En medio de las crecientes tensiones entre Estados Unidos y Venezuela por el despliegue militar de Washington en el Caribe para combatir el narcotráfico, este sábado el vicepresidente norteamericano JD Vance envió un mensaje contundente en el que defiende el uso de la fuerza contra los carteles de la droga.
“Matar a miembros de carteles que envenenan a nuestros ciudadanos es el mayor y mejor uso de nuestras fuerzas armadas”, afirmó Vance en un mensaje difundido en la red social X. Sus palabras reflejan la línea más dura adoptada por la administración de Donald Trump en materia de seguridad y combate al narcotráfico hasta el momento.
Once personas murieron en el mar Caribe tras un operativo militar estadounidense contra una embarcación venezolana señalada de transportar drogas, un hecho que ha intensificado la confrontación política y militar entre Estados Unidos y Venezuela. La acción, que Washington justificó como parte de su lucha contra el narcotráfico, ha desencadenado una serie de declaraciones de alto nivel, amenazas de respuesta armada y un endurecimiento de la retórica en ambos países.
El incidente ocurrió el 31 de agosto, cuando una lancha que había zarpado desde San Juan de Unare, en el estado Sucre de Venezuela, con destino a Trinidad y Tobago, fue atacada por fuerzas estadounidenses. Según la versión oficial, la embarcación estaba vinculada al grupo criminal transnacional Tren de Aragua, y el operativo se enmarcó en lo que la Casa Blanca describió como un “conflicto armado” contra una “organización designada como terrorista”. La muerte de los once ocupantes representó un giro respecto a las prácticas habituales de interdicción y detención, y fue presentada por Washington como una acción directa contra el narcotráfico.
La Casa Blanca confirmó que el ataque se dirigió contra una narcolancha asociada al Tren de Aragua, organización criminal señalada por su expansión internacional y su papel en el tráfico de drogas. El operativo, según fuentes oficiales, respondió a la designación de estos grupos como amenazas terroristas, lo que permite a Estados Unidos aplicar legislación antiterrorista y ampliar su capacidad de acción militar fuera de sus fronteras.
Ese clima de tensión aumentó aún más tras un incidente en el que aviones F-16 venezolanos sobrevolaron un buque estadounidense dedicado a operaciones antidrogas en la región. El presidente Trump advirtió que cualquier aeronave militar venezolana que represente una amenaza para las fuerzas estadounidenses en el Caribe “será derribada”. Durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca, el líder republicano delegó en el mando militar la decisión de actuar ante situaciones peligrosas y anunció el despliegue inmediato de una decena de cazas F-35 a Puerto Rico. “Si nos ponen en una posición peligrosa, serán derribados”, sentenció el mandatario.
Trump enmarcó estas acciones en una política de “mano dura” para frenar tanto el tráfico de drogas como la inmigración ilegal. El presidente acusó al régimen de Nicolás Maduro de abrir las cárceles venezolanas y permitir la llegada de “sus peores prisioneros” a Estados Unidos, asegurando que su administración ha expulsado a miles de personas con antecedentes criminales. Además, negó que el objetivo de la operación en el Caribe sea derrocar al régimen venezolano, aunque reiteró las acusaciones de narcotráfico contra Maduro y el Cártel de los Soles.
La respuesta de Caracas no se hizo esperar. Maduro advirtió que el país pasará de la “fase política” a una “etapa de lucha armada” si se produce una agresión militar de Estados Unidos. Durante un acto transmitido en cadena nacional, el dictador chavista anunció la activación de la Milicia Nacional Bolivariana, compuesta por ciudadanos recientemente alistados, y aseguró que Venezuela se encuentra en una fase de preparación y entrenamiento para la defensa nacional. “Si el país fuera atacado iniciaría una etapa de lucha armada, planificada, organizada, de todo el pueblo contra la agresión, sea local, regional o nacional”, declaró el mandatario.
Por su parte, el canciller del régimen venezolano Yván Gil calificó el despliegue de aviones estadounidenses como una amenaza directa y denunció la presencia de ocho barcos militares y un submarino de propulsión nuclear de Estados Unidos en el mar Caribe. Maduro exigió públicamente a Washington que abandone cualquier plan de cambio de régimen y respete la soberanía de Venezuela y de los países de la región.
El trasfondo de estas tensiones incluye acusaciones formales de “narcoterrorismo” contra Maduro, a quien Washington identifica como líder del Cártel de los Soles y vincula con el cártel de Sinaloa de México, así como con grupo terroristas como Hezbollah. Por eso, Estados Unidos ha incrementado la recompensa por la captura del dictador venezolano a USD 50 millones y sostiene que la lucha contra el narcotráfico justifica la movilización de fuerzas militares en la región.
En este contexto, y en un giro simbólico y político, Trump anunció el viernes el cambio de nombre del Departamento de Defensa, que recupera su denominación histórica de Departamento de Guerra, vigente entre 1789 y 1947. Durante la firma de la orden ejecutiva en la Casa Blanca, el presidente argumentó que el nuevo nombre refleja mejor la realidad actual y el “espíritu guerrero” de las fuerzas armadas estadounidenses. Pete Hegseth, secretario a cargo de la cartera, subrayó que la medida busca restaurar ese espíritu, mientras que el general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto, aseguró que el Departamento de Guerra luchará “de manera decisiva” y con el objetivo de ganar, no solo de evitar la derrota.
Ambos gobiernos han consolidado sus posturas militares y mantienen un intercambio constante de acusaciones, lo que mantiene a la región bajo una tensión persistente ante la posibilidad de una escalada mayor.