
El cerebro de los padres primerizos presenta una activación especialmente intensa al observar a su propio bebé, reacción vinculada tanto al vínculo afectivo como al estrés parental.
Así lo señala un reciente estudio realizado por psicólogos de la Universidad del Sur de California y publicado en Human Brain Mapping, el cual aporta nueva evidencia sobre la neurobiología de la paternidad, un ámbito menos investigado que la maternidad.
Según los hallazgos, la respuesta cerebral de los padres frente a su hijo podría convertirse en un marcador relevante de la adaptación a la crianza.

El estudio se desarrolló en el área metropolitana de Los Ángeles, donde participaron 32 padres primerizos. Aproximadamente ocho meses después del nacimiento de sus hijos, estos hombres acudieron al Centro de Neuroimagen Cognitiva Dornslife de la USC para someterse a una resonancia magnética funcional.
Durante la prueba, visualizaron breves videos sin sonido de cinco segundos de duración, que mostraban a su propio bebé, a un bebé desconocido, a su pareja embarazada y a una mujer embarazada que no les resultaba familiar.
Después de cada video, calificaron su grado de agrado o desagrado en una escala de -2 a +2. Este enfoque permitió analizar la respuesta cerebral frente a estímulos familiares y no familiares.

Los resultados indicaron que los padres experimentaron una mayor activación cerebral al ver a su propio bebé, en comparación con un bebé desconocido o su pareja. Esta activación destacó en regiones corticales asociadas con la mentalización —la capacidad de interpretar los estados internos de otras personas—, la regulación emocional y el procesamiento de la recompensa.
Entre las zonas clave se identificaron el precúneo, la corteza cingulada posterior, la corteza prefrontal dorsomedial y anterior, el giro angular izquierdo, el giro frontal inferior derecho, la corteza orbitofrontal bilateral y el polo temporal izquierdo.
Al comparar la respuesta cerebral ante el propio bebé y la pareja, los investigadores detectaron un grupo de regiones que alcanzó su punto máximo en el precúneo, extendiéndose hacia el cúneo, la corteza cingulada posterior y el giro occipital medio.

Este hallazgo permitió diferenciar la relevancia personal y la familiaridad de los estímulos, aportando una innovación metodológica en la investigación sobre paternidad.
El análisis incluyó el uso de cuestionarios estandarizados para medir el vínculo afectivo, tanto prenatal como posnatal, el estrés parental y los problemas de vínculo.
Los datos mostraron que una mayor activación en el precúneo y la corteza cingulada posterior, al ver al propio bebé, se asoció con un vínculo afectivo más fuerte y una reducción del estrés parental y de los problemas de vínculo.

Esta relación también se reflejó al comparar los estímulos de propio bebé y pareja, lo que sugiere que determinadas regiones cerebrales pueden ser clave para la relación padre-hijo.
El equipo utilizó análisis univariados y multivariados para profundizar en los patrones de activación cerebral. Los análisis multivariados permitieron identificar diferencias entre estímulos de propio bebé, bebé desconocido y pareja, y señalaron la importancia de regiones vinculadas con la asociación visual, el precúneo y el parahipocampo.
Los resultados revelaron que el cerebro paterno es capaz de discriminar entre bebés y adultos, así como entre figuras familiares y no familiares, mostrando una precisión superior al azar en áreas visuales, de mentalización y de procesamiento afectivo.

El trabajo se enmarca en una literatura científica que ha priorizado el estudio de la maternidad. Investigaciones previas demostraron que las madres presentan una intensa respuesta emocional y de recompensa cerebral al ver a su propio bebé.
En cambio, la paternidad se abordó menos, aunque existen evidencias de que los padres tienen patrones corticales distintivos, especialmente en áreas relacionadas con la cognición social y la empatía. Incluir la pareja romántica como estímulo permite distinguir la reacción generada por la familiaridad de la dirigida específicamente al hijo, lo que representa un avance clave en el diseño experimental.
Entre las fortalezas del estudio se destaca la diversidad étnica de la muestra y el uso combinado de análisis tradicionales y técnicas de aprendizaje automático, factores que refuerzan la validez de los resultados.

No obstante, el tamaño limitado de la muestra y la concentración geográfica y educativa de los participantes constituyen limitaciones relevantes. Además, la ausencia de un grupo de control de no padres impide determinar si los resultados corresponden únicamente a la experiencia paterna.
A pesar de las limitaciones, la investigación ofreció una mirada novedosa sobre la adaptación neurobiológica de padres primerizos. Los resultados sugieren que las regiones corticales de la línea media, junto con áreas visuales y de recompensa, cumplen un papel central en el procesamiento de la paternidad.
La conexión entre la activación cerebral, el vínculo afectivo y el estrés parental apunta a que estas respuestas podrían utilizarse como indicadores de adaptación temprana a la paternidad y brinda nuevas oportunidades para comprender el papel del cerebro masculino en la experiencia de ser padre.