Los drusos anticipan uno de los futuros posibles para Medio Oriente

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Los drusos sufrieron recientemente unaLos drusos sufrieron recientemente una masacre en la ciudad siria de Sweida

Después de lo que ocurrió con la caída del Sha y la llegada de los ayatolas y después del fracaso de la Primavera Árabe, tengo reticencia a hablar de “cambios históricos” en el Medio Oriente, ya que quienes no son de la región tienden a equivocarse. Con esa prevención, ha pasado relativamente desapercibido que el cambio más importante en décadas ya tuvo lugar, la alianza de hecho entre los países árabes sunitas e Israel, es decir, viejos enemigos se acercaron de tal forma, que Israel fue ayudado militarmente por antiguos adversarios debido al temor mutuo de la bomba atómica iraní, algo que cuesta mucho ser entendido por el buenismo occidental.

Al parecer, también está pasando relativamente desapercibido el hecho que lo que está ocurriendo con los drusos en Siria y lo que está haciendo Israel en su beneficio, puede marcar un cambio de importancia parecida, ya que podría terminar en un nuevo arreglo territorial, esta vez para desafiar las fronteras construidas por las potencias coloniales, en este caso, la parte francesa y no británica de lo que se conocía como la Gran Siria. Allí se separó un territorio para crear en El Líbano lo que iba a ser un país donde los cristianos no se sintieran discriminados, sueño colapsado por la guerra civil y Hezbolá. Ahora, la situación de los drusos podría marcar una tendencia hacia nuevos arreglos territoriales para las minorías en Siria, ante la posibilidad real de fragmentación del país, escenario que se ve con temor, dada la experiencia del último y fracasado intento en Libia. En ese país, la intervención francesa de Sarkozy, en nombre por cierto del buenismo y nobles ideales, terminó no solo en la muerte de Gadafi, sino en una anarquía tal que es hoy más amenazante para Europa que la etapa postrera del coronel.

De concretarse este proceso en independencia, autonomía, o federalización real, sería una transformación relevante, dado el origen yihadista de Ahmed al-Charaa (antes Abu Mohamed al-Golani), el nuevo presidente, ya que la idea de minorías es totalmente ajena al islamismo, el fundamentalismo, el islam político, demostrado dondequiera en el pasado hayan tenido poder.

De concretarse, hay varios grupos humanos en diferentes países del Medio Oriente, no solo Israel y los palestinos, sino naciones árabes, como también en Irán y Turquía, que sería una novedad positiva en relación con el desastre dejado por las potencias coloniales, Reino Unido en la partición, Francia en Siria, ambos en África, responsabilidad no asumida y que se esconde con su actual discurso de superioridad moral. Ejemplo de lo anterior es la reciente declaración de 25 países, que una vez más responsabilizan solo a Israel de lo que está pasando en Gaza, preocupación legítima, pero no lo es culpar solo a Israel. De hecho, ningún país árabe la suscribió como tampoco en ninguno de ellos se presenció el antisemitismo de algunas ciudades europeas como tampoco nada semejante a las universidades estadounidenses tuvo lugar en esos países, expresión de la nueva relación entre quienes fueron a la guerra en el pasado, y que ahora permitieron el paso de los aviones israelíes hacia Teherán como también el año 2024 habían colaborado en interceptar misiles iraníes que iban hacia Israel.

Los drusos son poco más de un millón de personas, y al igual que otros grupos tienen cercanía territorial, divididos entre Israel, El Líbano, Siria, y en menor medida, Jordania. Los drusos no son los únicos, pero son sin duda diferentes, lo que se expresa tanto en lo religioso como en la conciencia colectiva. Son un grupo religioso de lengua árabe, y no se identifican como musulmanes, ya que practican una religión abrahámica (de Abraham), a la vez monoteísta y sincrética que también recoge enseñanzas de filósofos griegos, y entre otros, incorpora elementos del gnosticismo, el zoroastrismo y el budismo, como también de la parte hermética del chiismo ismailí.

Trabajadores de la morgue colocanTrabajadores de la morgue colocan los cadáveres de personas no identificadas que murieron durante los enfrentamientos entre clanes beduinos y milicias drusas en Sweida (AP Foto/Fahd Kiwan)

Son de etnia árabe, definiéndose como un pueblo sin fronteras, cualidad compartida con varios en la vecindad, y solo por mencionar algunos como kurdos, yazidíes y beduinos, estos últimos con los que se han enfrentado en Siria a través de las respectivas milicias, exactamente la realidad que fue escondida cuando Francia y el Reino Unido impusieron el modelo de un país centralizado, en Irak y Siria, como también en otros.

