
En el entorno digital actual, la seguridad se convierte en una preocupación cotidiana. Las amenazas evolucionan, pero muchos usuarios siguen repitiendo fallos simples que abren puertas a la pérdida de datos personales y financieros. De acuerdo con la empresa de ciberseguridad Kaspersky, existen errores frecuentes que, pese a las advertencias, siguen siendo el talón de Aquiles en la protección informática.
- Enlaces infectados:
Uno de los tropiezos más habituales es hacer clic en enlaces sospechosos. En la búsqueda de descargas gratuitas o por la simple curiosidad, los usuarios terminan en sitios desconocidos que pueden insertar malware en sus dispositivos.

Estos programas maliciosos facilitan el robo de credenciales bancarias y contraseñas. Recomendar portales de confianza y revisar direcciones antes de interactuar es una defensa esencial.
- Unidades de flash desconocidas:
El uso de unidades flash de procedencia desconocida representa otro peligro. Con solo introducir una memoria ajena en un ordenador personal, el sistema puede infectarse con virus diseñados para propagarse por la red.
Evitar utilizar dispositivos ajenos y realizar análisis periódicos en busca de software malicioso es una de las mejores prácticas para evitar sorpresas desagradables.

- Descargas no solicitadas:
Otro error crítico es la descarga de software antivirus no solicitado. Las ventanas emergentes que ofrecen “protección inmediata” suelen ser trampas que instalan malware bajo apariencia de programas legítimos. Lo recomendable es actualizar solo soluciones oficiales y contar con bloqueador de pop-ups.
- Cámaras web sin seguridad:
Las cámaras web, por su parte, pueden convertirse en una ventana para los intrusos. Existen programas capaces de habilitar remotamente la cámara del ordenador y espiar la intimidad del usuario.
Es necesario conocer los indicadores de funcionamiento de la cámara y aprender a desactivarla correctamente para evitar violaciones de privacidad.

- Contraseñas repetidas:
Utilizar una única contraseña, sin autenticación en dos pasos, pone en jaque toda la vida digital. Si una clave es descubierta, todas las cuentas asociadas quedan expuestas a los atacantes. Alternar contraseñas sólidas y renovarlas periódicamente es una barrera de seguridad que no debe pasarse por alto.
- Claves fáciles de adivinar:
Sin embargo, la variedad no significa que deban ser fáciles de adivinar. Las contraseñas débiles, cortas o formadas con información predecible son vulnerables a los ataques de fuerza bruta.
Construir combinaciones extensas, con mayúsculas, minúsculas, números y caracteres especiales, reduce el riesgo considerablemente.

- Posponer actualizaciones de software:
Postergar actualizaciones de software es otro error recurrente con graves consecuencias. Muchas vulnerabilidades explotadas por los ciberdelincuentes ya cuentan con soluciones lanzadas por los fabricantes, pero si el usuario demora la instalación, deja su equipo expuesto a accesos no autorizados e intentos de filtración de datos.
- Caer en correos falsos:
El phishing, una de las trampas digitales más extendidas, sigue sorprendiendo a incautos. La recepción de correos que simulan comunicaciones oficiales, premios inexistentes o alertas falsas lleva a miles de personas a entregar información confidencial cada día. Verificar el remitente y nunca abrir enlaces dudosos es clave para no caer en la trampa.
- No tener funciones de control de cuentas:
En algunos casos, la desactivación de funciones de control de cuentas de usuario se vuelve un atajo que sale costoso. Estos sistemas de notificación previenen cambios importantes en el ordenador, y al inhabilitarlos, se eliminan barreras que impiden que el software malicioso se instale sin control.

- Usar redes públicas de WiFi:
La utilización de redes WiFi públicas sin protección expone todo lo que sucede en el dispositivo a miradas ajenas. Cafeterías, aeropuertos y espacios públicos sirven de cebo para que los delincuentes informáticos capturen credenciales y datos bancarios. Reservar el acceso a información sensible para redes seguras y privadas ayuda a evitar este tipo de problemas.
El uso responsable de la tecnología depende, en gran parte, de la información y la prevención. Identificar estos errores, modificar hábitos y mantener la alerta ante nuevas amenazas reduce el margen de exposición y protege de manera efectiva tanto los datos personales como los recursos financieros.
La ciberseguridad comienza con la educación cotidiana y la actualización constante de protocolos frente a un entorno cada vez más sofisticado.