
Formas, estructuras, colores y brillos: esa es la premisa de la nueva colección DAMASCO que se presentó en la Ciudad de Buenos Aires con una propuesta que promueve la alta costura desde la observación minuciosa del proceso creativo y la materia prima.

Veinte increíbles vestidos estructuran una narrativa en la que cada pieza artesanal muestra la evolución de la moda contemporánea.

La puesta elegida para el lanzamiento fue el Damasco Dinning Studio, ambientado en clave de sofisticación sobria y colores intensos.

La experiencia hacía que el espectador se sintiera parte, que pudiera ver cada detalle, cada hilo, cada lentejuela, hasta que incluso podía tocar el vestido y así envolverlo en una propuesta inmersiva única.

No hubo distracciones, el foco estuvo puesto en los vestidos y en el recorrido visual propuesto por Camila Romano.

El diálogo entre pasado y presente define la esencia de DAMASCO. Romano imaginó, en esta ocasión, su rol de diseñadora en el París de hace medio siglo, rescató códigos y siluetas de los años 70 y 80 y los proyectó al presente.

Los vestidos exploraron longitudes fluidas y cortas, desafiaron el volumen, apostaron por el drapeado y la morfología femenina. Se destacan texturas que exaltan la historicidad del encaje francés y los textiles de relieve, convertidos ahora en objetos de actualidad.

Las paletas cromáticas fueron desde tierra, marrones, damascos, verdes secos, pistacho, violetas, rosados, blancos y hasta acentos metálicos.

Cada tono dialogó con la luz y aportó matices a una colección que privilegia la calidad por encima de la cantidad.

La confección manual, los bordados y las transparencias exponen el saber hacer como un recurso irremplazable en tiempos donde el oficio escasea, dijeron los organizadores.

“Quise que DAMASCO se viva como una experiencia cercana. El verdadero lujo está en detenerse a observar, en valorar la confección y descubrir todo lo que hay detrás de un vestido”, sostuvo Romano frente a un público reunido por clientas, figuras del espectáculo y colegas, que se sumergieron de lleno en el ambiente parisino del pasado.

El clima de acogida se vio potenciado por detalles como la iluminación, la música y la ambientación.

Entre las participantes se encontraban personalidades como Patricia della Giovampaola, Elina Costantini , María Belén Ludueña, Brenda Gandini, Angie Landaburu, Elba Marcovecchio, Catherine Fulop, Victoria Miranda, Chloé Bello, Rocio Vivas, Paula Lamarque, Mauara Reynal, Barbie Simons, Lorena Ceriscioli, Maca Lemos, Flor Suárez, Malena Ratner, Sandra Castellanos, Belén García Cima, Amanda Timerman, Paula Sielecki, Marisa Tenguerian, Ludmila Lagos y Sofía Clemente.

DAMASCO se aleja del concepto de tendencia efímera y retoma la idea de moda atemporal y personalizada.
Romano propone prendas que acompañan momentos significativos, buscan encarnar identidad y exceden el evento puntual para insertarse en historias personales.

La colección incluye vestidos de fiesta, cocktelería y novias, orientados a mujeres que priorizan la autenticidad y la construcción de un guardarropa con sentido.
El proceso de creación demandó la participación de manos expertas.

Los encajes trabajados con exactitud, las texturas y los bordados suspenden el diseño en un tiempo propio donde cada prenda reclama atención.
DAMASCO funciona como homenaje al oficio, pero también como invitación a mirar la moda más allá del consumo veloz y a observar lo que el desarrollo lento y la visión singular pueden generar.

“Por eso tengo un gran perchero con vestidos ready to wear, tanto de novia como de noche, que buscan resolver la vida real de las mujeres que quieren lucirse y no siempre pueden dedicar tiempo a pruebas y ajustes. Exploro entre las tradiciones artesanales y la innovación, en un equilibrio entre la autenticidad y las tendencias globales, sin perder la esencia que me identifica”, finalizó la diseñadora de la colección.

Entre los asistentes se percibió un consenso: la presentación transmitió un mensaje claro sobre el papel del diseño en la cultura local y el valor de los oficios que sostienen la tradición vestuarista argentina.