
El debate sobre cuál es el mejor momento del día para ejercitarse sigue abierto y genera opiniones divididas tanto en la comunidad científica como entre los entusiastas del fitness.
Un estudio realizado por American Diabetes Association, sugiere que hacer ejercicio por la noche podría ser particularmente beneficioso, al menos para las personas con sobrepeso.
Analizaron datos de 30.000 personas de mediana edad con obesidad y descubrieron que quienes practicaban deportes durante la noche tienen un 28% menos de probabilidades de morir por cualquier causa, en comparación con aquellos que lo hacen en la mañana o la tarde.
Angelo Sabag, fisiólogo del ejercicio en la Universidad de Sídney y líder del estudio, reconoció en una entrevista con The New York Times que no esperaban una diferencia de riesgo tan marcada entre los distintos horarios.
El equipo suponía que habría algún tipo de beneficio en los entrenamientos vespertinos, pero se encontraron con un resultado más notable de lo previsto.

Otros estudios sostienen que la mejor hora para entrenar depende del objetivo individual. El año pasado, una investigación publicada en la revista Obesity encontró que quienes hacían ejercicio entre las 7:00 y las 9:00 de la mañana presentaban un índice de masa corporal más bajo que los que entrenaban por la tarde o la noche.
Sin embargo, este trabajo no realizó un seguimiento prolongado como sí lo hizo el estudio australiano, que monitoreó a sus participantes durante casi ocho años.
Además, la conveniencia suele prevalecer a la hora de elegir: “Para mucha gente, la mañana es más conveniente”, declaró Shawn Youngstedt, profesor de Ciencias del Ejercicio en la Universidad Estatal de Arizona a The New York Times.

Ejercitar al comenzar el día ofrece ventajas específicas. Según Mayo Clinic, los entrenamientos matutinos pueden aportar una sensación de logro, liberar endorfinas y establecer el tono emocional para el resto de la jornada.
Comer antes de la actividad física, incluso con algo tan sencillo como un snack energético, puede ayudar a mantener la energía, especialmente si se trata de ejercicios de alta intensidad.
Además, hacerlo en la mañana permite asegurar el cumplimiento de la rutina antes de que surjan compromisos laborales o familiares.

También existe evidencia de que el ejercicio matutino contribuye a la consistencia y puede facilitar el control del peso, ya que algunos trabajos han mostrado asociación entre entrenamiento temprano y menor riesgo de obesidad, como destaca un estudio citado por CBS News.
No obstante, distintos estudios sugieren ventajas en el entrenamiento realizado durante la tarde o la noche.
En el caso de los deportistas de alto rendimiento, la temperatura corporal llega a su punto más alto en las últimas horas de la tarde, circunstancia que mejora el rendimiento, la fuerza y la flexibilidad muscular, de acuerdo con informes reflejados por Mayo Clinic.
El entrenamiento vespertino también se asocia con una mayor eficiencia en el uso de oxígeno y puede resultar ideal para actividades de alta intensidad.

El momento nocturno también ha demostrado tener particularidades. El estudio australiano mencionado antes indica que, para quienes luchan con la obesidad, ejercitarse tarde puede potenciar el control de la glucosa y aumentar la capacidad de la insulina para reducir el azúcar en sangre, ayudando así a evitar el sobrepeso y la diabetes tipo 2.
Acerca del aprendizaje y la memoria en relación con el ejercicio, los estudios publicados en Brain Research Bulletin indican que el horario del aprendizaje de nuevas habilidades motoras (por ejemplo, aprender un nuevo ejercicio complejo) no afecta negativamente la mejora del rendimiento, siempre y cuando luego se duerma lo suficiente.
Además, se ha demostrado que tanto quienes entrenan en la mañana como aquellos que lo hacen por la noche experimentan una mejoría del sueño gracias a la actividad de ondas lentas en el cerebro.