
Robin Wright, reconocida por sus papeles en La princesa prometida, Forrest Gump y House of Cards, se consolidó como una de las figuras más influyentes al reflexionar sobre el valor del fracaso y la resiliencia en la industria audiovisual.
En una entrevista realizada para el pódcast de YouTube How To Fail with Elizabeth Day, la actriz y directora repasó los aprendizajes acumulados en su carrera, su experiencia como madre y su perspectiva sobre la igualdad de género, todo vinculado a su último proyecto, la serie La novia.
Wright compartió que su trayectoria, iniciada como bailarina a los diez años y modelo a los catorce, estuvo marcada por la búsqueda continua de autenticidad y crecimiento personal.

Tras su debut en la telenovela Santa Barbara y su salto al cine con La princesa prometida, atravesó diferentes etapas vitales y profesionales, alternando prioridades entre la maternidad y el trabajo, y explorando roles como directora y productora ejecutiva.
Su regreso con La novia, una serie exclusiva de plataforma de streaming donde interpreta a Laura, una galerista de arte, representa un nuevo capítulo en el que también asume la dirección y producción ejecutiva.
Uno de los aspectos centrales de la conversación fue la relación de Wright con el fracaso. Según la actriz, “el mayor regalo es fracasar... Fracasar en una escena, frente a la cámara, y luego ajustarse las botas, levantar la cabeza y volver a intentarlo”.

Wright subrayó que aprender de los errores resulta fundamental, tanto en la actuación como en la dirección. “Aprendes de tus errores. Y transmitir eso a los actores jóvenes es lo que más me satisface como directora”, afirmó Wright.
La intérprete destacó la importancia de acompañar a nuevas generaciones de profesionales, recordando que todos atraviesan momentos de inseguridad y que el desarrollo es un proceso continuo.
La maternidad y la conciliación laboral también tuvieron un lugar destacado. Wright relató que durante años eligió rechazar papeles significativos para permanecer cerca de sus hijos, Dylan y Hopper, especialmente en su infancia.

“No me parecía justo para ellos estar ausente durante meses. Prefería trabajar en verano, cuando estaban de vacaciones, o aceptar pequeños papeles que no me alejaran mucho tiempo”, explicó Wright.
Mencionó que, aunque la industria avanzó en adaptar sus condiciones para las madres trabajadoras, antes las facilidades eran limitadas y recaía en ella la responsabilidad del equilibrio familiar y profesional.
El miedo al fracaso y la autoconfianza fueron temas recurrentes. Wright reconoció que, al comienzo de su carrera, rechazó oportunidades por no sentirse preparada o lo suficientemente capaz. “No tenía esa confianza, así que rechacé esos papeles. Las actrices que los aceptaron lo hicieron de forma increíble. Yo no estaba lista”, recordó Wright.

Con el tiempo y la experiencia, pudo superar estas inseguridades y resaltó que asumir personajes completamente distintos requiere trabajo y años de práctica, defendiendo el valor de la honestidad y la curiosidad como impulso para el aprendizaje.
En su rol como directora, Wright subrayó la importancia de su paso por House of Cards. Un operador de cámara la alentó a dirigir, y ella aprovechó la oportunidad para aprender de un equipo experimentado. “Me dieron una escuela de cine”, reconoció Wright.
Aunque logró el éxito, admitió que la presión de no estar “a la altura” permanece, sobre todo en un entorno donde persisten las desigualdades de género.

“No quiero sentir que compito con directores hombres que son mejores. Esa presión está en el ambiente y existió durante años. Los hombres siempre fueron el género elevado, y eso se aceptó socialmente”, reflexionó.
Wright expresó su deseo de que la industria evolucione hacia una mayor igualdad, en la que el crecimiento no dependa de comparaciones de género. La artista compartió además recuerdos sobre episodios difíciles, como cuando fue humillada públicamente por un director en sus inicios, lo que la llevó a buscar apoyo en sus colegas.
“Ese tipo de situaciones te marcan y pueden hacerte más cautelosa, pero también te enseñan cómo no tratar a los demás”, señaló Wright. Estas experiencias influyeron en su manera de dirigir, apostando por la empatía y el acompañamiento de los actores jóvenes.

Hacia el final de la entrevista, Wright dirigió un mensaje a las nuevas generaciones, enfatizando la importancia de la autenticidad y la búsqueda de la verdad en un entorno saturado de información y manipulación digital.
“Me sentiría un fracaso si no logro influir o guiar a los jóvenes sobre cómo crecer en este mundo tan destructivo. Las redes sociales tomaron el control y alimentan lo que quieren. Me gustaría ayudar a los jóvenes a que sean capaces de decir: ‘No me lo creo’”, expresó Wright.
Con una mirada honesta y una trayectoria marcada por la superación, Robin Wright defiende el valor de la verdad y la capacidad de cuestionar discursos oficiales, animando a las nuevas generaciones a construir su propio criterio y a resistir la presión de las corrientes dominantes.