
La pasta kataifi, también llamada kadaif, kanafeh o kadayif, es un tipo de masa originaria del Mediterráneo Oriental que, aunque tradicionalmente vinculada a los postres de Grecia, Turquía y el Medio Oriente, ha irrumpido con fuerza en las redes sociales gracias a un fenómeno reciente: el llamado “chocolate Dubai”, una tendencia viral que combina chocolate, pistachos y esta particular masa en forma de hilos.
Este tipo de pasta nace del mismo principio que la masa filo —una mezcla simple de harina de trigo, agua y sal—, pero en lugar de presentarse en láminas delgadas, se elabora en forma de finísimos filamentos, parecidos al cabello de ángel. Se obtiene vertiendo la masa fluida sobre una plancha giratoria caliente, que la seca y transforma en una madeja de hilos que luego puede moldearse en nidos, cilindros o capas.
La popularidad reciente del chocolate Dubai está asociada a su estética lujosa y su textura contrastante: pistacho, chocolate fundido y pasta kataifi crujiente forman una combinación irresistible tanto para el paladar como para la vista. En este nuevo postre, la kataifi no cumple un rol secundario: es el elemento estructural y visual que transforma una golosina simple en un producto gourmet.

La receta base suele incluir una capa inferior de kataifi tostada —que aporta un crujido dorado—, seguida de una mezcla de pasta de pistacho, chocolate con leche o amargo fundido, y a veces un toque de agua de azahar o rosas para perfumar. Su aspecto artesanal y su textura delicada han hecho del kataifi un recurso ideal para recetas virales como esta, que apelan al placer sensorial desde lo visual hasta lo gustativo.
Además de su sabor neutro, la kataifi tiene otra ventaja clave: su versatilidad. Puede usarse cruda y luego hornearse o freírse, o bien comprarse ya tostada para actuar como cobertura o base crocante. Esto ha permitido que su uso se expanda más allá de la repostería tradicional.
Aunque su auge digital es reciente, la kataifi tiene siglos de tradición. Se encuentra en elaboraciones clásicas como el kunafa, un dulce árabe que combina esta masa con queso y almíbar de azahar, y en la repostería griega, donde se rellena con nueces, almendras o pistachos y se baña en miel.

En su versión salada, se utiliza para envolver langostinos, cordero o vegetales asados, y es común en propuestas de cocina de autor por su capacidad de aportar volumen, crocancia y elegancia. También se emplea como base para purés, ensaladas o mousses frías y, en su formato tostado, como crutón artesanal o topping para helados y pastelería contemporánea.
La pasta kataifi se comercializa en formato fresco, congelado o tostado y en Argentina se puede encontrar en línea. En su versión cruda, requiere refrigeración entre 0 y 4 °C, protegida del aire para evitar que se reseque. También se puede adquirir tostada, lo que facilita su almacenamiento seco, con mayor durabilidad y menos requisitos logísticos.
Quienes no consiguen esta pasta en tiendas especializadas pueden elaborarla en casa con ingredientes básicos: harina común, agua, sal y un poco de aceite vegetal. La clave está en lograr una masa muy fluida y sin grumos, parecida a la de un panqueque muy ligero.

Una vez preparada, se coloca en una manga pastelera con boquilla fina —o una bolsa plástica con un pequeño corte en una esquina— y se vierte en movimientos continuos y en zigzag sobre una sartén antiadherente caliente y seca, sin añadir grasa.
Al contacto con el calor, los hilos se cocinan de inmediato y adquieren una textura firme pero flexible.
Se retiran cuidadosamente con una espátula y se dejan enfriar sobre papel absorbente o una rejilla. Este procedimiento debe repetirse hasta agotar la masa. Si bien el resultado no es idéntico al industrial, permite obtener una versión casera muy aceptable para preparar postres como kunafa, baklava o el chocolate Dubai, y también para usar en preparaciones saladas.

La kataifi cruda aporta aproximadamente 290 calorías cada 100 gramos, con 61,9 g de carbohidratos, 9 g de proteínas y apenas 1,1 g de grasas, lo que la convierte en un ingrediente ligero en su estado original. Al freírse o combinarse con mantecas o almíbares, el contenido calórico aumenta, como sucede en los postres más tradicionales. No contiene colesterol, ni azúcares añadidos, y ofrece un contenido moderado de fibra (2,7 g).
Pasta kataifi, pistacho, chocolate fundido y una presentación cuidada: esa es la fórmula del éxito del llamado chocolate Dubai, un postre que pone en primer plano a una masa antigua y la proyecta al futuro gastronómico desde la pantalla de millones de teléfonos.