Los drusos han conservado no solo su religión sino una forma de ser y de existir, con tradiciones propias durante más de un milenio, siendo minoría religiosa en todos los países donde se encuentran, y con frecuencia han sido perseguidos por regímenes musulmanes, incluyendo el actual extremismo del islam político, siendo casi una excepción Israel, donde han tenido aceptación e integración, incluyendo un muy destacado historial en las fuerzas armadas, tanto que Netanyahu y otros primeros ministros se han referido siempre a ellos como “hermanos”. Parte de los drusos han estado desde 1948, pero muchos que vivían en el Golán fueron incorporados desde Siria, junto con ese territorio, después de 1967.

La historia de la creación de la fe drusa se sitúa entre los años 1017 y 1018 d. C., continuidad milenaria que no es fácil trasladar a lectores, auditores y espectadores, donde sobresalen algunas características, tales como el respeto a las distintas formas de gobierno de los países donde se encuentran, al mismo tiempo de dificultar que extraños se conviertan a su religión como también desalentar los matrimonios fuera de la fe, con una particularidad especial, en el sentido de prácticas religiosas que se mantienen en secreto, todas ellas características que hacen difícil que el extremismo las respete como tampoco lo hacen con otras minorías, partiendo por quienes son sus primeras víctimas, otros musulmanes, por lo que a diferencia del occidente estos grupos fundamentalistas son ilegales en varios países árabes.

Desde el cambio de gobierno, han existido ataques con anterioridad contra los drusos en Siria, entre otras razones que por el miedo al yihadismo, durante la guerra civil, al igual que otras minorías, apoyaron a la dictadura de la familia al-Asad, o en el caso de Egipto, minorías diferentes apoyaron el golpe de Estado del ejército en julio de 2013 contra la Hermandad Musulmana, donde Mohamed Morsi se había transformado en el primer presidente egipcio elegido en elecciones libres en la historia del país, parte de la complejidad del Medio Oriente, que se les escapa a quienes en occidente, partiendo por políticos y medios de comunicación, solo se preocupan de Israel y los palestinos, desafortunadamente en forma muy sesgada.

El interés mundial en los drusos solo apareció con la masacre que tuvo lugar hace un par de semanas en la provincia siria de Suida (castellanización de Sweida), que por algo es conocida como Jabal al-Druze o Montaña de los Drusos, donde la intervención militar de Israel que incluyó bombardeos en Damasco fue determinante para que no fuera peor, aunque en todo caso los muertos se contaron en cientos. La cobertura internacional condujo a una negociación, obligando al gobierno a hacerse presente, hasta entonces más bien ausente de su obligación de protección a los ciudadanos drusos.

Si Israel lo hizo fue por petición de los drusos que viven en ese país, pero, Israel ha estado presente, desde hace tiempo, confrontando a Irán e Hezbolá durante la guerra civil y después, de la caída de la dictadura, con presencia en la zona fronteriza, fundamentalmente la que desde la guerra de Yom Kippur estaba desmilitarizada, con ataques a los lugares abandonados por el ejército y a los arsenales respectivos, para evitar que cayeran en manos yihadistas, por algo públicamente declarado, que Israel no va a aceptar que Siria se convierta en un nuevo Líbano, desde donde se le ataque por años, experiencia que los lleva a actuar preventivamente. Además, detrás del nuevo gobierno está la Turquía de Erdogan, lo que constituye una preocupación adicional.

Cuando hay tantos medios de comunicación que rara vez informan de situaciones distintas a Israel y los palestinos, puede parecer novedosa la existencia de una variedad de casos semejantes, aunque no iguales, sin embargo, parecidos, en el sentido que son agrupaciones humanas, fácilmente distinguibles, sea en Siria, Irak, Líbano, Sudán, Irán, Turquía u otros lugares, que en cualquier acuerdo hacia el futuro, debieran ser considerados al menos como parte de una federalización, pero con una descentralización de verdad y no similar a aquellos países que se llaman federales sin serlo de verdad.

