
Casi una cuarta parte de los niños británicos de entre 8 y 12 años ya ha utilizado inteligencia artificial generativa, siendo ChatGPT la herramienta más popular. Este dato, revelado por el mayor estudio realizado hasta la fecha en el Reino Unido sobre el impacto de la IA generativa en la infancia, pone de manifiesto tanto el entusiasmo como las inquietudes que despierta esta tecnología entre menores, familias y educadores.
Según informó The Alan Turing Institute, responsable del estudio junto a Children’s Parliament y con el apoyo de LEGO Group, la irrupción de la IA generativa en la vida cotidiana de los niños plantea oportunidades inéditas para el aprendizaje y la creatividad, pero también desafíos urgentes en materia de equidad, seguridad y sostenibilidad.
De acuerdo con el informe, el 22 % de los niños encuestados afirmó haber utilizado alguna herramienta de IA generativa, con una frecuencia de uso mensual o superior en el 72 % de los casos. El uso aumenta con la edad: solo el 14 % de los niños de 8 años la ha probado, frente al 26 % de los de 12 años. Se observan diferencias de género, con un 24 % de niñas usuarias frente a un 19 % de niños, y una brecha significativa según el tipo de escuela: el 52 % de los alumnos de centros privados ha usado IA generativa, frente al 18 % de los de escuelas públicas.
ChatGPT es la herramienta más empleada, utilizada por el 58 % de los niños que acceden a IA generativa, seguida de Gemini (33 %) y My AI de Snapchat (27 %).
Entre los menores con necesidades educativas especiales, el uso de ChatGPT alcanza el 78 %, muy por encima del 53 % registrado entre quienes no presentan estas necesidades.
El estudio también revela que los niños emplean la IA generativa principalmente para crear imágenes divertidas (43 %), buscar información o aprender (43 %), entretenerse (40 %) y hacer tareas escolares (37 %). Las motivaciones varían según la edad: los más pequeños la usan sobre todo para jugar, mientras que los mayores la emplean como apoyo académico.
La información, publicada por The Alan Turing Institute, muestra que la mayoría de los padres cuyos hijos usan IA generativa (76 %) se siente optimista respecto a su uso. Este optimismo es mayor entre quienes también utilizan la tecnología (84 %), en contraste con el 21 % de los que no la emplean personalmente.

No obstante, persisten preocupaciones generalizadas: el 82 % teme que sus hijos accedan a información inapropiada y el 77 % a datos inexactos. El 76 % de los padres y el 72 % de los maestros manifiestan inquietud por la posible merma en la capacidad de pensamiento crítico de los niños, al confiar excesivamente en las respuestas de la IA.
En cuanto al ámbito escolar, el 57 % de los maestros que detectan el uso de IA generativa por parte de sus alumnos señala que estos presentan trabajos generados por IA como propios. Esta práctica es más frecuente en escuelas públicas (60 %) que en privadas (47 %). Sin embargo, menos de la mitad de los padres (41 %) se muestra preocupada por el riesgo de trampas académicas.

Los maestros, por su parte, presentan una visión ambivalente. Si bien el 85 % de quienes usan IA generativa en su labor docente reconoce un aumento de productividad y el 82 % percibe un impacto positivo en su enseñanza, solo el 40 % considera que la IA mejora la creatividad de los estudiantes. El 49 % teme que la tecnología reduzca la diversidad de ideas y el compromiso en clase, y casi la mitad expresa preocupación por el bienestar de los alumnos.
Los talleres organizados en Escocia permitieron recoger testimonios directos de los niños sobre su relación con la IA generativa. Muchos expresaron entusiasmo por experimentar con una tecnología novedosa y valoraron la posibilidad de materializar ideas difíciles de plasmar con medios tradicionales.
“Me gusta la IA porque la imagen que tenía en la cabeza salió incluso mejor”, relató un participante. Otros, en cambio, prefirieron los materiales físicos por la sensación de control y autoría: “Me siento más orgulloso de la pintura porque la hice yo mismo”, compartió otro niño.
Algunos menores manifestaron frustración cuando la IA no reflejaba su identidad o intereses, especialmente en la generación de imágenes. Niños de origen diverso señalaron que, pese a detallar sus características en los prompts, la IA tendía a producir imágenes de personas blancas y masculinas, lo que generó sentimientos de exclusión. “Cuando imprimimos la imagen, no se parecía a mí y me sentí triste. Debería haber todos los colores de piel”, expresó una niña.
El impacto emocional de la IA generativa fue variado: los niños mencionaron sentirse felices, emocionados, aburridos, frustrados o incluso culpables al conocer el consumo de recursos naturales asociado a la tecnología.
La preferencia por lo físico se mantuvo en las actividades creativas, donde la mayoría optó por pinturas, plastilina o collages, relegando la IA a un papel secundario.

