
Más de 400 vuelos fueron cancelados hacia y desde el Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta el sábado debido a un brote de clima severo y granizo durante la noche, según informó ABC News.
La situación afectó gravemente las operaciones del aeropuerto, considerado uno de los más transitados del mundo, y generó una cadena de retrasos y cancelaciones que impactó a miles de pasajeros en Estados Unidos.
El fenómeno meteorológico, que incluyó tormentas eléctricas, vientos intensos y granizo, se desató la noche del viernes 27 de junio.

Las consecuencias se sintieron de inmediato en el Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta, donde 478 vuelos fueron cancelados y 617 sufrieron retrasos tanto en llegadas como en salidas, de acuerdo con los datos recopilados por ABC News.
El aeropuerto, ubicado en el estado de Georgia, sirve como un nodo central para el tráfico aéreo nacional e internacional, por lo que cualquier interrupción en sus operaciones tiene un efecto dominó en el sistema de aviación del país.

Según declaraciones de un portavoz de la compañía recogidas por ABC News, Delta registró 542 cancelaciones y 684 retrasos en todo el país durante el sábado.
La empresa anticipó que la recuperación total de su programación tomaría tiempo, ya que los equipos debían reajustar la ubicación de las aeronaves y las tripulaciones necesitaban cumplir con los periodos obligatorios de descanso antes de retomar sus funciones.
El portavoz de Delta subrayó que el personal trabajaba “con la mayor seguridad y rapidez posibles” para restablecer los vuelos afectados por las tormentas eléctricas, los rayos, el granizo y los vientos que azotaron Atlanta la noche anterior. Además, agradeció a los clientes por su “continua paciencia y comprensión” ante la magnitud de las interrupciones.

American Airlines canceló 223 vuelos el sábado en Estados Unidos, mientras intentaba recuperarse de las interrupciones relacionadas con el clima que también afectaron a otros aeropuertos clave, como Reagan National en Washington D. C., Charlotte en Carolina del Norte y Dallas-Fort Worth en Texas.
Uno de los aspectos más delicados de la situación fue la necesidad de inspeccionar las aeronaves por posibles daños causados por el granizo.
Alrededor de 100 aviones de Delta Air Lines fueron revisados durante la noche para detectar daños estructurales, y casi todos pudieron regresar al servicio el sábado, según el portavoz de la aerolínea citado por ABC News.
Estas inspecciones resultan fundamentales para garantizar la seguridad de los vuelos, ya que el granizo puede afectar la integridad de las superficies de las alas, el fuselaje y otros componentes críticos de las aeronaves.
El portavoz de Delta detalló que “intensas tormentas eléctricas, incluida una que trajo informes de vientos con microrráfagas y granizo de 6.35 milímetros a nuestro centro de operaciones en el Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta, provocaron más de 90 desvíos a otros aeropuertos en el sureste de Estados Unidos y una pausa en las operaciones aeroportuarias por razones de seguridad la noche del 27 de junio”.

La gestión de la crisis incluyó la evacuación temporal de la torre de control de tráfico aéreo que supervisa las operaciones en los alrededores del Aeropuerto Hartsfield-Jackson. Según la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés), la torre fue evacuada brevemente el viernes por la noche debido a los fuertes vientos.
No obstante, la FAA aclaró que la torre nunca quedó sin personal, ya que un pequeño grupo de controladores permaneció en el lugar para gestionar el tráfico aéreo en la zona.
En grabaciones de comunicaciones de control de tráfico aéreo (ATC), se escuchó a los controladores informar a los pilotos sobre la evacuación y la presencia de solo tres personas en la torre: un controlador, un supervisor y un responsable de gestión de tráfico.
La coordinación entre las distintas agencias y aerolíneas resultó esencial para minimizar los riesgos y restablecer la normalidad lo antes posible.
Delta Air Lines confirmó que continuaba realizando inspecciones en sus aeronaves para detectar cualquier daño potencial por granizo, una medida preventiva que busca evitar incidentes derivados de daños no detectados en las superficies de los aviones.