Detrás del nuevo gobierno sirioDetrás del nuevo gobierno sirio está la Turquía de Erdogan (Murat Cetinmuhurdar/PPO/Handout via REUTERS)

Por el momento especial que se vive en Siria, los drusos serían aquellos que podrían anticipar el futuro para estos pueblos sin Estado, en el sentido de reconocerlos e ir hacia nuevas formas de autogobierno, que podrían llegar a la independencia en algunos casos, o al menos a la autonomía, o a arreglos distintos a los mencionados, como podría ser el caso de los yazidíes (yezidis) que en el pasado han buscado ser parte federalizada de un futuro Estado kurdo. Sin embargo, para que avance este proceso, se necesita un verdadero cambio cultural en la forma que se ejerce el poder, ya que nunca ha habido una aceptación de los conceptos de diversidad o de minorías, tampoco en las monarquías, lo que a su vez demandaría el abandono de la centralización forzosa y la imposición de religiones oficiales obligatorias.

Más aún, antes de Siria ya era un proceso en marcha, como lo demuestra la verdadera autonomía de hecho de la que han gozado los kurdos en Irak después del retiro de EEUU, como también podría impactar en Turquía, que no les otorga suficientes derechos y más bien los reprime, o a Irán, que, como heredero del imperio persa, tiene a su interior una minoría árabe que se siente discriminada como también un movimiento reivindicatorio que pide la creación del Beluchistán, que quiere separarse de Pakistán, pero que también opera, con atentados terroristas incluidos en Sistán y Beluchistán, del vecino Irán.

Un Medio Oriente, que por lo demás, el dato y no el relato, muestra una realidad, donde contrario a la narrativa antisemita, uno de los países de mayor raigambre histórica y de mayor integración de las minorías, es precisamente el odiado Israel. A pesar de ello, medios de comunicación globales como la BBC responsabilizaban en forma extraña a Israel por lo que ocurre en Siria, a pesar de que su triunfo sobre Irán y Hezbolá fue clave en que no llegaran a rescatar a la dictadura como lo hicieran en el pasado.

“Uno de los países de mayor raigambre histórica y de mayor integración de las minorías, es precisamente el odiado Israel”.

Si los cambios que realmente son observables en la región coincidieran con aquellos que están teniendo lugar en el mundo, de partida en EEUU, sería otra razón adicional para impulsar la alianza, que está recién apareciendo y que quizás necesita del Estado palestino para materializarse públicamente, entre Israel y los países árabes sunitas, lo que podría incluir también a El Líbano, quizás la alianza adecuada para la realidad que ha surgido en la región con posterioridad al triunfo militar de Israel, en su guerra en 7 frentes.

Israel, quiéralo o no, ya está metido, ya es actor relevante y debe ser parte activa de lo que ha ayudado a crear. Por lo demás, le ayudaría mucho a no repetir errores del pasado que todavía lamenta, como, por ejemplo, haberse retirado unilateralmente de El Líbano el 2000 y de Gaza el 2005, ya que nada obtuvo ni a nadie ayudó haber hecho esos gestos, como es el caso de los cristianos en El Líbano aplastados por Hezbolá o de la Autoridad Palestina sufriendo en manos de Hamas, temor que los condiciona hasta el día de hoy.

El diálogo entre países árabes e Israel, y sobre todo, la noción de intereses compartidos, puede dar forma a un Medio Oriente más pacífico, que ayudaría no solo a Israel, sino también a los árabes a no sufrir la dominación de actores que han demostrado no quererlos mucho, como es el caso de los herederos turcos del imperio otomano y de los ayatolas persas, con un agregado, los dos han buscado desplazar a los árabes en nombre del islam, y creo, que alguien como bin-Salman lo tiene claro en Arabia Saudita, además de encabezar junto a los países del Golfo, un gigantesco proceso de modernización de sus países. Por lo demás, y muy importante, en favor del trabajo conjunto con Israel, se trata de países que, al vivir en la región, tienen aquello de lo que comprobadamente carece Occidente, conocimiento real de esas culturas y mentalidades.

Israel ya tiene la mala experiencia que en el Medio Oriente no funcionan los gestos buenistas, por muchas buenas intenciones que se tuvieran. Lo que siempre ha funcionado, es el respeto al poder y a quienes hacen uso de este, por lo que el alejamiento unilateral tampoco le dio resultado a Obama, con su ultimátum no honrado a al-Asad en la guerra civil siria.

