
A pesar de los crecientes temores sobre la desaceleración del mercado laboral y la debilidad estructural de la economía estadounidense, la ola de inversiones en inteligencia artificial (IA) por parte de las mayores tecnológicas está reconfigurando profundamente el panorama económico nacional.
Según informó The Washington Post, el ritmo y la magnitud de este gasto están alcanzando cifras sin precedentes, con Google, Meta, Amazon y Microsoft preparadas para destinar más de 350.000 millones de dólares durante 2024 solo en la construcción y equipamiento de centros de datos dedicados a IA.
Este flujo de capital, que contrasta con los últimos datos del Departamento de Trabajo sobre la ralentización del empleo en mayo y junio, está impulsando la construcción de nueva infraestructura y fomentando la demanda de chips, servidores y equipamiento de redes.
Los analistas advierten, no obstante, que si la bonanza de la IA se detiene, la dependencia de la economía estadounidense de “Big Tech” podría amplificar los riesgos. Callie Bost, estratega de mercados en la firma Ritholtz Wealth Management, advirtió: “El complejo de la IA parece cargar ahora con el peso de la economía”.
Economistas como Jens Nordvig, fundador de Exante Data, han calculado que las inversiones en IA podrían impulsar el crecimiento económico del país hasta en un 0,7 % en 2025, lo que representaría la mitad de la previsión de crecimiento total del año según la Reserva Federal.
Este crecimiento, sin embargo, está muy concentrado en el sector tecnológico y sus cadenas de suministro. Aunque las obras de construcción iniciales pueden beneficiar a regiones como Texas y Virginia del Norte, los centros de datos requieren poca mano de obra permanente tras su puesta en marcha.
Las empresas tecnológicas defienden que esta “fiebre del oro” digital generará nuevas oportunidades laborales y llevará a avances científicos de alto impacto. OpenAI, por ejemplo, aseguró que la operación de sus nuevos centros de datos creará “cientos de miles de empleos estadounidenses”.
Por su parte, el CEO de Meta, Mark Zuckerberg, ha lanzado una intensa campaña de contrataciones para su división de “superinteligencia”, ofreciendo cientos de millones de dólares en salarios. En un documento publicado el 30 de julio, Zuckerberg previó que la IA abrirá “una nueva era de productividad y desarrollo económico”.
Wall Street viene premiando este impulso, y los gigantes tecnológicos han batido récords bursátiles. Microsoft alcanzó una valoración de 4 billones de dólares (4.000.000 millones), mientras que Meta vio sus acciones subir un 11% tras anunciar que su gasto en IA superará lo previsto. Nvidia, el principal fabricante mundial de chips para IA, logró 44.000 millones de dólares en ingresos solo en el último trimestre, convirtiendo a muchos de sus empleados en millonarios mediante opciones sobre acciones, y a algunos ejecutivos en multimillonarios.
Pese al entusiasmo de los inversores, existen dudas sobre la sostenibilidad y rentabilidad de estas inversiones. Paul Kedrosky, inversor tecnológico y asociado de investigación en el MIT Initiative on the Digital Economy, remarcó: “Esta expansión parte del supuesto, erróneo, de que se puede mantener una tasa razonable de retorno en el tiempo”.
Numerosos analistas recuerdan que la rentabilidad futura es incierta y que proyectos de alto perfil anunciados en el pasado por grandes tecnológicas no siempre se concretaron. Un ejemplo: el plan de Foxconn para levantar una planta de 10.000 millones de dólares en Wisconsin, que nunca se materializó.
El auge inició a finales de 2022, tras el lanzamiento de ChatGPT por OpenAI, que desató una carrera armamentista por mejorar la potencia computacional y construir infraestructuras de alta demanda energética.
Las tecnológicas, en sus reportes trimestrales recientes, proyectan que el gasto se incrementará: Google aumentó su presupuesto a 85.000 millones frente a los 75.000 millones anteriores; Amazon espera superar los 100.000 millones; Meta prevé hasta 72.000 millones en 2025; y Microsoft gastará 30.000 millones en IA solo en el trimestre actual, superando así estimaciones previas.
Las cifras actuales superan, con creces, a cualquier iniciativa anterior en el sector. Entre 2023 y fines de 2024, estos gigantes invertirán más que en todos los años comprendidos entre 2010 y 2022, etapa en la que la industria vivió un fuerte crecimiento global. El gasto de Big Tech en IA en solo un año supera de manera abrumadora el costo del histórico programa Apolo de la NASA: en dólares actuales, el programa supuso 180.000 millones, mucho menos de lo que el sector invertirá en IA solo en 2024.
Para Callie Bost, el “fundamento de la economía (estadounidense) está agrietado, aunque el optimismo por la IA mantenga de momento la inercia”. La pregunta pendiente es si este motor tecnológico será suficiente para sostener el crecimiento mientras el resto de la economía muestra signos de enfriamiento.