El estudio de The Alan Turing Institute subraya una marcada brecha digital entre alumnos de escuelas privadas y públicas. Mientras el 52 % de los estudiantes de centros privados ha usado IA generativa, solo el 18 % de los de escuelas públicas lo ha hecho. Esta diferencia se refleja también en la frecuencia de uso y en la actitud de los maestros: el 57 % de los docentes de privadas es consciente del uso de IA por parte de sus alumnos, frente al 37 % en públicas.
La desigualdad se extiende al acceso de los propios maestros a la tecnología. El 71 % de los docentes que emplean IA generativa lo hace a través de licencias personales, y solo el 26 % dispone de acceso institucional proporcionado por la escuela.
Esta situación, según el informe, puede agravar la brecha de oportunidades y competencias digitales entre estudiantes de distintos entornos socioeconómicos.
Entre los riesgos más señalados por niños, padres y maestros figuran el sesgo en los resultados generados por la IA, la exposición a contenidos inapropiados y la desinformación. Los talleres pusieron de manifiesto la dificultad de la IA para representar la diversidad, así como la tendencia a reproducir estereotipos.
En ese sentido, los niños expresaron preocupación por la posibilidad de que la IA genere imágenes o textos falsos, y por la dificultad de distinguir lo real de lo artificial.
Un aspecto destacado por los propios niños fue el impacto ambiental de la IA generativa. Tras conocer que cada interacción con ChatGPT puede consumir el equivalente a medio litro de agua y que la generación de una imagen requiere tanta energía como cargar un teléfono móvil, algunos optaron por no usar la tecnología. “Es ridículo que use tanta agua”, comentó un participante. Los niños propusieron limitar el número de imágenes generadas al día y exigir a las plataformas transparencia sobre su huella ecológica.
El informe de The Alan Turing Institute, en colaboración con Children’s Parliament y LEGO Group, formula una serie de recomendaciones dirigidas a gobiernos, industria, escuelas y familias. Entre las principales propuestas destacan:
1- Promover la participación infantil en el diseño y regulación de la IA, asegurando que las voces y necesidades de los niños sean tenidas en cuenta en la toma de decisiones.
2- Desarrollar herramientas de IA seguras y apropiadas para la edad, que eviten la exposición a contenidos dañinos y garanticen la privacidad y seguridad de los menores.
3- Reducir la brecha de acceso mediante el apoyo a escuelas públicas y la provisión de recursos gratuitos para el aprendizaje y uso responsable de la IA.
4- Mejorar la alfabetización digital de niños, padres y maestros, incorporando contenidos sobre IA, ética, sesgo y sostenibilidad en los planes de estudio.
5-Abordar el sesgo y mejorar la representación en los resultados generados por IA, asegurando que reflejen la diversidad de la infancia.
6- Mitigar el impacto ambiental de la IA generativa, informando de manera transparente sobre su consumo de recursos y promoviendo prácticas sostenibles.
7- Fomentar la creatividad y el juego offline, garantizando que la IA complemente, y no sustituya, las experiencias táctiles y presenciales.
Según detalla The Alan Turing Institute, estas recomendaciones buscan equilibrar el potencial transformador de la IA generativa con la protección de los derechos, la equidad y el bienestar de los niños.
El estudio concluye que la implicación activa de los menores en el desarrollo y uso de la tecnología, junto con políticas que prioricen la seguridad, la diversidad y la sostenibilidad, son esenciales para que la IA generativa contribuya positivamente a la infancia.

El informe, publicado en 2025, se basa en una investigación exhaustiva que combina métodos cuantitativos y cualitativos. Por un lado, se realizaron encuestas a 780 niños de 8 a 12 años y a sus familias en todo el Reino Unido, así como a 1.001 maestros de primaria y secundaria.
Por otro lado, se organizaron talleres participativos en dos escuelas públicas de Escocia, en las ciudades de Dundee y Edimburgo, donde 40 niños exploraron el uso de la IA generativa a través de actividades creativas y debates sobre sus derechos y preocupaciones.
La investigación, detallada por The Alan Turing Institute, se desarrolló bajo el marco RITEC de Unicef, que evalúa el bienestar infantil en relación con la tecnología.
El diseño de los talleres permitió a los niños elegir libremente entre herramientas digitales y materiales tradicionales, lo que aportó una visión matizada sobre sus preferencias y experiencias.
El estudio contó con la colaboración de Children’s Parliament y el respaldo financiero de LEGO Group, y se llevó a cabo entre noviembre de 2024 y principios de 2025.