Lo razonable y lo que se espera de Israel en las capitales árabes es que actúe de acuerdo con el estatus económico, tecnológico y militar que ha adquirido, países que están contentos de que se lograra detener por ahora los afanes expansionistas de los ayatolas iraníes. Es indudablemente una oportunidad para actuar política y no militarmente, ya que la desintegración de Siria sería un escenario terrible para la región, por lo que, si existe una colaboración amplia, con el concurso de todos, se podría consensuar una salida que evite esa desintegración.

Darwin enseñó que la evolución es un proceso gradual, donde sobreviven mejor no los más fuertes, sino aquellos con la capacidad de adaptación a los cambios, y esto estaría logrando Israel al adaptarse a su entorno, cumpliendo así el sueño de los fundadores de integración a la región donde se vive. Ganando guerras consiguió ser aceptado por los vecinos, ahora el tema es la posibilidad de una alianza para construir una paz, hasta ahora esquiva.

Por cierto, nada detendrá la mano de quienes odian por encima de todo otro sentimiento, ya que se avecina una nueva ofensiva de quienes no aceptan a Israel, que ha disminuido en el Medio Oriente, pero que ha crecido en la Unión Europea, veneno que también se ha inoculado en el Reino Unido, Australia y Canadá, unido a cambios políticos como consecuencia de la presencia en importantes cargos de descendientes de inmigrantes que ahora apoyan al yihadismo, además de ser fuerza electoral creciente. Se trata de una nueva versión del lawfare, esa guerra o guerrilla jurídica que busca utilizar los sistemas legales para instrumentalizar a los sistemas judiciales.

En las negociaciones de IsraelEn las negociaciones de Israel con Siria, parece haberse aceptado una zona desmilitarizada, donde Israel se ha comprometido a proteger los derechos drusos (Europa Press/Contacto/Maayan Toaf/Israel Gpo)

Ya no se trata de las acusaciones de “genocidio” al país, tampoco del comercio o las inversiones, sino ahora el objetivo es paralizar los viajes de los israelíes, acusándolos a ellos como personas naturales de “delitos” tales como haber cometido crímenes de guerra por haber servido en las fuerzas armadas, buscando encarcelarlos en viajes de turismo al extranjero, lo que ya ha sido ensayado en países que aceptan algún tipo de jurisdicción universal, tales como Brasil, Bélgica y Argentina, donde sus tribunales tienen jurisdicción fuera de sus fronteras.

Es un tipo de acusación que seguramente va a crecer en número, en escenarios y temas donde Israel ha demostrado ser particularmente ineficiente, al igual que en imagen y construcción de narrativas, en un escenario que ha quedado sensibilizado por narrativas instaladas, incluso por Hamas e Irán, a pesar de haberse probado que las acusaciones de “genocidio” y “apartheid”, fueron desarrolladas en la KGB soviética como reacción al triunfo en la Guerra de los Seis Días, y que tuvo también éxito en la votación de la ONU de 1975, cuando la Asamblea General aprobó la Resolución 3379, que declaraba que el sionismo era una forma de racismo y discriminación racial. Fue revocada en 1991, por la 46/86 que recibió el voto favorable de 111 países, en un momento en que EE. UU. era superpotencia única y como condición exigida por Israel para participar en la Conferencia de Paz de Madrid de 1991, antecedente de Oslo.

Y si menciono estos hechos, lo que pasó, lo que está pasando y lo que, con toda seguridad, pasará, es por la necesidad que Israel confronte estos temas, que combinan política, guerra y relaciones internacionales, para que se abandone la pasividad, y se organice una contraofensiva inteligente, ya que al igual que en esta guerra en 7 frentes, los temas de imagen que son una forma de guerra híbrida, pueden perjudicar la muy auspiciosa relación que existe con los países árabes, como sin duda ya tuvo lugar con Europa. Al respecto, cuesta entender que, si Israel se adapta rápidamente a nuevos desafíos como está ocurriendo en Siria, sea incapaz de abordar el tema de imagen.

En las negociaciones de Israel con Siria, parece haberse aceptado una zona desmilitarizada, donde Israel se ha comprometido a proteger los derechos drusos. Si de aquí surgiera la posibilidad que se cree una zona autonómica para ellos, sería posible para otros pueblos redibujar los mapas coloniales, por lo que sería lamentable que el debate internacional fuera perjudicado por esta carencia israelí en imagen. Mejor que nadie lo dijo David Ben-Gurión, “la historia está en nuestras manos. No podemos cambiar el pasado, pero podemos dar forma al futuro”.

Máster y PhD en Ciencia Política (Essex U), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)

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