La crisis de medios en Miami y su sombra sobre la democracia

hace 23 horas 1

Su papel como vigilantes del poder, formadores de opinión pública y facilitadores del debate los consolida como el denominado ‘cuarto poder’, un componente crucial del sistema democrático.

El concepto emerge del reconocimiento de que la prensa detenta una influencia comparable a los tres poderes tradicionales: ejecutivo, legislativo y judicial.

Esta denominación, acuñada por el político británico Edmund Burke en 1787, refleja la capacidad de los medios para actuar como un contrapeso sistémico, una función que hoy se ve gravemente amenazada en uno de los enclaves hispanos más importantes de Estados Unidos.

Una ola de cierres, despidos y recortes sin precedentes en los medios de Miami pone en jaque la salud informativa y, por extensión, la vitalidad democrática de una urbe que alberga a miles de emigrados de diferentes nacionalidades.

Vacío informativo

El impacto de esta crisis mediática, tanto a nivel local como global, es profundo y preocupante. Ricardo Trotti, quien durante ocho años se desempeñó como director ejecutivo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), ofreció una perspectiva contundente sobre los peligros que entraña este fenómeno.

Para Trotti, el mayor riesgo es la erosión de la rendición de cuentas, pues —explicó— sin una prensa local robusta, los funcionarios públicos y las empresas operan con menos supervisión, lo que conduce a una disminución de la participación cívica y un posible aumento de la corrupción.

En sus palabras, “el periodismo actúa como un contrapeso y vigilante del poder, fomenta el sentido crítico de la sociedad. Su desaparición crea un vacío de información que desincentiva la toma de decisiones informadas por parte de la ciudadanía”.

Trotti utilizó una poderosa analogía para ilustrar la gravedad del asunto: “En esencia, es como apagar la luz en una habitación: la oscuridad no solo impide ver, sino también comprender y reaccionar. Y cuando eso ocurre, la democracia se debilita”.

Ricardo Trotti by Castrope

Ricardo Trotti, exdirector de la SIP.

Ricardo Trotti, exdirector de la SIP.

D. CASTROPÉ

Esta oscuridad a la que se refirió el exdirector de la SIP podría ser precisamente la que comienza a cernirse sobre el sur de la Florida. Medios que fueron la voz de generaciones enteras han enmudecido.

La histórica emisora WQBA 1140 AM, ‘La Cubanísima’, que después de un cambio de administración modificó diametralmente la línea editorial sostenida durante años, en julio pasado anunció el despido masivo de su personal, con lo cual se perdieron voces de comunicadores icónicos; también el abrupto final de América TeVé-Canal 41 en mayo último, ocurrido como consecuencia de un conflicto legal irresuelto entre sus accionistas.

Ambos casos representan más que hechos aislados. El desenlace de estos medios podría verse como un claro indicativo de una crisis que impacta directamente el tejido social y cultural de la comunidad.

A estas circunstancias se suman los recortes masivos en cadenas de alcance nacional como Univision, que en diciembre despidió a figuras icónicas como Jorge Ramos tras 38 años en la cadena.

Estos medios no eran solo empresas, sino “espacios de comunidad, de memoria colectiva y de lucha por la democracia”, como señaló la socióloga Teresa Pardo.

Voces de la crisis

Pero la crisis tiene rostro humano: el de los cientos de periodistas, productores y técnicos que se han quedado sin empleo y enfrentan un futuro incierto.

El periodista Rolando Nápoles, uno de los afectados por el cierre de América TeVé-Canal 41, describió un panorama con dos aristas: “Una es la personal y la otra es la comunidad latina”.

En el plano personal, el comunicador lamentó cómo se han truncado proyectos de vida y cómo figuras relevantes de la comunidad perdieron sus plataformas de exposición mediática.

“Hay voces de esta comunidad con muchos años, que se han quedado sin trabajo, que se han quedado sin poder expresarse. Uno puede tener diferencias o no con sus ideas políticas, pero son voces de prestigio que están apagadas”, afirmó.

En el plano comunitario, Nápoles subrayó la pérdida de un escudo fundamental. “Esta comunidad latina está perdiendo muchas de esas voces. Voces que defendían a esta comunidad en momentos en que está enfrentando muchos desafíos: el tema migratorio, las redadas, las deportaciones”, acotó.

