
Cuando un perro o un gato recibe un diagnóstico de cáncer, su alimentación pasa a tener un papel fundamental. No solo porque puede influir en cómo se siente durante el tratamiento, sino porque la enfermedad modifica la forma en que el cuerpo procesa los nutrientes. Esto hace que muchas mascotas pierdan peso y masa muscular, un fenómeno conocido como caquexia por cáncer.
La caquexia es distinta a una simple desnutrición: el animal pierde grasa y músculo de forma simultánea, aunque esté comiendo. A esto se suma la disminución del apetito causada por el propio cáncer o los efectos secundarios de tratamientos como la quimioterapia y la radiación. Algunos tumores dificultan la alimentación al estar ubicados en zonas como la boca o el sistema digestivo.
Por todo esto, proporcionar una nutrición adecuada es uno de los factores que pueden ayudar a que las mascotas respondan mejor al tratamiento, mantengan su fuerza y disfruten de una mejor calidad de vida. Aunque no existe una dieta milagrosa contra el cáncer, sí hay varias recomendaciones que los especialistas sugieren tomar en cuenta.

De acuerdo con el medio especializado, The Pet Oncologist (El oncólogo de mascotas), lo más importante es que el animal coma lo que le guste, especialmente durante la quimioterapia. Aunque hay interés por ofrecer dietas bajas en carbohidratos (ya que las células cancerosas se alimentan de glucosa), no hay evidencia científica concluyente de que estas dietas prolonguen la vida de los animales con cáncer. Sin embargo, pueden ayudar a conservar la masa muscular.
El sitio también aclara que una dieta equilibrada y comercial, como las de Hills o Royal Canin, es suficiente si el animal recibe las calorías necesarias. No es obligatorio complementar con carnes o eliminar totalmente los carbohidratos. En 2023, la marca Hills lanzó Onc Care, una línea diseñada para pacientes oncológicos. Está disponible en versión seca y húmeda, y contiene omega-3, aminoácidos esenciales, proteínas de alta calidad y fibras prebióticas. Esta dieta no ha demostrado mejorar la supervivencia, pero puede ser útil si la mascota tiene poco apetito o está perdiendo peso.
Por su parte, la marca Maka recomienda incluir ingredientes como zanahorias, arándanos, cúrcuma, jengibre, espinaca, brócoli, atún y aceite de salmón para complementar la alimentación durante el tratamiento. Sin embargo, no deben mezclarse medicamentos con comida ni forzar al animal a comer si muestra señales claras de náuseas, como arcadas o babeo.
En cuanto a lo que se debe evitar, The Pet Oncologist indica que no se deben dar alimentos crudos, ya que su carga bacteriana representa un riesgo para el sistema inmune debilitado. También recomienda no cambiar la dieta de forma repentina, no ofrecer alimentos muy grasos, y no optar por dietas libres de granos sin consultar al veterinario.
Por otro lado, si la mascota no quiere comer o presenta vómito, diarrea o pérdida rápida de peso, es fundamental contactar al veterinario. En algunos casos, puede ser necesaria la colocación temporal de una sonda de alimentación o el uso de medicamentos que estimulen el apetito. El objetivo siempre será el mismo: que el animal reciba los nutrientes necesarios para afrontar la enfermedad.

Las náuseas y la falta de apetito son síntomas frecuentes en animales con cáncer. Algunos tratamientos, como la quimioterapia, pueden alterar el gusto o el olfato, lo que lleva a que los animales rechacen la comida. Además, si un alimento se ofrece mientras la mascota se siente mal, puede desarrollar una aversión permanente hacia ese tipo de comida.
La radiación también puede tener impacto en la alimentación. Cuando se aplica en la cabeza o el cuello, puede modificar la producción de saliva, y si afecta al tórax o al estómago, puede dañar el esófago y los intestinos. Estas condiciones dificultan el tragar o digerir adecuadamente los alimentos.
En el aspecto metabólico, las células cancerosas consumen preferentemente glucosa, pero también pueden usar aminoácidos como fuente de energía. Esto altera el equilibrio de proteínas en el cuerpo del animal. En respuesta, el organismo produce sustancias que reducen el apetito y promueven la pérdida de peso.