
En algunas oficinas, un simple emoji puede convertirse en un conflicto generacional. Lo que para unos es una señal de acuerdo, para otros resulta una expresión hostil o hasta pasivo-agresiva. Así, en entornos laborales cada vez más diversos, algunas empresas han comenzado a prohibir el uso de ciertos emojis en correos electrónicos corporativos, buscando evitar malentendidos y tensiones innecesarias. El principal acusado: el emoji de pulgar arriba (👍).
La tendencia, que comenzó con debates en redes como Reddit y TikTok, está empezando a reflejarse en políticas internas de compañías de sectores creativos y tecnológicos de los EEUU y Europa. El uso de emojis, especialmente en contextos formales, ya no es visto como una herramienta de cercanía, sino como un riesgo de interpretación. ¿Qué lleva a una empresa a regular algo tan aparentemente inofensivo?

Lo que para una persona de Generación X (nacidas entre 1965 y 1980) puede ser un gesto amigable, para alguien de Generación Z (1990-2010) puede parecer condescendiente, anticuado o incluso agresivo.
Para muchos mayores de 40 años el emoji de pulgar arriba (👍) sigue representando aprobación o acuerdo. Pero entre los más jóvenes, especialmente la Generación Z, no significa “ok” o “recibido”, como lo interpretan muchos empleados mayores. Para ellos, este ícono puede sonar frío, cortante o incluso pasivo-agresivo.
Un usuario de Reddit lo resumió así: “Si alguien solo me responde con un pulgar arriba, siento que está enojado”.

Esta percepción no es aislada. Según una encuesta de Perspectus Global, más del 60% de las personas entre 16 y 29 años consideran que el pulgar arriba es una señal de que alguien es ‘oficialmente viejo’. Y en el entorno laboral, ese sesgo se transforma en barrera comunicacional.
En respuesta a estas tensiones, varias empresas han comenzado a limitar o prohibir ciertos emojis en correos internos, especialmente en comunicaciones jerárquicas o entre áreas sensibles como Recursos Humanos, Legal y Finanzas. Además del pulgar arriba, entre los íconos más cuestionados figuran:
- ❤️ Corazón rojo: asociado culturalmente con afecto o amor, su uso en contextos laborales puede resultar demasiado personal o confuso. Algunos empleados sienten que usarlo en emails profesionales es inapropiado o poco claro en cuanto a la intención, especialmente si proviene de superiores o personas con las que no se tiene confianza.
- 😭 Cara llorando fuerte: este emoji, aunque usado con frecuencia para expresar emoción o frustración exagerada, puede confundir al receptor en entornos laborales formales, haciendo difícil distinguir si se trata de humor, sarcasmo o angustia real. También puede parecer poco profesional o desdramatizador en conversaciones serias.
- 😬 Cara de mueca (grimacing face): genera ambigüedad. Puede representar nerviosismo, incomodidad o tensión, pero muchas veces su significado es incierto para el receptor. En el trabajo, esa ambigüedad puede derivar en confusiones emocionales o lecturas erradas, especialmente entre colegas de distintas edades.

- ✅ Check verde: aunque representa conformidad o tarea cumplida, algunos lo ven como una respuesta automática o cortante. Si se utiliza sin contexto adicional, puede parecer indiferente o que se está ignorando el contenido del mensaje anterior.
- 👌 Mano “OK”: este emoji ha sido cuestionado por razones culturales. En algunos contextos ha sido asociado a significados ofensivos o malinterpretaciones políticas, especialmente en redes sociales. Su uso se ha vuelto riesgoso para marcas y empresas que quieren evitar polémicas.
- 👏 Aplausos: aunque parece positivo, puede ser percibido como condescendiente o sarcástico dependiendo del tono del mensaje. Algunos empleados lo interpretan como una burla o una manera de marcar algo obvio, más que una verdadera felicitación.
- 🙈 Mono cubriéndose los ojos: puede transmitir vergüenza o algo “que no queremos ver”, pero en el ámbito laboral puede parecer infantil o poco serio. Además, su uso puede sugerir que algo está mal o fuera de lugar, lo cual puede generar ansiedad o confusión innecesaria.
- 💩 Caca: el símbolo claramente no tiene cabida en comunicaciones profesionales. Aunque algunos lo usen con humor, suele considerarse inmaduro, poco profesional y ofensivo, especialmente en organizaciones más conservadoras o jerárquicas.
- 💋 Beso con labial: este emoji implica intimidad o afecto físico, y su inclusión en correos o chats laborales puede ser interpretada como una transgresión de los límites profesionales. También puede activar alertas de acoso o conductas inapropiadas si el contexto no lo justifica.
Según explicó al New York Post Elaine Swann, experta en etiqueta corporativa, los emojis pueden transmitir emociones que no fueron intencionadas: “En ambientes formales, cualquier malentendido puede dañar la comunicación o la percepción del liderazgo”.

