
El secretario de Salud de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., ha ordenado a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) una revisión integral de la fórmula infantil, el producto que nutre a millones de bebés en el país. La medida, anunciada como parte de la iniciativa “Make America Healthy Again” (Hacer que Estados Unidos vuelva a ser saludable), marca la primera evaluación profunda de los ingredientes de la fórmula desde 1998.
El operativo, bautizado como “Operation Stork Speed”, tiene como objetivo evaluar tanto los nutrientes obligatorios como los componentes opcionales en la fórmula, además de actualizar las regulaciones conforme al avance de la ciencia nutricional. En palabras del propio Kennedy: “La FDA usará todos los recursos y autoridades a su disposición para asegurarse de que los productos de fórmula infantil sean seguros y saludables para las familias y los niños que dependen de ellos”.
La fórmula infantil ha sido una fuente crucial de nutrición para generaciones en Estados Unidos. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), cerca del 75% de los bebés estadounidenses consumen fórmula durante sus primeros seis meses de vida, y alrededor del 40% dependen exclusivamente de ella.

La fórmula infantil es un producto manufacturado a partir de leche de vaca o soya, diseñado para imitar la composición de la leche materna hasta los 12 meses de edad. Su uso como complemento o reemplazo de la lactancia responde a múltiples razones: desde condiciones médicas o laborales de la madre hasta decisiones personales o familiares.
Las regulaciones actuales de la FDA exigen que todas las fórmulas contengan 30 nutrientes específicos, con niveles mínimos en todos ellos y máximos en 10. Además, la proporción de calorías provenientes de proteínas, carbohidratos y grasas debe reflejar la composición de la leche humana.
No obstante, el conocimiento sobre la nutrición infantil ha evolucionado significativamente en las últimas décadas. Para el doctor Steven Abrams, experto en nutrición infantil de la Universidad de Texas, “hay mucha ciencia nueva, y queremos que las reglas de la FDA estén alineadas con la ciencia más reciente a nivel mundial”.

Uno de los focos del operativo será el análisis de ingredientes como azúcares añadidos y aceites vegetales, componentes que han generado preocupación entre los padres y profesionales de la salud. En EEUU, muchas fórmulas contienen glucosa o sólidos de jarabe de maíz, lo que recientes investigaciones vinculan con aumento de peso en la infancia, aunque sin una conclusión definitiva.
En opinión de la investigadora Bridget Young, de la Universidad de Rochester, “la mayoría de los expertos coinciden en que la lactosa —el tipo de azúcar presente naturalmente en la leche materna— es preferible”. Sobre los aceites de semilla, señaló que si bien estos son utilizados, “es porque hay un número limitado de aceites vegetales que pueden ofrecer los ácidos grasos esenciales que los bebés necesitan”.
Otros ingredientes, como el DHA (ácido docosahexaenoico) y los oligosacáridos de la leche humana, han sido incorporados en algunas fórmulas, pero no en todas. Aunque no son obligatorios por ley, están siendo evaluados por sus potenciales beneficios nutricionales.

En años recientes, muchos padres han optado por fórmulas europeas, convencidos de que podrían ser opciones más saludables. Si bien las diferencias entre las regulaciones de EEUU y Europa existen —por ejemplo, niveles más bajos de hierro en las fórmulas europeas—, el doctor Abrams advirtió que “esas diferencias no deben interpretarse como mejores o peores, sino como enfoques distintos”.
No obstante, expertos como Young sugieren que la falta de armonización internacional pudo haber agravado la crisis de fórmula en Estados Unidos en 2022, cuando el cierre de una planta de Abbott debido a contaminación provocó escasez nacional durante varios meses. “Tal vez es hora de que revisen sus regulaciones y consideren una armonización internacional”, afirmó.

La revisión de la FDA incluirá pruebas ampliadas para metales pesados y otros contaminantes, además del análisis de nutrientes esenciales. Para ello, el organismo ha solicitado datos científicos actualizados sobre la digestión y absorción de nutrientes tanto en la leche materna como en la fórmula.
Se celebrará una mesa redonda de dos horas el próximo miércoles 4 de junio, y los comentarios públicos estarán abiertos hasta el 11 de septiembre.
El doctor Abrams anticipa que el proceso completo tomará “al menos un año” y que no podrá realizarse mediante un solo informe o revisión: “No hay atajos posibles, y ningún documento único bastará para hacerlo bien”.
Mientras tanto, las fórmulas actualmente disponibles en el país siguen siendo consideradas seguras y nutritivas, aseguran los expertos, pero el objetivo, según indican tanto las autoridades como la comunidad científica, es que lo sigan siendo bajo la luz de la ciencia más reciente y de un entorno regulatorio fortalecido.