En 1995, mientras DreamWorks comenzaba a trazar las primeras líneas de lo que luego sería una de las franquicias animadas más exitosas del cine, Shrek. Entonces, su creador Jeffrey Katzenberg pensó en su amigo Nicolas Cage para interpretar al ogro protagonista.
La propuesta, que parecía promisoria en términos artísticos y comerciales, fue rechazada por el actor. Años más tarde, Cage decidió explicar los motivos de esa decisión, que ha sido objeto de múltiples especulaciones y titulares.
Durante una entrevista emitida en 2013 por el programa Today de NBC, el actor confirmó que había declinado prestar su voz al personaje principal de Shrek, cuya primera película se estrenó en 2001.
Cuando la conductora Savannah Guthrie le preguntó directamente si era cierto que había dicho “no” a interpretar al ogro verde, Cage respondió: “Eso es cierto” y agregó: “Bueno, las noticias dijeron que era por vanidad. Creo que es un poco exagerado.

“Pero la verdad es que no me da miedo ser feo en una película”. A lo largo de la entrevista, el actor fue más allá en su razonamiento y ofreció una respuesta que iba más allá de la estética superficial:
“Cuando te dibujan, en cierto modo dice más sobre cómo te verán los niños que cualquier otra cosa, y eso me importa mucho”.
El medio estadounidense detalló que, por aquellos años, Cage tenía un hijo pequeño, de casi cinco años, al momento en que comenzó el desarrollo de Shrek en noviembre de 1995.
Este dato, aparentemente anecdótico, se revela como central a la hora de entender la sensibilidad con la que el actor abordó su potencial participación en una película destinada principalmente a un público infantil.
Shrek, basada libremente en el libro homónimo de William Steig publicado en 1990, se construye como una sátira de los cuentos de hadas tradicionales.

En ese universo, el ogro protagonista es presentado como un personaje gruñón, aislado y con escaso interés por el mundo que lo rodea, cualidades que, en su primera aparición, podrían resultar intimidantes para los más chicos.
Según Today, Cage consideró que no lograría que los niños se identificaran emocionalmente con Shrek desde un principio, algo que sí sintió posible con Grug, el cavernícola que interpretó más tarde en The Croods.
En relación con ese otro personaje animado, Cage comentó: “Quiero que los niños miren a Grug y piensen: ‘bueno, da un poco de miedo, pero es un gran oso de peluche’”, y añadió que no estaba seguro de poder alcanzar ese mismo efecto con Shrek.
En una entrevista con Daily Mail, el propio actor reconoció cierta duda retrospectiva sobre su decisión: “Estábamos hablando de Shrek y simplemente no quería parecerme a un ogro”, dijo. “Quizás debería haberlo hecho, mirando hacia atrás”.

La voz de Shrek terminó siendo interpretada por el comediante canadiense Mike Myers, quien no expresó reparos al asumir el rol.
El resultado fue una película que recaudó más de 300 millones de libras esterlinas en taquilla mundial, dio lugar a múltiples secuelas y derivaciones, y consolidó un personaje que hoy es parte del imaginario colectivo global.

La historia de Nicolas Cage y Shrek quedó sellada como una de las grandes decisiones no tomadas en el cine animado.
Más allá de las interpretaciones que generó su negativa, lo singular fue que Cage nunca renegó del personaje en sí, sino de su propia capacidad para representar, desde la animación, una figura que los niños pudieran abrazar emocionalmente.
Su reflexión no fue sobre el éxito de la película ni sobre la trayectoria que pudo haber tenido, sino sobre el vínculo simbólico entre la imagen y el público infantil. La elección no fue técnica ni contractual: fue, en esencia, una decisión de sensibilidad.