¿Qué pasará en Nicaragua cuando muera Daniel Ortega? Los caminos que le quedan al régimen y lo que vendría para el país / Análisis de Mauricio Vargas

hace 2 días 7

Un caminar cansino en el que arrastra el pie derecho, el rostro pálido e inflamado, el párpado derecho ligeramente caído y la voz apagada, así ha lucido el dictador nicaragüense, Daniel Ortega Saavedra, en sus apariciones más recientes. 

El lupus compromete múltiples órganos (y) cuando hay infecciones o descompensaciones, el cuerpo no responde con facilidad

Su presencia en actos públicos se ha vuelto esporádica, y los rumores sobre el deterioro de su salud han llevado a muchos periodistas, así como a diplomáticos extranjeros residentes en Nicaragua, a sugerir que el otrora guerrillero marxista reconvertido desde su regreso al poder en 2007 en autócrata y multimillonario, vive sus horas finales.

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Según revelaciones de Richard Sáenz Coen, médico que atendió a Ortega hasta 2018 –cuando fue despedido y se vio obligado a partir al exilio–, el dictador, de 79 años, soporta desde hace años un lupus eritematoso sistémico. La plataforma de internet Coyuntura ha revelado que se trata de una delicada enfermedad autoinmune, que generó una nefritis lúpica y una insuficiencia renal crónica de fase terminal, y que exige una diálisis diaria.

“El lupus compromete múltiples órganos (y) cuando hay infecciones o descompensaciones, el cuerpo no responde con facilidad”, explicó el doctor Sáenz a 100 % Noticias, antiguo canal de televisión cerrado por el régimen y que hoy emite por internet. “Ortega no está agonizando en este momento, pero su cuerpo muestra signos claros de un deterioro sostenido que puede agravarse rápidamente”, agregó el médico. 

Foto capturada el 14 de octubre de 2018, en un manifestación en Managua contra el régimen de Ortega.

Foto capturada el 14 de octubre de 2018, en un manifestación en Managua contra el régimen de Ortega. Foto:Getty Images

La directora de 100% Noticias, Lucía Pineda, declaró hace pocos días a medios hondureños que Ortega luce “demacrado, enfermo…”. Agrega que es como si, en sus escasos actos públicos, se estuviese “despidiendo de su militancia”.

En Nicaragua, pocos apuestan porque Rosario Murillo, su esposa, sea la sucesora. Primero por su edad (74 años), que no ofrece al régimen un horizonte de estabilidad a largo plazo. Segundo, porque tiene muchos enemigos. Para imponerse, ella le exigió al dictador una ley –votada en febrero por la Asamblea Nacional– que la designó copresidenta. Mientras se abría camino en estos años, hizo que muchos viejos sandinistas cayeran en desgracia. Según Manuel Orozco, politólogo nicaragüense vinculado a las universidades de Harvard y Georgetown, esos personajes están agazapados, “no olvidan el método aniquilador de Murillo y pasarán la cuenta de una u otra forma”.

Hasta hace poco, muchos veían como sucesor a Laureano Ortega Murillo, de 43 años, sexto de los hijos de la pareja. Cuando joven, se mantuvo alejado del poder, dedicado a su afición como tenor de ópera (suele ser la estrella de los eventos en el teatro Rubén Darío de Managua), y como director de Incanto, una fundación para promover la música. Pero a mediados de la década pasada, este sociólogo de carrera comenzó a ganar protagonismo en las relaciones exteriores, al figurar por encima de embajadores y cancilleres del país, en la firma de acuerdos con Rusia, China y Corea del Norte, entre otros.

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A pesar de una prohibición constitucional, ocho hijos de la pareja ocupan cargos públicos. Notable excepción es Zoilamérica Narváez Murillo, hija de una primera relación de la copresidenta, y quien, en 1997, denunció públicamente a su padrastro Daniel Ortega por abusar de ella sexualmente. Hoy vive exiliada en Costa Rica.

Daniel Ortega

Daniel Ortega Foto:EFE

Pero Laureano no tiene el camino libre. Sus opciones se redujeron desde que, como presidente de ProNicaragua, lideró el fracasado proyecto del canal interoceánico que competiría con el de Panamá. La obra, valorada en US$50.000 millones, fue concesionada a Wang Ying, un oscuro empresario chino que se quebró en las bolsas asiáticas tras una serie de fraudes. El proyecto debía estar listo en 2020, pero nunca arrancó, y eso debilitó a Laureano. Desde entonces y en especial a partir de 2023, cuando su padre se dedicó a promoverlo, Daniel Jr., de 45 años, y cabeza de la poderosa maquinaria mediática del régimen, lo remplazó en el sonajero. Ahora muchos apuestan por él.

La fortuna familiar que se disputarán los sucesores

Daniel Ortega llegó al poder tras el triunfo de la revolución sandinista en julio de 1979, y pronto se convirtió en coordinador de la junta de gobierno que, aparte de los guerrilleros, incluía figuras de los partidos centristas que se habían opuesto a la cruenta y corrupta dictadura de Anastasio Somoza. En 1985, Ortega ganó las elecciones presidenciales y gobernó durante cinco años, antes de ser derrotado en las urnas por Violeta de Chamorro, viuda del asesinado periodista y opositor a Somoza, Pedro Joaquín Chamorro. Ella gobernó de 1990 a inicios de 1997.

