Se descarrila el turismo en Cuba

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La Habana. - La primavera está en su esplendor. Desde el ventanal de puntal alto en casa de Ángel David, 46 años, licenciado en turismo, se pueden tocar con las manos las ramas de un flamboyán que arroja flores rojas y naranjas conformando un tapiz multicolor en la acera. Las lluvias de mayo han madurado los mangos y el olor a cilantro se esparce por el patio. Trinan los pájaros y un gato duerme la siesta mientras David riega el césped con una manguera.

El apagón de seis horas rompe el encanto de la naturaleza y el calor de plomo provoca que uno sude a chorro. Ángel David conecta un ventilador recargable, bebe agua de un pomo plástico y se desparrama en una butaca como si hubiera conquistado el Everest. En la pared de la sala cuelga su diploma universitario y una maestría en administración de empresa.

Durante catorce años, Ángel David trabajó como especialista de marketing en el ministerio de turismo. “Me botaron porque no le caía bien a los jefes. Decía cosas que no les gustaba escuchar. Refutaba sus previsiones optimistas basadas más en los deseos que en la realidad. Siempre hice hincapié en desarrollar algo más que turismo de playa, salud o naturaleza. Sabía que era imposible competir con otros destinos del Caribe, como Punta Cana o Cancún, si no se cambiaban los discursos triunfalistas y la matriz económica”.

Era Obama

“Cuando la etapa de Obama, los gobernantes cubanos estaban convencidos de que ocho o diez millones de estadounidense harían turismo en Cuba anualmente. Eran cálculos infundados, pero apostar por el turismo no fue un error del régimen. El fallo fue invertir solo en un sector y prácticamente abandonar el resto de los sectores. El gran problema que tienen las instituciones del Estado es que basan sus estrategias económicas y políticas en escenarios hipotéticos, no reales”.

“Todo el programa de desarrollo nacional está montado en el supuesto contexto de que Cuba y Estados Unidos normalicen relaciones. A raíz de las tímidas aperturas de Raúl Castro, como la venta y compra de casas y autos, acceder a la telefonía móvil, que los ciudadanos pudieran alquilar habitaciones en hoteles y viajar al extranjero, normativas retrógradas, el gobierno se creyó que esas medidas eran el non plus ultra de la modernidad y que los empresarios yanquis vendrían corriendo a invertir en la Isla y la Casa Blanca derogaría el embargo, los sacarían de la lista de países que apoyan al terrorismo y el Congreso de Estados Unidos aprobaría incluir a la Isla en el grupo de naciones con trato favorecido”.

“Entonces, en cualquiera de las reuniones que tu participabas te dabas cuenta de que esta gente -la dictadura- no tiene los pies puestos en la tierra. Nunca han entendido que una negociación es quid pro quo (algo a cambio de algo). Es tan exagerado su ego que ellos consideran que no tienen que cambiar ni ofrecer nada. El tema de los derechos humanos, el respeto a las diferencias políticas y la libertad de expresión les da sarpullido. Creen que Cuba está al mismo nivel de China o Arabia Saudita que son dictaduras y mantienen relaciones con Estados Unidos sin demasiados cuestionamientos”.

Desplanificación

“Ese ha sido su error. Creer que Estados Unidos es el que tiene que perdonar y conceder, no ellos. Fidel Castro fue el primero que metió la pata. Apostó fuerte por el turismo, planificó que sería la locomotora económica del país, y dejó de lado sectores tradicionales del país como la producción azucarera, la exportación de cítricos, frutas, mariscos y tabaco. En su disparatada concepción, Cuba tenía el capital humano y científico para cambiar su matriz económica e invertir en exportar mayor cantidad de níquel y otros minerales, productos biotecnológicos, software y servicios".

"Para la crápula gobernante, la agricultura, la ganadería y la pesca eran cosas del pasado. Y como el partido comunista es tan intransigente y solo se escucha a sí mismo, al tener una economía planificada que utilizan como un mantra religioso, estábamos abocados al fracaso. A partir de la construcción del puerto del Mariel -que en algún momento creyeron que iba ser muy importante-, la extracción de petróleo en el Golfo, desconociendo que la única nación con tecnología para hacerlo es Estados Unidos, la dolarización y planificar el turismo en base al futuro arribo de millones de turistas americanos, me di cuenta de que la sensatez es una mala palabra para personas que siempre han dado órdenes".

“Es lo que ha pasado con el turismo y otras ramas de la economía. Sus cálculos han sido superficiales y errados. No se puede concebir un destino turístico con los viajeros encerrados en un hotel, por no contar con una infraestructura extra-hotelera adecuada para los visitantes. Todo lo contrario, calles con basureros gigantes, apagones de veinte horas, prostitutas acosando a los turistas y una delincuencia en aumento, es lo que provoca que cada vez menos viajeros quieran venir a Cuba. Los extranjeros que llegan al país como promedio gastan 70 dólares diarios. Compran paquetes turísticos de todo incluido y en su mayoría son personas de bajos ingresos. Sin contar que abundan los que vienen buscando sexo barato”.

“De 2017 a la fecha, el turismo en la Isla ha caído casi un 60 por ciento. Mientras República Dominicana en 2024 recibió más de once millones de turistas, Cuba apenas alcanzó los dos millones. Después de la pandemia se han incumplido las previsiones anuales trazadas por el gobierno. Y lo de este año es el terrible: el turismo internacional cayó un 29,7% en el primer trimestre de 2025 y el 75 por ciento de las habitaciones hoteleras están vacías. Será muy difícil alcanzar la cifra planificada de 2 millones 600 mil viajeros este año. Y te aseguro que esas cifras están infladas: en los grupos de turistas extranjeros incluyen a emigrados cubanos y residentes locales que alquilan en hoteles”, concluye el especialista de turismo.

Pérdidas, no beneficios

Gustavo, economista, opina que “desde hace cinco años el turismo está dejando más pérdidas que beneficios. La entrada bruta de divisas no sobrepasó los 3 mil millones de dólares en la época de vacas gordas, cuando recibíamos a 4 millones y medio de turistas. Dominicana, con igual porcentaje, recauda más de siete mil millones de dólares. En Cuba, en los últimos cinco años, el turismo ingresó en bruto entre 600 y mil millones de dólares. De ese dinero, debido a la crisis económica, descapitalización industrial y el colapso en la agricultura, por cada dólar que ingresa se gasta entre 70 y 80 centavos en comprar insumos para el turismo, pues hay que importar azúcar, frutas, vegetales y otros alimentos que no se producen en el país.

"El margen de ganancias en este lustro fluctúa entre 300 y 400 millones de dólares. La exportación de servicios médicos genera ocho veces más divisas. Y las remesas recaudan tres veces más que el turismo. El gobierno no publica esos datos para no reconocer su fracaso. A pesar de esos bajos ingresos, el gobierno sigue invirtiendo cifras descabelladas en un sector en retroceso. En los últimos quince años se ha invertido más de 20 mil millones de dólares en la construcción y reparación de hoteles. Desde 2020, a pesar de la feroz crisis económica, inflación y desabastecimiento general, el presupuesto estatal destina cada año entre catorce y dieciséis veces más que lo invertido en su conjunto en educación, salud y agricultura”, afirma Gustavo.

Las cifras de la rentabilidad del turismo muestran el pésimo manejo del sector por parte de la dictadura militar. La locomotora que impulsaría a la economía cubana hace tiempo se descarriló.

Especial

@DesdeLaHabana

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