
El moho es un hongo formado por un conjunto de hifas que puede hallarse tanto al aire libre como en interiores, especialmente donde existen condiciones de humedad. En los hogares, su presencia en las paredes constituye un problema frecuente que no solo afecta la apariencia de los ambientes, sino que también puede causar daños estructurales si no se aborda a tiempo.
Su presencia suele estar asociada a varios factores. Uno de los principales desencadenantes es la humedad ambiental, que se incrementa en espacios mal ventilados o en zonas donde la circulación del aire es insuficiente. Otra causa habitual es la existencia de filtraciones en las tuberías, ya que las fugas de agua generan condiciones ideales para el desarrollo de hongos. A esto se suma la condensación, un fenómeno común en ambientes poco ventilados donde la acumulación de vapor provoca una elevación del nivel de humedad sobre las superficies.
El moho también puede extenderse a raíz de la falta de mantenimiento en los espacios domésticos. La combinación de mala ventilación, pequeñas fisuras en techos o paredes, y descuidos en las rutinas de limpieza contribuye a que estos hongos se asienten y proliferen en diversas superficies del hogar.
Uno de los métodos recomendados por especialistas para combatir el moho en las paredes es el uso de vinagre, un aliado frecuente en las tareas de limpieza del hogar.
El arquitecto español Marcelo Seia señala que el vinagre posee propiedades antimicrobianas, lo que lo convierte en una opción eficiente y accesible para eliminar hongos sin recurrir a productos químicos agresivos.

Destaca por su capacidad para combatir la humedad, condición principal que favorece el desarrollo del moho en las superficies. El vinagre blanco actúa directamente sobre las esporas y las estructuras que forman el hongo, ayudando no solo a eliminarlo, sino también a disminuir la probabilidad de que regrese en el corto plazo.
Además, al tratarse de un producto habitual en la cocina y seguro para su manipulación, permite que los usuarios lleven a cabo el proceso de limpieza sin requerir protección especializada ni ventilación excesiva, a diferencia de otros productos más tóxicos.
De acuerdo con Seia, el vinagre cumple una doble función: limpia las manchas visibles de moho y desinfecta la superficie afectada. De este modo, se logra una solución sencilla y eficaz que puede replicarse tantas veces como sea necesario, sin que ello implique daños a la salud o al material de las paredes tratadas.

Es una alternativa más suave y segura para combatir el moho, especialmente en superficies donde no se desea usar químicos tan fuertes. Según un artículo de Clinical Microbiology Reviews, gracias a sus propiedades antifúngicas y antibacterianas, se puede aplicar directamente con un pulverizador sobre la zona afectada y dejar actuar por unos 10 minutos.
Luego, basta con frotar con un paño o cepillo y enjuagar con agua tibia. Este método no genera vapores tóxicos, por lo que resulta ideal para cocinas y espacios menos ventilados, ofreciendo una solución eficaz y amigable con el ambiente.

De acuerdo con la American Journal of Infection Control, el cloro es uno de los métodos más efectivos y rápidos para eliminar el moho de las paredes del baño y la cocina. Su poder desinfectante permite erradicar por completo los hongos y bacterias que generan manchas oscuras y malos olores.
Para aplicarlo, se recomienda diluir una parte de cloro en tres partes de agua y pulverizar la mezcla directamente sobre la superficie afectada, dejando actuar entre 10 y 15 minutos antes de frotar con un cepillo y enjuagar con agua limpia.
Es importante ventilar bien el ambiente y utilizar guantes para proteger la piel, ya que el cloro puede ser agresivo.
Mantener los ambientes libres de moho requiere la puesta en práctica de ciertos hábitos enfocados en controlar la humedad, particularmente en espacios propensos como el baño y la cocina. Estos suelen registrar altos niveles de vapor y condensación, lo que favorece el crecimiento de hongos si no se adoptan medidas preventivas.
La ventilación adecuada es el primer paso fundamental. Se debe asegurar el ingreso y circulación de aire fresco en todos los sectores del hogar, prestando especial atención al baño y la cocina. Esto puede lograrse mediante la apertura regular de ventanas y puertas, o bien mediante la instalación de extractores de aire y sistemas de ventilación mecánica, que ayudan a reducir la acumulación de humedad en zonas críticas.
La reparación inmediata de filtraciones en cañerías, grifos, paredes o techos también es clave. Cualquier pérdida de agua, por mínima que sea, puede convertirse en un foco permanente de humedad que alimenta el desarrollo del moho. Detectar y solucionar filtraciones de manera temprana, además de revisar regularmente los puntos de unión entre baldosas, juntas y artefactos sanitarios, reduce considerablemente el riesgo de aparición de hongos en baños y cocinas.