WhatsApp Image 2025-08-05 at 7.28.24 AM

Rolando Nápoles, periodista.

Rolando Nápoles, periodista.

CORTESÍA R.N.

Jorge Morejón, otro experimentado periodista, coincidió en la gravedad del momento. Apuntó a un cambio fundamental en la industria que ha debilitado las condiciones laborales y la estabilidad del oficio que tanto defendió el Nobel colombiano Gabriel García Márquez.

“Los medios están en estos momentos en una situación muy crítica por el tema de las redes sociales. Ahora cualquiera se abroga el derecho de ejercer como periodista, y esta es una profesión que lleva estudio y muchos años de práctica”, aseguró.

Morejón también criticó el modelo de negocio actual, donde la rentabilidad prima sobre el contenido, y habló desde su propia experiencia en una cadena deportiva: “En estos momentos están priorizando la rentabilidad por encima de la calidad”.

WhatsApp Image 2025-08-05 at 7.27.46 AM

Jorge Morejón, periodista.

Jorge Morejón, periodista.

CORTESÍA J.M.

Por su parte, el periodista Orián Brito analizó el factor económico como el detonante principal. En ese sentido, el comunicador señaló que la pandemia aceleró una transformación digital que los medios tradicionales no han podido gestionar aún del todo.

Desde su óptica, “hay una situación complicada, porque a nivel de presupuesto los medios tradicionales requieren mucha más inversión que los medios digitales. La publicidad es un factor relevante. De repente un cliente tiene que pagar una pauta de 10.000 dólares en un medio tradicional, mientras que en lo digital con 2.000 dólares puede cubrir esa porción”.

Brito concluyó con una sensación agridulce que resume el sentir general: “Es una situación complicada, triste al final del día, porque todos apostamos a que existan más medios. Y sin duda, no podemos negar que la situación es preocupante y dolorosa”.

Posibles caminos

Ante un panorama que parece un callejón sin salida, asoma una pregunta ineludible: ¿existe una escapatoria? La solución no parece sencilla, pero las voces consultadas coinciden en que el único camino viable es una “reinvención multifacética” que involucra no solo a los profesionales de la comunicación, sino a la propia comunidad a la que deben servir y a los empresarios de medios que deben tener conciencia de la responsabilidad social de estas instituciones.

Es decir, tener un medio no debe significar solamente para sus propietarios un nicho que les permita obtener ingresos; denota también poseer una plataforma que tiene responsabilidad en contribuir con la salud de la democracia.

La hoja de ruta la trazó Trotti, quien insistió en que se debe apostar por la evolución de la profesión. “La historia del periodismo está llena de transformaciones”, recordó.

Y agregó: “Hoy, los periodistas no solo deben descubrir y narrar la verdad, sino también actuar como agentes de descontaminación informativa: detectar fake news, contextualizar discursos manipuladores y recuperar el valor del dato verificado”.

Una misión que, según él, exige la audacia de “explorar modelos de negocio más sustentables” y la humildad para “reconstruir la confianza perdida”.

Frente a un modelo publicitario tradicional que se demuestra insostenible, emerge una nueva vía: el financiamiento directo de la comunidad. A través de membresías y suscripciones, esta alternativa forja un pacto de lealtad entre el medio y su audiencia, liberándolo de las ataduras comerciales, según estudios bien sustentados.

Pero ninguna estrategia será suficiente sin un actor clave: la propia ciudadanía. Otras investigaciones apuntan a la necesidad de un compromiso cívico que vaya más allá del clic y que se traduzca en la voluntad de valorar y sostener económicamente a las plataformas que apuestan por la ética, la profundidad y el servicio público.

De cualquier forma, la batalla por el futuro de la prensa en Miami no es, en última instancia, una lucha gremial de los periodistas. Es una defensa colectiva del derecho a vivir en una sociedad informada, transparente y verdaderamente democrática. Allí es donde resuena, con espíritu resiliente, la sentencia del periodista Nápoles: “lo que no se puede es parar”.

En esa negativa a detenerse, en ese movimiento continuo, reside la única esperanza de que, sobre la oscuridad de las redacciones silenciadas, una nueva luz pueda volver a encenderse.

Leer artículo completo