No es la primera vez que Venezuela sufre un golpe contundente en el plano deportivo; de hecho, podría decirse que la nación sudamericana está más acostumbrada a las tristezas que a las sonrisas cuando se trata de balones, guantes, bates y demás. Así lo refleja la balanza histórica.
Eliminaciones del Clásico Mundial de Béisbol, fracasos rotundos en los Juegos Olímpicos y decepciones frente a los tabloncillos han castigado el orgullo de los venezolanos por años.
Ni hablar de una Vinotinto que es, quizás, la causante principal de maltrato deportivo en los ciudadanos del país, por lo menos durante las últimas dos décadas, cuando el fervor por el fútbol se ha incrementado en la tierra de Juan Arango, Salomón Rondón y compañía.
Entonces sí. El hacer borrón y cuenta nueva es característico y esencial para el venezolano. Puede tomar algo de tiempo, dependiendo de la magnitud del impacto, pero el perdón siempre llega al corazón de los seguidores del tricolor.
Por eso, cuando Fernando Batista, ex director técnico de la selección nacional de Venezuela, tomó asiento en la sala de prensa del Estadio Monumental de Maturín tras la humillante derrota por 3-6 ante Colombia, que combinada con el triunfo de Bolivia sobre Brasil en El Alto dejó fuera a la Vinotinto del Mundial de 2026, y pidió disculpas a todos los venezolanos, el proceso en busca del "perdón" parecía reiniciarse.
Pero entonces el "Bocha" decidió tomar el camino fácil. El irrespetuoso.
Se escudó en la tristeza por los resultados de la que ha sido descrita como la peor jornada deportiva en la historia del país y aseguró que no estaba de humor para una sesión de preguntas y respuestas con la prensa local, misma que acompañó a la selección en cada uno de sus encuentros como local y en algunos en territorio extranjero, algo que cobra más valor cuando se toma en cuenta que la crisis económica que atraviesa la nación desde hace varios años ha afectado también la capacidad de los medios de comunicación de hacer coberturas que para otros resultan rutinarias.
De peor en peor
Cuando Batista se levantó de esa silla sin escuchar una sola pregunta de la misma prensa que sirve de mediadora entre la selección y los millones de corazones rotos dentro y fuera de Venezuela, escupió sobre el cadáver de una Vinotinto que se desplomó bajo su mando en los últimos dos años.
La Federación Venezolana de Fútbol, que también debe estar decepcionada con el resultado tras los millones y millones de dólares que invirtió en el proyecto de Batista, ya tomó la decisión de cesantear al entrenador y se encuentra en busca de su reemplazo.
Pero lo que sí es seguro, es que la misma Venezuela que vio y aplaudió a Lionel Messi luego de dar la cara ante la prensa tras tantas decepciones previas a finalmente saborear la gloria con Argentina, hoy repudia la actitud irrespetuosa y hasta cobarde de un entrenador, también de raíces albicelestes, que le dio la espalda al mismo pueblo que lo acogió como uno de los suyos.
Disculpas no aceptadas, "Bocha".