Una política efectiva, explicó Swann, incluye varias capas. Primero, la clasificación de emojis según riesgo, evitando aquellos con connotaciones sexuales (🍆, 😘), violentas o culturalmente problemáticas (👌). Segundo, se establecen guías de contexto: pueden permitirse en chats internos informales, pero no en correos con clientes, propuestas legales ni comunicaciones externas. Tercero, se promueve una cultura de claridad verbal, donde los emojis son complementos, no sustitutos del lenguaje claro y explícito.
Además, se recomienda formar a los equipos en alfabetización digital, incluyendo los significados generacionales y culturales de ciertos símbolos. Y, en sectores regulados, implementar herramientas tecnológicas para monitorear su uso y prevenir incidentes.
El emoji de pulgar arriba no siempre fue polémico. Para muchos trabajadores de la Generación X o los Baby Boomers, representa eficiencia y claridad: “Recibí tu mensaje y estoy de acuerdo”. Sin embargo, entre los más jóvenes, que valoran más la empatía y la validación explícita, ese gesto mínimo puede parecer desinteresado o seco.
“Si me tomé el tiempo para escribir algo bien pensado, espero una respuesta con palabras, no un emoji automático”, dijo Kim Law, trabajadora social de 25 años, a The New York Post.
En el nuevo lenguaje del trabajo digital, los emojis actúan como símbolos altamente contextuales cuya interpretación varía radicalmente según la edad, la cultura y el entorno profesional.

Este choque de códigos ha provocado que algunas compañías implementen capacitaciones intergeneracionales para alinear formas de comunicación y evitar conflictos.
A esto se suma la dimensión cultural. En Brasil, el gesto de la mano de OK (👌) es vulgar. En China, las manos aplaudiendo (👏) pueden tener connotaciones sexuales. Y en Oriente Medio, el pulgar hacia arriba puede ser ofensivo. Estas disparidades aumentan el riesgo de que lo que parece una respuesta inofensiva se convierta en un detonante de conflictos laborales.
Firmas tecnológicas en Estados Unidos y Europa han comenzado a emitir manuales de estilo interno para emails, donde se desaconseja el uso de emojis o se especifica en qué contextos son apropiados. Otras han optado por bloquear directamente ciertos símbolos en las plataformas corporativas como Slack o Microsoft Teams, usando filtros automáticos.
En América Latina aún no es una política extendida, pero algunas agencias creativas y startups ya están evaluando medidas similares, sobre todo en equipos multiculturales o con rangos etarios amplios.
Esta nueva tendencia puede marcar el inicio de una transformación más profunda en la comunicación digital laboral. Si bien no se trata de eliminar los emojis, sí de entender el contexto en el que se usan y adaptar el lenguaje al público receptor.
El crecimiento del uso de emojis en entornos laborales no solo plantea problemas de comunicación: también abre una nueva frontera de responsabilidad legal. Varios tribunales del mundo ya han tenido que interpretar el significado de un emoji para dirimir disputas contractuales, laborales e incluso regulatorias. Y los resultados no siempre son coherentes.
En Canadá, un juez determinó que un 👍 enviado como respuesta a un contrato de suministro tenía el mismo valor que una firma, reseñó Finance Magnate. Para organismos como la Financial Industry Regulatory Authority (FINRA) y la Securities and Exchange Commission (SEC) en Estados Unidos, los emojis forman parte de la “comunicación escrita” empresarial y deben ser archivados, monitoreados y supervisados igual que los correos electrónicos, informó Financial Planning.
Así, por su uso extendido, los emojis pueden vincular jurídicamente a empleados y empresas si no se establece un marco claro. Un simple gesto digital puede tener peso legal, probatorio o disciplinario, especialmente en industrias reguladas o ante conflictos laborales.