclismo de velocidad terrestre, perdió la vida tras un choque a 321 km/h con un vehículo de alto rendimiento.
En este terreno blanco y plano, restos del lecho de un antiguo lago y situado a 160 kilómetros al oeste de Salt Lake City, se han alcanzado velocidades superiores a 644 km/h y se han filmado películas reconocidas internacionalmente como “Independence Day” y “The World’s Fastest Indian”.
Las Salinas de Bonneville cuentan con una pista de aproximadamente 11 kilómetros de extensión y un acuífero subterráneo que contribuye a enfriar los neumáticos de los vehículos. A diferencia de otras sedes automovilísticas, aquí los espectadores mantienen una distancia mínima de 600 metros respecto a los competidores, dada la ausencia de gradas tradicionales. La primera carrera en el salar se realizó en 1914, consolidando un escenario singular para quienes desafían los límites de la velocidad.

Keith Pedersen, presidente de la asociación y director de carreras de Speed Week, recordó la trayectoria de Raschke: “Es uno de los grandes. Ha competido en todo tipo de carreras”. El piloto, cuyo vehículo bautizado demonio de la velocidad estaba especialmente diseñado para pruebas extremas, había dedicado más de cuarenta años al automovilismo.
Su experiencia incluyó labores en Ventura Raceway durante la década de 1980, la conducción de vehículos de tres ruedas y mini stocks, y una progresiva especialización en la construcción y mantenimiento de autos de competencia. Además de su carrera como piloto, trabajaba en una fábrica de sujetadores para coches de competición, según el sitio web del equipo Speed Demon.
El evento Speed Week había comenzado el sábado y planea extenderse hasta este viernes, aunque la tragedia de Raschke refuerza la advertencia sobre los riesgos intrínsecos que persisten, incluso tras décadas de innovación y mejoras en seguridad en el automovilismo de alta velocidad.
“Sabemos que fue un accidente de algún tipo”, agregó Dane Lerdahl, portavoz de la TCSO, quien confirmó la apertura de investigaciones para esclarecer el siniestro.