En 2007, cuando Ortega volvió a imponerse en las presidenciales, declaró que poseía bienes por US$ 217.000, y su esposa Rosario, por US$ 159.000. Eso cambió pronto. Eran los tiempos en que, gracias a la bonanza petrolera, el presidente venezolano Hugo Chávez exportaba su revolución a varios países de la región, entre ellos Nicaragua. Entre 2007 y 2015 –cuando la crisis económica obligó al sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, a cortar el chorro–, Caracas le entregó más de US$ 5.000 millones en supuestos programas de cooperación, la mayoría en gasolina y diésel a precios bajos.

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Gracias a monopolizar el negocio de combustibles y a controlar emporios estatales de en otros campos, la familia Ortega y sus testaferros se quedaron con gran parte de esos recursos. “A eso hay que sumar que, a pesar de su credo marxista, los Ortega son gente de negocios”, le contó a EL TIEMPO un diplomático europeo, especialista en Centroamérica. “En Nicaragua todo el que quiera hacer empresa debe asociarse o pagar una jugosa coima a un testaferro de ellos”, agregó.

Ortega y Murillo consagran su poder total en Nicaragua

Ortega y Murillo consagran su poder total en Nicaragua Foto:

Una sociedad anónima llamada Inversiones Zanzíbar, controlada por Rafael, el mayor de los Ortega Murillo, ha sido clave en estas operaciones. Según el departamento del Tesoro de Estados Unidos, Zanzíbar sirvió para transferir a la familia presidencial las ganancias del negocio de combustibles. Más de 74 por ciento de la importación y cerca de 40 por ciento de la distribución de gasolina y diésel son controlados por los Ortega Murillo, según revelaciones hechas en enero por Expediente Público, página web centroamericana de periodismo investigativo.

Hay más negocios. La plataforma de noticias Bloomberg Línea reveló recientemente cómo, a cambio de dinero, el régimen otorga residencia y protección a corruptos de distintos países. Una fuente de la Cancillería colombiana le dijo este lunes a EL TIEMPO que “en el otorgamiento de residencia al exdirector del Dapre Carlos Ramón González pudo mediar un pago jugoso al círculo del poder en Managua”. González, prófugo tras ser acusado por la Fiscalía por su papel en el saqueo de decenas de miles de millones de pesos de la Unidad de Gestión de Riesgos (UNGRD, vive allá desde hace meses.

Aunque el entramado de sociedades anónimas y testaferros impide precisar a cuánto asciende la fortuna de la familia presidencial, una investigación de Bloomberg Línea, citada por Expediente Público, tasó la cantidad amasada por los Ortega Murillo en torno a los US$ 2.500 millones. Pero algunos creen que la cifra puede ser mayor.

Ortega

Ortega Foto:AFP

¿Se avecina una guerra de sucesión?

Semejante fortuna contrasta con la situación de la pobreza en Nicaragua, donde, a pesar del crecimiento de muchos negocios (siempre que la familia presidencial les dé su visto bueno) y de alzas del PIB razonablemente buenas en los años recientes, millones viven en condiciones miserables. 

Las cifras oficiales que hablan de una tasa de pobreza inferior al 20 por ciento, no son confiables. Para el Banco Mundial, Nicaragua sigue siendo el segundo país con mayores niveles de pobreza en toda la región, solo superado por Haití. En Nicaragua, más del 70 por ciento de la población sufre algún tipo de inseguridad alimentaria.

Cuando el dictador Ortega fallezca, su viuda y sus hijos no solo tendrán que batallar por conservar el poder político, sino su inmensa fortuna. Muchos maltratados por la copresidenta Murillo, que aún conservan porciones de poder, quieren cobrar venganza. Pero, además, no hay que descartar que se desate una batalla en el interior de la propia familia, donde al menos dos hermanos aspiran a la sucesión.

En mayo de 2024, cuatro meses antes de morir de un paro cardiorrespiratorio, el exministro de Defensa Humberto Ortega, hermano del dictador y quien llevaba años lanzando críticas a la deriva autocrática del régimen, le dio una entrevista a Infobae. En ella planteó dudas sobre el proceso de sucesión. “Sin Daniel –dijo– veo muy difícil que haya dos o tres que se junten (…) y más difícil en la familia…”.

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La represión se ha acentuado. A los más de 400 jóvenes asesinados desde las protestas de 2018 y a los 800.000 emigrados que han huido de la dictadura en esta década, se suman ahora decenas de detenidos en condiciones atroces –según denuncias de ONG de derechos humanos– y más de un centenar de perseguidos que tuvieron que salir del país al perder su nacionalidad este año. Esta andanada represiva bien puede ser un síntoma de la preparación del régimen para la muerte de Ortega.

En marzo del 2019, miembros de la Policía Nacional intentan detener al reportero gráfico Luis Sequeira, de la agencia AFP, durante una manifestación contra el Gobierno de Daniel Ortega en Managua (Nicaragua).

Miembros de la Policía Nacional intentan detener al reportero gráfico Luis Sequeira. Foto:Efe

En un análisis en la plataforma de debates La mesa redonda, en YouTube, el periodista nicaragüense Sergio Marín Cornavaca advirtió hace poco que, cuando fallezca el dictador, puede venir una ola de represión aún peor, pues la copresidenta Murillo y sus aliados querrán sobrevivir a toda costa y, para ello, necesitarán “tener ojos hasta en la espalda”. 

Puede venir una guerra de facciones, incluso una guerra dentro de la familia. Si a esto se suma la pérdida del apoyo del Ejército acostumbrado a hacerle caso solamente al dictador, es evidente que, desaparecido Ortega, todas las opciones estarán sobre la mesa, lo mismo un golpe militar que un levantamiento popular.

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