Una mujer que caminó por la tierra hace más de 10,000 años ahora tiene rostro. Gracias al trabajo conjunto entre científicos de la Universidad de Gante (Bélgica) y artistas paleoantropológicos, se logró reconstruir los rasgos de una mujer mesolítica cuyos restos fueron hallados en las cuevas de Margaux, en el valle del río Mosa.
Este retrato del pasado se creó a partir de fragmentos de ADN extraídos de su cráneo, revelando que tenía cabello oscuro, ojos azules y una piel más clara de lo común en su época. Su aspecto físico y su estilo de vida nómada ofrecen pistas sobre cómo vivían los habitantes de Europa hace más de 100 siglos.
Un hallazgo rodeado de misterio
El esqueleto de esta mujer fue hallado en 1988, junto con los restos de entre 30 y 60 mujeres, en una cueva belga que parece haber sido el escenario de rituales fúnebres complejos.
Según la profesora Isabelle De Groote, que formó parte de la investigación, “los cráneos fueron desprendidos del cuero cabelludo y manipulados con ocre, posiblemente como parte de un ritual”.
Este cementerio femenino ha generado preguntas entre los expertos, quienes aún intentan entender por qué solo mujeres fueron enterradas en ese lugar. Aún se desconoce la causa exacta de la muerte de la Mujer del Mosa, como ha sido apodada hasta ahora.
De hueso a rostro: cómo la reconstruyeron
El rostro fue modelado por los artistas Adrie y Alfons Kennis, conocidos por sus reconstrucciones científicas hiperrealistas. Usaron resina, silicona y los datos genéticos disponibles para dar vida a esta figura prehistórica.
La reconstrucción está en exhibición, y se ha lanzado una encuesta pública para elegir su nombre definitivo. Las opciones son Margo, Freya o Mos’anne, y se puede votar hasta finales de junio a través del sitio web oficial del proyecto.
Los análisis indican que la Mujer del Mosa comía carne de animales salvajes, recolectaba frutos como avellanas, y vivía en campamentos temporales levantados con postes de madera. Su comunidad fabricaba ropa, utensilios y herramientas con huesos y pieles, y posiblemente ya domesticaban perros.
El Mesolítico fue una era de grandes avances: la cerámica, el almacenamiento de alimentos y la caza con arcos y flechas marcan la transición hacia una vida menos nómada y más organizada, aunque aún muy ligada al entorno natural.